Gastón Fernández: «En la última etapa del jugador hay algo de amateurismo que empieza a resurgir»

Por: Nicolás Zuberman

A los 35 años, la Gata quiere seguir siendo protagonista en Estudiantes de La Plata. "Me mueve el orgullo de demostrar que estoy vigente", dice el delantero, en una charla que va desde la burbuja del futbolista hasta los incidentes del River-Boca.

En su temporada 18 como jugador de fútbol, Gastón Fernández se entrena bajo el sol de enero en el country de City Bell de Estudiantes. La Gata sigue con el pelo platinado, con el número 10 al costado izquierdo del short y buscando el lugar exacto en el área. A los 35, puede parecer el mismo que brilló con la camiseta de Racing en un clásico ante Independiente, el que abrió un Superclásico cuando jugaba para River, el que fue campeón con San Lorenzo, o el que levantó la Libertadores con el Pincha. Pero no. A esta altura de su carrera es otra cosa lo que lo mueve. «Es el orgullo propio de cada jugador de querer demostrar que estás vigente –dice–, de que podés dar algo más, ese es el combustible que me empuja.»

–¿Qué te da la edad?

–Dentro de la cancha tengo las cosas más claras que cuando era chico. El fútbol de hoy tiene mucho que ver con la paciencia, con la capacidad de saber encontrar los espacios. Estoy disfrutando eso de anticipar lo que puede pasar dentro de la cancha, esa lucidez te la da la edad. Yo juego mucho con la ubicación, con darme cuenta dónde puedo recibir más libre, con menos gente. En lo físico, con un pibe de 21 años estoy desparejo, no voy a intentar el mano a mano que me puede exponer a una pérdida.

–Fuiste campeón, jugaste afuera, hiciste goles importantes. ¿Por qué seguís, qué más ambicionás?

–En algún momento de su carrera el futbolista pierde el amateurismo porque entra en juego la parte económica y las decisiones para el crecimiento personal. En la última etapa del jugador hay algo de amateurismo que empieza a resurgir, es el camino que estoy transitando yo. Me doy cuenta cada día de que tengo ganas, de que me divierto jugando, entrenado.

–En los clásicos, en las finales, siempre apareciste. ¿Es casualidad o es algo que se busca?

–Me gusta jugar los partidos decisivos, esos que quedan en la historia. Los clásicos son partidos que el hincha no se olvida nunca. Puedo llegar a tener un plus porque los vivo de una manera diferente y siempre me ha tocado pasar buenos momentos.

–¿Y cómo es hacer uno de esos goles?

–Lo que significa la sensación de hacer un gol, es inexplicable. Cuando uno ve que la pelota pasa la raya ya es algo que no te puedo contar, hay que vivirlo. Imaginate en un clásico, con la cancha llena. Si me detengo a desglosar una imagen después de un gol, cuando llego a casa me emociono mucho cuando me doy cuenta de la cantidad de gente que festejó un gol propio: desde un nene hasta un tipo grande. Sólo el fútbol te hace vivir eso.

–¿Y abrazarte con tu hijo en un festejo de gol?

–Cuando me enteré que iba a ser papá de un varón, hace ya once años, la ilusión era poder traerlo un día a entrenar conmigo. Hasta los siete años, ni le interesaba. Ahora está más grande y juega, está en Novena. Cuando supe que iba a ser alcanzapelotas, lo planeamos y le encantó la idea. Me voy a acordar toda la vida, es una imagen espectacular que seguramente desde lo sentimental va a ser la que voy a tener colgada en la pared de mi casa siempre.

–¿Te gustaría que sea futbolista?

–Me encantaría que juegue, aunque cuando hablamos con él de fútbol le digo que su comodidad no va de la mano con ser jugador de fútbol. Es dotado técnicamente, tiene pasta, te das cuenta por cómo para la pelota. Pero Lautaro no tiene el fuego que podía tener yo cuando tenía la edad de él. O que puede tener un chico que tiene otras necesidades. Él tiene la vida un poco resuelta, con acceso a cosas que otros chicos no tienen y esa situación a un chico de la edad de él lo pone en una comodidad que a mí como padre no me gusta.

–¿Cuál es esa comodidad?

–El futbolista vive en una burbuja, aunque hay distintas maneras de vivir dentro de esa burbuja. Puedo vivir consciente de la realidad de la vida, que es totalmente diferente a vivir pensando que esa burbuja es la vida. El jugador se entrena a la mañana, tiene la tarde libre, tiene tiempo, facilidades, si va a un banco no tiene que hacer la cola porque lo hacen pasar. Yo trato de ser consciente de eso porque va a llegar un momento que voy a dejar de ser futbolista y no quiero que ese golpe me haga sentir mal.

–No sos un jugador mediático pero cuando hablás no sos casetero. ¿Por qué es tan difícil hacerlo?

-Porque muchas veces trae cola o trae represalias. Es difícil que alguien te cuestione y tener la grandeza de aceptar que te podés equivocar. Muchas veces las cabezas de los grupos en vez de resolver situaciones se ponen del lado contrario, a confrontar. Si lográs generar un compromiso con el jugador es mucho más fácil resolver las cosas.

–¿Te vas a retirar acá, en Estudiantes?

–Ya dije tantas veces que quería volver para retirarme acá… Lo mejor sería continuar, este lugar lo siento propio, es donde me identifico. Esta institución te hace valorar lo que tenés y darte cuenta que te esforzaste mucho para conseguirlo. Te cambia la mentalidad. Puedo nombrarte un montón de clubes que han salido campeones y al siguiente semestre al equipo no le fue bien y esos jugadores pasaron de ídolos a insultados. Nosotros en diez años vivimos buenas y malas pero el hincha siempre nos respetó.

–¿Y si te llama otra vez Gallardo para ir a River?

–Después de que conté que me había llamado Marcelo quedó como que le dije que no a Gallardo. No me hizo sentir bien porque no lo quise expresar así, exponiendo a Marcelo. Sólo quería demostrar lo que significa para mí Estudiantes.

–¿Cómo viviste todo lo que pasó en la final de la Libertadores fuera de la cancha?

–Escuché decir que River no tuvo solidaridad con Boca, que los jugadores de Boca entraron cantando. Y los que menos culpa tienen son los futbolistas. Los que venden el partido te lo venden como una guerra. Y el hincha que quería ver el partido, ¿por qué estaba en esa esquina? No fueron tres nada más. A nosotros nos pasa muchas veces que de visitante salimos con las cortinas de los micros cerradas por seguridad. Cuando las cierran gritamos, «guarda, que tiran piedras». Si no tiraron piedras, nos cagamos de risa. Si tiran, nos acostamos en el piso. Es una cuestión que no se cómo se soluciona pero el hincha va a la cancha a descargarse, no a disfrutar un partido.

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