Florencia Quiñones lleva una vida ligada al fútbol. A los cuatro años, acompañaba a Marcelo, su viejo y además defensor de Chaco For Ever. Mientras él se entrenaba, ella agarraba una pelota y empezaba un picado con otros chicos. Siempre atajaba. Pero su papá, ya retirado y como entrenador de Oncativo, necesitaba una defensora y pidió por su hija. A los 33, Quiñones es la capitana de Boca. Será la primera de la era profesional y nada menos que en el debut en el torneo ante River. “Creía que todo esto se iba a dar una vez retirada”, dice.

-¿Cómo se vive la previa del primer campeonato profesional que, además, empieza contra River?

-Ya nos tocó varias veces un clásico en la primera fecha. Es lindo. Aunque a veces es difícil empezar y que justo sea un rival histórico. Si toca ganar nos va a dar ánimo y si no vamos a saber que hay que mejorar. Al ser el inicio tiene un poco menos de presión pero el clásico siempre es un torneo aparte dentro del torneo. Cuando llegué a Boca hace dos años debuté contra River. Ganamos. Fue un buen debut. Espero que pase lo mismo. Un clásico es especial, genera un montón de cosas, pero nosotras siempre queremos ganar. Siempre hay más público y miradas pero estamos tranquilas. Tenemos que demostrar quién es mejor adentro de la cancha.

-¿Es un buen empuje un Superclásico en la primera fecha?

-Está muy bueno para difundirlo más. Que arranque así sirve para motivar y que la gente quiera ver más fútbol femenino.

-¿Qué rivalidad tienen?

-En el femenino nos conocemos mucho y hasta somos amigas con las rivales. Adentro de la cancha no, somos rivales pero siempre compitiendo de la forma más leal, sin perjudicar al otro. No hay rivalidad, tenemos una buena amistad.

-¿Por qué se logró la profesionalización?

-Por el rol de la mujer en la sociedad y por los movimientos feministas. También por el rol de las jugadoras que decidimos hacernos escuchar con distintos reclamos tanto en la Selección como en los clubes. Todo eso empezó a cambiar algo. Fueron pequeñas cosas que se dieron juntas e impulsaron a la AFA para profesionalizar el torneo.

-¿Qué cambió del amateurismo al profesionalismo?

-Ahora tenemos más obligaciones. Por ejemplo, pasamos de entrenar cinco días en lugar de tres. Después hay pequeñas cosas como el aspecto nutricional donde estamos más estrictas y más comprometidas. Son cosas extra. Lo que más queremos es jugar al fútbol. Hicimos una buena preparación y tendremos que jugar para ver cómo estamos.

-¿Qué queda pendiente?

-Falta bastante. Ahora es sólo la Primera profesional, con ocho contratos, y la idea es que sean todos los planteles: de la A, B y C. También hay que pelear por un torneo más federal porque en el Interior hay clubes y jugadoras muy buenas.

-¿Se acaban los prejuicios?

-Se terminan varios pero siempre hay que seguir trabajando. Es un cambio que se está dando y siempre hay gente que tal vez no acepta o no asimila que juguemos. El fútbol es un deporte, no un género. Y los deportes son para hombres y mujeres. Hoy hay menos prejuicios e incluso muchos hombres nos empiezan a mirar. Cuando era chica era distinto. Hoy se consiguieron derechos. Siempre alguien tiene que promover el cambio, no importa quién. No se lo podemos pedir a las más chicas: lo hacemos las más grandes.