Florencia Quiñones camina de un lado hacia el otro en el banco de suplentes del Estadio Libertadores de América-Ricardo Enrique Bochini. En el cierre de la fecha 11, Boca busca sumar de a tres para volver a la punta y, ante algunos desajustes defensivos, Quiñones le da varias indicaciones a sus dirigidas: sobre todo a la defensa, posición en la que se lució durante sus últimos años como jugadora profesional.

Las luces del estadio de Avellaneda se encienden, al caer la noche, y Quiñones decide ponerse el camperón de Boca. Ni el frío le impide acomodar a sus jugadoras dentro del campo de juego. Le pide a las mediocampistas que realicen las coberturas de las laterales y a las laterales, que sepan cuándo acompañar en ataque.

Dentro de la cancha, Quiñones se caracterizó siempre por su juego silencioso, prolijo y su voz de mando. Posicionada en la zaga central, el juego de las xeneizes empezaba en sus pies. Como entrenadora, su estilo de juego prioriza la rapidez de sus extremos, el juego con las laterales y el mediocampo con tenencia y buen manejo de la pelota.

“Dejar las juveniles de la Selección Argentina para dirigir Boca es un desafío. A veces, para crecer, hay que soltar donde una se siente cómoda. Con el correr del tiempo, voy a sumar más experiencia y aprender de las jugadoras”, dice a Tiempo tras el empate 1 a 1 entre Independiente y Boca, que mantiene a las Gladiadoras en la punta junto a la UAI Urquiza y Rosario Central, todos con 27 puntos.

Hace cinco fechas, Quiñones llegó al banco luego de la salida del exentrenador Jorge Daniel Martínez. Su paso por las juveniles de la Selección Argentina como ayudante de Christian Meloni le hizo dar cuenta que la dirección técnica le gusta más de lo que ella creía. Campeona como jugadora en San Lorenzo, Boca y Barcelona de España, a sus 36 años busca levantar su primera copa como directora técnica.

-Casi un año y medio después de tu retiro, volvés a Boca con otro rol. Varias de las jugadoras fueron tus ex compañeras. ¿Creés que tiene un plus conocerlas dentro del vestuario?

-Ese era el mayor desafío que tenía, pero creo que cada una sabe cuál es su rol, el lugar que ocupa y desde dónde suma. En eso soy muy profesional. Ellas saben que a la hora de tomar decisiones busco lo mejor para ellas y para el equipo. Y eso hace que las decisiones sean mucho más fácil. Está bueno conocerlas no sólo dentro del vestuario, sino también dentro de la cancha porque sé lo que ellas pueden dar y dónde está su techo.

-¿Qué diferencia existe entre el día a día en un club como Boca y el proceso a largo plazo como lo es una selección nacional juvenil?

-Me retiré como jugadora y a los dos días ya estaba en selecciones. Aprendí un montón y a mí particularmente me encanta ver la evolución de las chicas cuando son jóvenes. Hacer un trabajo que se ve a la larga cambia un montón porque no es todos los días. Yo lo que tenía era un laburo de formación y una trata de enseñar para que ellas el día de mañana sean también las jugadoras de la selección mayor. En el día a día perdés la vista a largo plazo por momentos y tenés que entrenar pensando en el fin de semana.

-En estas fechas, apostaste por jugadoras que tuviste en la Selección Argentina. ¿Qué lugar les das a las más chicas y qué le aportan a este plantel experimentado?

-Desde que llegué no hice grandes cambios, me encontré con un equipo consolidado. Por ahí puedo cambiar algunas piezas según lo que pida el partido. Subí a varias chicas de reserva porque creo que tienen el nivel, pero también las llevo de a poco porque siguen siendo chicas. No queremos quemar etapas, pero sin dudas le dan frescura y mucha juventud al equipo.

Foto: Mariano Martino

-Llegaste a Boca luego de la victoria 3 a 0 frente a River en La Bombonera en la sexta fecha del torneo y la salida de Martínez, por una denuncia por presunto abuso sexual por parte de una trabajadora del club. ¿Cómo encontraste el vestuario una vez que asumiste como conductora?

-Después de ciertos hechos, de lo malo se tiene que sacar lo bueno. A mí me llegó esta oportunidad y yo la quería aprovechar. El vestuario me recibió bien y lo encontré bien también.

Nacida en Oncativo, Córdoba, Quiñones arrancó a jugar a los cuatro años, mientras acompañaba a su papá por las canchas de Primera. Marcelo Quiñones, el Colorado, fue jugador de Racing de Córdoba y Chaco For Ever. “Yo lo seguía mucho a mi papá pero no creo tampoco que sea futbolista por él, porque nunca me insistió para que jugara”, contó hace algunos años.

Tras sus inicios en Atlético Unión y Flor de Ceibo en Córdoba, Quiñones se mudó a Buenos Aires para jugar en San Lorenzo, donde salió campeona y jugó la primera Copa Libertadores femenina, en 2009. Y así como salió campeona en cada club que jugó también dejó su huella en la Selección al levantar la Copa América 2006.

«Ni siquiera si hubiera querido escribir un cuento me hubiese salido tan bien el final», dijo el día que colgó los botines, a fines de 2021. Aquella temporada, la entonces capitana levantó dos copas -el Clausura y la Supercopa- en seis días.

-Te retiraste en once, pero aún sos jugadora y capitana en el equipo futsal de Boca. ¿Qué te aporta el 40×20 para ser entrenadora?

-Aprendí mucho del futsal y uso los conceptos a la hora de marcar, a la hora de los movimientos, a la hora de corregir a las chicas en ciertas marcas. Dentro de la cancha, uno se piensa que no, pero se producen varios reducidos y uso esos conceptos propios del futsal para llevarlo a cancha de once.

-¿Qué te motiva para seguir entrenando y seguir jugando cada fin de semana?

-Sigo jugando porque además de ser entrenadora considero que tengo una vida aparte y necesito encontrar cosas para distenderme. Yo en el momento que entreno y entro a la cancha me olvido de todos los problemas que tengo por fuera. A veces, lo seres humanos tenemos que desconectar para después poder hacer otras cosas hacer al cien. «