El deporte ruso afronta su caída del mapa mundial como consecuencia de la invasión militar en Ucrania que originó una serie de sanciones en distintos ámbitos, entre ellas la exclusión del Mundial Qatar 2022. La reciente decisión de la FIFA y la UEFA, con la suspensión de todos los equipos rusos en sus competiciones, con apoyo del Comité Olímpico Interncional (COI), puso en relieve la magnitud del aislamiento ruso en el deporte.

En este sentido, tanto la UEFA como la FIFA habían dicho el primer día del conflicto que sus reglamentos no contemplaban la exclusión de una federación y/o equipo por razones de «conflicto bélico». Pero desde que proliferaron las manifestaciones de repudio entre miembros de la comunidad deportiva, las resoluciones contra Rusia no tardaron en aparecer.

Un día después del inicio de la guerra, la UEFA decidió quitarle la final de la Liga de Campeones de Europa, programada para el 28 de mayo en San Petersburgo, y mudó la sede a París. El accionar prosiguió este lunes con la separación de Spartak Moscú de la Liga de Europa, único club ruso en competiciones europeas, que debía jugar los octavos de final ante Leipzig.

El titular de la FIFA, Gianni Infantino, se mostró «preocupado» por la escalada militar y dio comienzo a un diálogo con la resolutiva UEFA para suspender al seleccionado ruso de las competiciones internacionales, Qatar 2022 incluido. Rusia no jugará la Eurocopa femenina en Inglaterra y tampoco estará en la primera instancia del repechaje a Qatar 2022 del próximo 24 de marzo ante Polonia, país que rechazó el compromiso desde el inicio de la guerra. La respuesta enviada desde Varsovia tuvo réplica en otras federaciones como las de Suecia y República Checa, posibles rivales en la final.

Las sanciones de la FIFA y la UEFA son las que plasman de forma más espectacular la recomendación del COI, que rompió con su tradición de neutralidad política. Por ahora, el COI les pidió a todas las federaciones deportivas internacionales «trasladar o cancelar» las competencias previstas en Rusia y Bielorrusia como medidas de sanción, a la vez que solicitó que «no se exhiba ninguna bandera nacional rusa o bielorrusa ni se interprete ningún himno». Si el COI fuera masivamente seguido por las federaciones internacionales, Rusia se uniría a la Yugoslavia de Slobodan Milosevic y a la Sudáfrica del Apartheid en la historia de los grandes parias del deporte internacional. 

La condena deportiva a Rusia no es exclusiva del fútbol porque distintas disciplinas reaccionaron al respecto con más prohibiciones. En básquet, la Euroliga suspendió también a los tres clubes rusos que participan en la competición estrella del básquet europeo, mientras la Fórmula 1 determinó cancelar el Gran Premio de Sochi, programado para el 25 de septiembre.

La Federación Internacional de Vóleibol informó a la Federación Rusa que sacará a ese país como sede de dos rondas de la Liga de Naciones en junio y julio. La federación australiana de natación, la Federación Internacional de Ajedrez, la Federación Internacional de Bádminton, la Federación Mundial de Kárate y la federación finlandesa de hockey ya comunicaron suspensiones, mientras haya participación u organización rusa. Al mismo tiempo, varias tenistas ucranianas instaron a la WTA a reaccionar, sorprendidas por su silencio.

La invasión rusa tuvo consecuencias en todo el arco del deporte profesional, también a nivel comercial. Schalke 04 de Alemania fue uno de los primeros clubes en tomar la decisión de desligarse del patrocinio ruso al romper su contrato con la empresa de energía estatal Gazprom.

Manchester United de Inglaterra rescindió su vínculo con la firma aeronáutica Aeroflot y el equipo Haas de F1 quitó de sus autos la promoción de la firma Uralkali, como también los colores de la bandera rusa en el coche pilotado por el moscovita Nikita Mazepin, cuyo futuro en el Gran Circo del automovilismo mundial quedó en el aire.

Los deportistas de diversas disciplinas también pronunciaron su condena a la guerra, en especial el lateral ucraniano de Manchester City Oleksandr Zinchenko, quien le deseó a Putin «una muerte dolorosa» en una historia de Instragram que luego prefirió eliminar.