Desde hace dos décadas que cualquier futbolero sabe que cuando se habla del clásico del Sur se habla de Lanús y de Banfield. Y no resulta exagerado que sea así, aunque en esa zona del conurbano bonaerense también conviven otros cuadros tradicionales como los grandes de Avellaneda, Racing e Independiente, Defensa y Justicia, Arsenal, Quilmes, Temperley, Los Andes, Talleres de Remedio de Escalada, Brown de Adrogué y El Porvenir, entre otros. 

Ni siquiera es una rivalidad histórica, sino que nació en los 80, cuando los dos jugaban en la Primera B, luego de que Lanús lograra regresar de la Primera C. A partir de ahí, el Grana y el Taladro se ganaron el título de embajadores sureños. Y no sólo por los resultados, aunque este inicio de 2021 los encuentre a ambos en una final. Banfield disputará esta noche desde las 22, en San Juan, la definición de la Copa Diego Maradona ante Boca. Y Lanús, el próximo sábado, en el Mario Kempes de Córdoba, buscará el tercer título continental de su historia (Conmebol 96 y Sudamericana 2013). En épocas de Bo-Ver, donde River y Boca parecen tener el dominio absoluto de todo el mapa del fútbol argentino, sus rendimientos se vuelven más destacables.

Además de que el punto de llegada de esta temporada extraña sea el mismo, hay un camino parecido. Con matices, claro: para Lanús esta es la tercera final internacional en ocho años (jugó la final de la Libertadores 2017 ante Gremio). Tanto el Grana como Banfield llegaron a estas definiciones con un once moldeado con jugadores juveniles surgidos del club y dirigido por un entrenador que también salió de la casa. 

Lo del equipo granate no es nuevo. Es, acaso, la marca registrada de lo que es un club social y formador en la Argentina. El título del Apertura 2007, con Ramón Cabrero como DT y los chicos Sebastián Blanco, Agustín Pelletieri, Matías Fritzer, Diego Valeri y Lautaro Acosta, fue la muestra de lo segundo. Esta pandemia, con la Fundación Lanús articulando entre socios, vecinos, jugadores, diversas instituciones y el Municipio para dar respuestas en la zona, la confirmación de lo primero. Esa pertenencia que genera parece ir de la mano con el premio deportivo. De los muchos juveniles que sostuvieron el rendimiento del equipo, la mayoría son del Sur: el arquero Lautaro Morales (21) y el mediocampista Tomás Belmonte (22) son de Lanús; el lateral Braian Aguirre (20) es de Rafael Calzada; el habilidoso Lucas Vera (23) es de Bernal; el central Matías Pérez (21) es de Florencio Varela. Capitaneados por Lautaro Acosta (32), de Glew, el referente que entró en infantiles y hoy tiene una estatua en el Estadio Ciudad de Lanús.

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(Foto: AFP)

La inversión del club en el fútbol amateur es una de las más altas en el fútbol argentino: representa un 60% de lo que se invierte en el fútbol profesional, una proporción que queda muy lejos en cualquiera de los clubes grandes tradicionales. «Es un laburo de captación que lleva 20 años. Es hacer torneos y mirar, como hacen todos los clubes. Pero la diferencia es el proceso de unidad política, la continuidad que tenemos como club y el proyecto a largo plazo. Además de tener mucho personal capacitado entre los 800 empleados que tiene Lanús”, explica el tesorero Ezequiel Naruk. 

Entre los 28 futbolistas que tiene el plantel de Banfield, apenas siete no son productos de las inferiores del Taladro; con Luciano Lollo, Jonás Gutiérrez, Fabián Bordagaray y Mauricio Cuero como jugadores más reconocidos. La procedencia de los juveniles que sostuvieron esta gran campaña en la Copa Diego Maradona está más repartida: Mauricio Arboleda (24) nació en Tumaco, Colombia; Emanuel Coronel (23) es tucumano; Giuliano Gallopo (21), hijo de futbolista, es un trotamundo; Martín Payero (22), la revelación, llegó desde Pascanas, Córdoba; Jorge Rodríguez (25) nació en Mendoza; Alexis Maldonado (23), en La Rioja; Agustín Fontana, Agustín Urzi y Claudio Bravo sí se criaron cerca, en Lomas de Zamora. Son todos productos del predio Luis Guillón, unas 18 hectáreas que son referencia y ejemplo no solo por el fútbol amateur: allí suelen convivir la concentración de la Primera División y la colonia de vacaciones, este año suspendida por la pandemia. Ese parece ser el secreto de este equipo finalista, dirigido por alguien como Sanguinetti, que pasó casi 19 años como defensor del Taladro; la pertenencia. A partir de esta Copa Diego Maradona, los futbolistas de Banfield potenciaron su valor de reventa. Un guiño más para una institución que cerró el último balance en positivo, algo que es noticia: 80.173.576 pesos.

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(Foto: Télam)

Para llegar a la final en el Kempes, Lanús tuvo que sortear territorios difíciles: pasó 16vos en la altura de Quito, octavos en el Morumbí de San Pablo y cuartos en el Libertadores de América. Nada menos. Banfield debió pisar fuerte en un grupo inicial con River como candidato, y luego superar a San Lorenzo y Talleres en la zona campeonato. La diferencia presupuestaria no se hizo notar en la Sudamericana ni en la copa local. Hay otros caminos para llegar a la final. Y nacen desde el sur.