En vísperas de la final de la Eurocopa 2020, el próximo domingo en Wembley, el alcalde de Londres, Sadiq Khan, anunció un programa que busca animar a la población joven a vacunarse contra el coronavirus: quienes saquen turno para su primera inyección participarán automáticamente en un sorteo de entradas para la final de la Eurocopa 2020. 

«Estamos tratando de animar al mayor número posible de londinenses a vacunarse», explicó el laborista Khan. Hasta el jueves, si se acude a un centro de vacunación o si se pide cita, se entra en el sorteo automáticamente. Además de un lugar en Wembley también se pondrán a disposición 50 pares de entradas para ver el partido desde la zona de aficionados de Trafalgar Square, en el centro de la capital inglesa.

Quienes se hayan vacunado antes también podrán inscribirse a partir del miércoles y los que publiquen en las redes sociales que se están vacunando duplicarán sus posibilidades de salir sorteados.  “Queremos que el mayor número posible de londinenses aproveche este incentivo para recibir una vacuna, sobre todo los más jóvenes”, aseguró el alcalde. Para las semifinales y la final en Wembley, después de que la Euro haya girado por 11 sedes diferentes, unos 60.000 espectadores podrán presenciar los partidos en las gradas de Wembley esta semana, en lugar de los 40.000 previstos inicialmente, en un estadio con una capacidad máxima de 90.000.  

La decisión fue muy criticada ante el drástico aumento del número de infecciones por la variante Delta del coronavirus en el Reino Unido, el país con el segundo mayor número de muertes en Europa después de Rusia, con 128.000 fallecidos. Para tranquilizar, Khan recordó que «cualquier persona que asista al partido tendrá que haber recibido dos dosis de la vacuna o haberse sometido a una prueba para asegurarse de que no es portadora del virus».  

Inglaterra vive en estado de ebullición por la actuación de su Selección, que busca levantar la primera Eurocopa de su historia y volver a ganar un título después de 55 años, desde el Mundial 1966, también en Wembley. Cerca de 21 millones de personas siguieron el partido de cuartos de final, lo que lo convirtió en el evento en vivo más visto del año. En un país sacudido por la pandemia de coronavirus, el joven equipo de Gareth Southgate es un motivo de alegría para la sociedad inglesa. Por eso las banderas vuelven a ondear en coches y casas. El primer ministro Boris Johnson analiza incluso permitir que los pubs permanezcan abiertos hasta más tarde el domingo en previsión de una eventual título.

«Todos estamos detrás de ustedes apoyando para las semifinales, traigan la copa a casa», tuiteó el primer ministro británico, quien también hizo levantar una enorme bandera inglesa delante de su residencia oficial de Downing Street. Sin embargo, el sentido político de la Selección hasta ahora viene siendo muy distinto al de Johnson: mostró su rechazo al racismo, a la homofobia y a las políticas que fomentan la desigualdad. Es que además del ya clásico gesto de poner una rodilla en el piso antes de que comience el partido para visibilizar el racismo, el plantel y el entrenador inglés sumaron otros mensajes. 

El capitán Harry Kane usó ante Alemania la cinta de capitán con los colores del arcoiris LGTBQ, en el mes del orgullo. Además, Jordan Henderson contestó en sus redes sociales a Joe White, un joven no binario que contó su experiencia de ir por primera vez a la cancha con temor a las reacciones: “Hola, Joe -le escribió Henderson, del Liverpool-  me alegra que pudieras disfrutar del partido como te mereces. Nadie debería tener miedo de acudir a apoyar a su equipo o a su país. El fútbol es para todos. Gracias por tu apoyo”. Aunque no tuvo demasiados minutos en esta Euro, Marcus Rasfhord es una de las figuras jóvenes de Inglaterra: el año pasado le escribió una carta al primer ministro para pedirle que continúe con la ayuda alimentaria a familias necesitadas y contó lo importante que fue esa ayuda para él en su infancia. Por último, el entrenador Gareth Southgate escribió una carta pública titulada “Dear England” en la que afirma que “es el deber de los jugadores interactuar con el público en asuntos como la igualdad, la inclusión o la injusticia racial, y usar el poder de sus voces para poner sobre la mesa determinados debates, despertar conciencias y educar”.