Dmitry Smirnov es el corresponsal en el Kremlin del diario Komsomolskaya Pravda. Sus inclinaciones favorables a Vladimir Putin no son disimuladas. En marzo pasado, medios alemanes lo acusaron de divulgar una fotografía falsa en la que se veía a Angela Merkel junto a uno de los terroristas responsables de los atentados en el aeropuerto y el subte de Bruselas. Esta semana, su imagen volvió a quedar en el centro de la polémica en Rusia: luego de que el pasado sábado la Federación Internacional de Atletismo (IAAF, según su sigla en inglés) informara que la única atleta rusa autorizada para participar en los Juegos Olímpicos es Daria Klishina y la saltadora en largo celebrase su aceptación, el periodista publicó en Twitter un mensaje en el que comparaba a la deportista con los soldados soviéticos que fueron colaboracionistas del régimen nazi.

La crítica de Smirnov fue la más desubicada, pero no la única: Klishina, que reside y se entrena en Estados Unidos desde hace tres años, recibió acusaciones de traición de un sector de la sociedad rusa. Su gran crimen fue haber quedado exenta del escándalo de dopaje que se desató en noviembre de 2015, cuando la Asociación Mundial Antidopaje denunció que el gobierno del país euroasiático es partícipe de una red de encubrimiento para que los atletas de élite utilicen sustancias prohibidas sin ser sancionados. Desde allí, la Federación Rusa de Atletismo fue suspendida por la IAAF para cualquier competencia internacional, incluidos los Juegos de Río. La decisión fue ratificada primero en marzo y luego en junio, y contó con el aval del Comité Olímpico Internacional.

Por ese motivo, la determinación del sábado 9 fue que Klishina compita en Río como deportista “neutral” y bajo la Bandera Olímpica, un beneficio negado a otros 67 atletas rusos, entre los que figuran la mejor saltadora de garrocha de la historia, Yelena Isinbayeva, y el actual campeón olímpico de salto en alto, Ivan Ukhov. A sabiendas de que la resolución de la IAAF sería negativa, los deportistas rusos ya habían presentado una apelación en el Tribunal Arbitral del Deporte, que el jueves definirá si la segunda mayor potencia del mundo del atletismo podrá competir en Brasil.