Por más que la cámara de la transmisión de la TV lo tome en el medio de los partidos, por más que asista de la mano de Daniel Angelici a cualquier evento del club, por más que recorra las peñas después de que corrieran al dirigente que traccionaba los votos en el Interior, por más que aparezca en los medios con declaraciones bravuconas, el oficialismo de Boca teme perder las elecciones en diciembre con su candidato, Christian Gribaudo, actual secretario general. El hincha medio no lo conoce y las últimas encuestas ponen nervioso al oficialismo. Aunque Angelici dijo que es el candidato de Mauricio Macri, tal aseveración no se condice con la realidad. Si en 2011 Angelici ganó con la cara de Macri en la campaña, en 2019 brilla por su ausencia. Y, en este caso, Angelici no es Macri. De ahí que, a pesar de que en los alrededores de La Bombonera flameen los pasacalles de «Gribaudo 2019», de que en los paredones de La Boca se lea «Gribaudo 2019» con la firma de «La Banda del Tano», el oficialismo no descarta un golpe de timón y acercarse a un dirigente histórico: José Beraldi, ya lanzado como candidato a presidente de Boca.

«De Narváez mide igual o más que Macri», dijo Gribaudo en febrero de 2010, cuando era diputado nacional por el PRO y el empresario Francisco de Narváez y Macri aspiraban a la presidencia de la Nación. En aquella entrevista en Página/12, Gribaudo ninguneó a Macri, que le hizo la cruz. «Está con Angelici desde el comienzo, comparten el origen radical con militancia en Franja Morada –dice un viejo conocido de Gribaudo de la arena política–. El Tano, como buen jugador, primereó y puso a jugar su alfil. Pero el rechazo de Macri es genuino, no lo considera un hombre propio. Y Macri no lo va a discutir. Discutió mucho con Angelici, pero a Gribaudo nunca lo perdonó». A Gribaudo, que pasó a ser socio de Boca con la inscripción cerrada entre 2008 y 2009, todavía no lo rodearon con los candidatos a vicepresidentes. Uno que pica en punta es Francisco Quintana, presidente de la Asamblea de Representantes del club y, a su vez, del bloque PRO en la Legislatura porteña. Y no descartan incorporar a Juan Carlos Crespi, otro dirigente histórico, con aceptación entre los socios.

En el seno de la dirigencia, sin embargo, cayó mal la bendición de Angelici al novato Gribaudo. El vicepresidente primero Rodolfo Ferrari, después de que Angelici lo corriera de la coordinación de las peñas del Interior, entró en licencia. Ferrari es fiel a Macri. Y el repliegue obedece a su futuro lejos de Gribaudo. Desde la oposición también disparan contra Gribaudo. «No lo conozco, y no es chicana –dice a Tiempo Jorge Amor Ameal, presidente de Boca de 2008 a 2011, titular de la agrupación Juntos por Boca y posible candidato a presidente–. No lo ninguneo. Escuché que lo están fogoneando a este fenómeno de Gribaudo. No sé si trabaja, qué hizo. En el mundo Boca, que parece grande pero es chico, no lo conoce nadie. Pero con prensa y plata lo conoce todo el mundo. Y eso les sobra». En ese marco, Gribaudo aprovecha la exposición pública con declaraciones populistas en los medios. «¿Tiene dos partes? Quiero saber si la película de River tiene parte A y parte B», dijo en una entrevista reciente en referencia al descenso de River a la B Nacional en 2011, y agregó: «La mancha de la Libertadores tiene revancha. Otras no se borran más».

El factor Riquelme aún juega como espada de Damócles en el oficialismo. La devolución en las encuestas anónimas que salen a los socios no favorece a Gribaudo y, cuando incluyen a Riquelme como candidato, lo tiran aún más abajo. «Riquelme dice que vuelve a Argentinos Jrs. Hay que hacerle partido despedida y todos felices. #chauroman #vamosBoca”, tuiteó Gribaduo el 15 de julio de 2014. Desde algún tiempo a esta parte, Riquelme es tentado por todos los sectores para sumarse. Él espera. Lo que haga estará definido por las elecciones nacionales a presidente de octubre: por la suerte que corra Macri. Sin Macri en la Casa Rosada, aumentarán las posibilidades de que Riquelme entre a la vida política de Boca. Mientras, se mantiene recluido en su búnker de Don Torcuato, como si fuera un acto de resistencia a la rosca política. Las listas con los candidatos recién se presentarán 30 días antes de las elecciones, a principios de noviembre. Riquelme puede darle el pase gol al ganador de las elecciones.

Gribaudo, en suma, es la corporización del carácter de Angelici, que por estatuto no puede postularse a una nueva reelección. Y de ahí surge el temor a perder: Angelici, sobre todo después de la derrota de Boca en la final de la Copa Libertadores, fue insultado en reiteradas oportunidades en La Bombonera. Lo que lo llevó a Macri, según contó el sitio Doble Amarilla, a decir en su círculo íntimo: «Si me insultan en La Bombonera, me mato». «Gribaudo –dice el viejo conocido– nunca fue un constructor humilde de puentes. Suele pasar de canchero a arrogante en el largo plazo. Siempre vino con cierto aire pedante. Y, como el Tano, prefiere pedir perdón antes que permiso». Más allá de las encuestas desfavorables y de que la oposición dividida posibilite la elección del delfín de Angelici, ese carácter fue detectado por el macrismo duro en Boca, que prendió las alarmas. Y más si en octubre se choca con una derrota en las elecciones nacionales. Boca es la patria chica de Macri.

EL CANDIDATO

Christian Gribaudo, 44 años, además de secretario general de Boca es presidente del Instituto de Previsión Social (IPS) de la provincia de Buenos Aires. «No viene casi nunca», dice un funcionario del organismo del gobierno de María Eugenia Vidal. Si prospera en la Cámara de Diputados la Ley Anti Barras Bravas impulsada por el macrismo, que prohíbe en su articulado que funcionarios sean dirigentes de fútbol, Gribaudo deberá dar un paso al costado del IPS, la caja jubilatoria más suculenta de la Argentina después de la Anses.

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