La vida para Franco Florio va a su ritmo: rápido. Muy rápido. Sólo tres años pasaron desde que, maravillado con el jamaiquino Usain Bolt en los Juegos Olímpicos de Río 2016, empezó a correr, además de seguir jugando al rugby. Ahora, a los 18 años, en los últimos tres meses tuvo que actualizar su currículum con nuevos logros: es el campeón nacional de 100 metros llanos, es parte del plantel de Pumas 7 y comenzó a entrenarse con la Primera de Belgrano Athletic, aunque todavía no le haya llegado el debut. «Por ahora lo estoy disfrutando. Hay que improvisar porque es difícil planificar y no todas las semanas son iguales. En general, lunes, martes y jueves a la mañana entreno con el seleccionado, en el centro de formación que tiene la Unión Argentina de Rugby. Y a la noche con mi club. Los miércoles y viernes entreno atletismo. Y el sábado se juega. Aunque eso cambia porque hay concentraciones o viajes, como esta última semana, que tuve lunes martes y miércoles con la Selección».

–¿Y el cuerpo no lo siente?

–Sí, los golpes en el rugby los vas sintiendo. Y te pasan factura a la hora de entrenar, pero hay que tratar de acomodarse. En rugby el entrenamiento es más de un fondista, hacés muchos kilómetros en una semana. En atletismo, tengo que hacer menos distancia, es más explosivo y con idea de que la velocidad que se mantiene siempre a un 90% de exigencia.

–¿En tu club y en los Pumas 7, hay alguna consideración especial con vos por ser el campeón nacional de 100 metros?

–No, de manera directa no. Entreno a la par de todo el equipo, me acoplo a lo que hacemos todos. Ahora creo que ya empiezan a ver que el atletismo lo tomo con profesionalidad, entonces siento que me lo respetan. Cuando empecé quizás había alguna cargada: «qué hacés acá si a vos te gusta correr», o cosas por el estilo. Y últimamente me ha pasado con equipos contrarios, cuando juego con mi club, que me dicen: «mirá, pibe, que esto no es atletismo». Pero no pasa de ahí.

–¿Cuándo te diste cuenta de que eras rápido?

–Cuando empecé a jugar al rugby me daba cuenta de que era rápido entre los de mi equipo, pero tal vez no le daba importancia, me parecía una cosa más. A los dos meses de empezar atletismo, jugué el Seven del club con mi categoría de menores de 17 y, con los espacios que hay en el Seven, les sacaba mucha diferencia a todos cuando agarraba la pelota. Ahí creo que tomé dimensión. Pero en el rugby es muy difícil aprovecharlo porque el rival está delante tuyo, no le tenés que sacar medio metro, lo tenés que pasar. Se complica más.

–¿Qué fue lo que viste en la carrera de Bolt de Río que te llevó a correr?

–La estaba viendo y miraba la técnica de cómo hacen para correr así de rápido. Y me empecé a interiorizar. No conocía nada, en el colegio nunca habíamos hecho atletismo, tenía cero idea. Cuando empecé, creo que hasta los seis meses no entendía lo que estaba haciendo. Yo corría. Gané el nacional sub 18 y vino una persona y me dijo: «Felicitaciones, hiciste 10,68». Y yo me quedé pensando: qué me importaba la marca que hice si gané la carrera, ya no quería nada más. Hoy en día me doy cuenta de que ganar importa, pero que la marca tiene su peso propio. En el atletismo si vos hiciste 10,70 en una carrera, a la próxima tenés que hacer 10,69. Competís contra los demás pero también contra vos mismo. En la pista hay ocho andariveles y tenés que pensar que no hay siete competidores sino ocho, porque vos también contás.

–Tu marca en 100 metros es 10,60. ¿Qué se piensa en esos diez segundos?

–Antes de una largada lo único que pensás es en concentrarte, escuchar el disparo para salir. Tenés que escuchar un ruidito y explotar al taco. En la carrera la gente grita bastante, sobre todo te da aliento, pero no se puede pensar ni escuchar nada. Sólo podés pensar en el próximo paso porque, en 100 metros, un paso te vale la carrera.

–¿Cómo se complementan los dos deportes?

–En el rugby saco diferencia por la velocidad. La técnica del atletismo es muy particular. Si eso se implementara un poco en el rugby, puede servir muchísimo. Hay veces que, mientras juego al rugby, me doy cuenta si los rivales hicieron atletismo o no por cómo corren. Hay una técnica diferente. En lo personal, tal vez me saca presión de una y del otro. Un día corrí mal y esa noche me voy a dormir, en vez de pensando que corrí mal, que por suerte mañana tengo que ir a entrenar con todo porque el sábado juego un partido importante. Y lo mismo al revés: tal vez tuve un mal partido el fin de semana, pero sé que no me puedo bajonear porque tengo que estar concentrado para la carrera que se viene.

–¿Y las competencias no se pisan?

–Para ser sincero, en el atletismo voy a las que puedo y compito al máximo pero cuando no puedo ya me pongo a pensar en la que viene. La planificación que hace un atleta de alto rendimiento me cuesta hacerla porque a veces tengo que improvisar por el calendario compartido. El año pasado tenía que ir a Mar del Plata para el nacional U20 de mi categoría y también me citaron para ir al sudamericano de Seven en Chile para menores de 18. No lo dudé y fui a jugar el Seven. Le doy prioridad al rugby.

–¿Y quién es tu ídolo?

–Bryan Habana, que siempre me llamaba la atención, me encantaba cómo jugaba. Y Usain Bolt, obvio.

–¿Un juego olímpico o un Mundial?

–Obviamente que las dos cosas me encantarían pero como la Copa del Mundo de rugby no hay.

–¿Aunque a los 18 años seas el hombre más rápido el país?

–Hay una realidad: en Estados Unidos hay pibes de mi edad que están corriendo en 10s30. Es muy difícil que con mi marca pueda ser tan competitivo como para tratar de ganarles. Creo que acá no pasaba hace tres décadas que a esta edad alguien sea campeón nacional. Últimamente en atletismo suelen aparecer nuevas marcas porque hay una buena camada y porque hay análisis de video que hacen mejorar las marcas. También hay una falta de apoyo que lleva a que algunos al no tener financiamiento dejen de hacer atletismo, entonces se les abren las puertas a los juveniles. No hay plata en el atletismo, es muy difícil. En el rugby hay más posibilidades. «