Arriba del ring, en el nombre del padre

Es cierto que todo empezó en el gimnasio de Guillermo, su papá. Y que el camino que recorre intenta seguir lo que alguna vez hizo él. Pero cuando Victoria Saputo tiene que elegir una referente arriba del ring, esa referente es una mujer, Marcela «Tigresa» Acuña. A los 18 años, Vicky será la primera boxeadora argentina en participar en los Juegos Olímpicos de la Juventud. Lo hará con la medalla dorada de campeona panamericana de la categoría 60 kilos, el título que consiguió en mayo pasado en Colorado Springs, Estados Unidos. Su papá conoce de qué se trata todo esto: representó al boxeo amateur argentino en Atlanta 96 y Sydney 2000. Ella nació el día que su padre regresó de Australia. «Él me apoya, me aconseja y me brinda todo lo que sabe», dice la campeona nacional de su categoría. Y esto no es sólo un mandato paterno. Vicky se abrazó al boxeo con pasión. Y así toma su desafío en Buenos Aires 2018. Con responsabilidad, pero sin temores. «No importa si ellas tiran golpes, yo siempre busco pegar primero», dice Vicky.

Las flechas se tiran en el oeste bonaerense
Agustina Gianassio se encontró por primera vez con el arco y la flecha en un restaurante de Meliquina, un pequeño pueblo de Neuquén. Los vio en una pared y quiso tirar. Lo hizo a un costado del lugar, contra unos fardos. Y le encantó. El restorán se llamaba La Arquería. Y no es, como tantas veces ocurre, que ella siguió a su papá. Es su padre el que la siguió a ella y terminaron los dos y un amigo entrenándose en el Club Universitario de Arquería. Desde entonces, Agustina no se separó más de la disciplina, en la que representará a la Argentina en Buenos Aires 2018, una plaza que consiguió este año en la Copa Ciudad de Guatemala. Ya había conseguido su primera medalla de oro internacional en la Copa Merengue de Santo Domingo, República Dominicana. Agustina es de Hurlingham, provincia de Buenos Aires, que además es una de las sedes de los Juegos. «Yo lo que espero –cuenta– es poder tirar a mi nivel en una competencia de esa magnitud. Con eso soy feliz»

Un olímpico que avanza sobre dos ruedas


Desde los tres años, Iñaki Mazza vive arriba de una bicleta. Es un rider. Ahora tiene 18 años, es de Río Grande, Tierra del Fuego, andar sobre las dos ruedas es algo más que una diversión. Este año se consagró campeón amateur de BMX Freestyle Park en la tercera Copa del Mundo FISE, en Edmonton, Canadá. Iki, como le dicen, había conseguido ese título en Montpellier, Francia. Pero el desafío de este año serán los Juegos de la Juventud. El año pasado, el fueguino fue campeón mundial en la categoría junior de la segunda fecha del Mundial de Budapest. Y es cierto que estar arriba de la bicicleta es un placer para Iñaki, pero también demanda otros esfuerzos para prepararse y seguir encontrando trucos sobre dos ruedas. A su primera bici la armaron amigos y hermanos. Y hoy, sin parques de bicicletas en la ciudad, tiene que irse lejos para sus prácticas. Lo disfruta, por eso suele filmarse y subir sus videos a redes sociales.

Nazareno, un lanzador explosivo y potente


Nazareno Sasia –1,93 m, 114 kg, 17 años– decidió no viajar a Bariloche de viaje de egresados porque le restaba tiempo de preparación para los Juegos Olímpicos de la Juventud. Nacido en Cerrito, a 50 kilómetros de Paraná, la capital de Entre Ríos, Sasia competirá en lanzamiento de bala. Este año, en el Campeonato Sudamericano Sub 18 de Cuenca, Ecuador, Sasia batió el récord sudamericano en lanzamiento de bala con un registro de 21,40 metros y, además, se colocó primero en el ranking mundial de la categoría. «Sabíamos que por la capacidad de él, por su biotipo, iba a ser un lanzador», dice Marcelo Borghello, el entrenador que lo descubrió e inició en la Escuelita de Atletismo Municipal en Cerrito. «Es un chico talentoso, único, especial. Un chico tocado por una varita». Explosivo y potente de piernas, perfecciona la técnica. Introvertido e inteligente, tiene como desafío que no lo encandilen las luces.

Una escalada que todavía no tiene techo


Marcelo Bielsa dijo alguna vez que de las derrotas se aprende más que de las victorias. Valentina Aguado podría acompañar sin problemas esa afirmación, aunque lo suyo no fue una derrota pero sí una desilusión. Fue en 2016, durante un Mundial de escalada en París. Llegó a las semifinales, hasta que la organización advirtió que tenía 15 años, uno menos que el límite. La sacaron de todos lados. Su nombre no quedó ni siquiera en la web del torneo. Y aun así siguió adelante. Porque algo aprendió en ese momento: que estaba a la altura de los mejores. Valentina, que es de San Luis, empezó escalada por recomendación de su pediatra porque se colgaba de todos lados. Y ahí está, es la campeona argentina, bronce en los Panamericanos de Toronto, Canadá, la gran promesa de la escalada en el país. Ella prefiere las sierras, donde practica, lo disfruta mucho más, pero sabe que los atletas profesionales se entrenan en los muros artificiales. Con su larga lista de títulos, a los 17 años, Buenos Aires 2018 será para ella otra parte más de la escalada más grande, la de su carrera.