El cordobés José Meolans revivió la natación en el país a principios de 2000. Luego fue el turno de Georgina Bardach, también cordobesa, a la que nadie le va a quitar ese instante de gloria olímpica con su bronce en Atenas 2004. Después llegó el santafesino Federico Grabich, quien se coló entre los mejores del continente y pintaba para revolucionar las piletas hace apenas dos años. Si bien todos lograron triunfos resonantes y medallas, ninguno pudo mantenerse ni dar el gran salto a nivel mundial. Ninguno hasta que apareció Delfina Pignatiello.

La flamante ganadora del Olimpia de Oro como la mejor deportista del año –con 17 años, es la más joven de la historia– volvió a poner a ese deporte en boca de todos y su futuro parece ser extraordinario. Es la deportista de mayor proyección con miras a los Juegos Olímpicos de la Juventud Buenos Aires 2018 y también lo es para Tokio 2020. Una joya que hay que saber cuidar. Ahí está la clave.
Sin embargo, la situación de la natación en el país es complicada. Hace años que lo es, pero en este 2017 se dio una serie de inconvenientes que generan preocupación. Justo en el deporte donde se encuentra hoy el máximo proyecto deportivo del país.

A nivel resultados, hay que tomar como vara el Mundial de mayores que se disputó en julio en Budapest, Hungría, donde de los seis competidores apenas Andrea Berrino logró superar sus marcas y avanzar a semifinales. Ni siquiera Grabich pudo recuperar el nivel que tuvo dos años atrás en los Juegos Panamericanos de Toronto y en el Mundial de Kazan, con podios incluidos.

Lo más preocupante pasa por la infraestructura, el gran déficit histórico del olimpismo nacional. Ejemplos hay de sobra, pero se resumen con los casos de corrupción que salpican a la Secretaría de Deportes que dirige Carlos Mac Allister.
Según un informe publicado en el sitio Olímpicos Argentinos, el exfutbolista impulsó a autoridades provinciales y municipales para que la construcción de sus piletas (pagadas con fondos estatales) se hicieran con la empresa italiana Myrtha Pools, cuya cara visible en el país era Orlando Moccagatta, entonces ex subsecretario de Alto Rendimiento. La defensa del «Colorado» fue rápida y tuvo que salir a despegarse del hecho al separar a Moccagatta de su cargo, y decir que el nivel de las piletas nacionales no era de calidad.
Otro hecho ocurrió justamente en el Cenard durante el Argentino de Mayores que se disputó hace dos semanas, cuando varios nadadores denunciaron que la temperatura del agua no era la adecuada (tiene que estar a 26°), por lo que a la noche estaban casi todos resfriados. Además, se tomó registro del bajo nivel: el agua se encontraba a 10 centímetros menos de lo normal.

Hay más: hace poco también se supo que para los Juegos juveniles que se harán en la Argentina el año que viene (unos mini JJ OO a los que llegarán 10 mil atletas de todo el mundo) no se podrá contar con la pileta de entrenamiento reglamentaria ya que al día de hoy no se llega a construirla a tiempo. Allí será donde Pignatiello, junto a atletas de todo el mundo, tendrá que competir.

Una buena fue la llegada del australiano Bill Sweetenham desde 2012 con el objetivo de cambiar la forma de entrenamiento. Es quien hoy sigue a todos lados a Delfina. Llegó gracias al apoyo del Enard, que a partir del año que viene deja de ser un ente autárquico y todavía no sabe cómo repartirá el presupuesto que fue aprobado en 900 millones de pesos.

Esta decisión del gobierno de Mauricio Macri puede afectar al desarrollo de la natación. Ya se sabe que en los Juegos Odesur de Cochabamba, Bolivia, la Argentina no participará con el equipo A, ni siquiera sabe si podrá mandar equipo porque el Enard no aportará para la adaptación a la altura de esa ciudad para del equipo de natación.

Pero la historia de Calu no empieza con el arribo del australiano, sino mucho antes, muy de pequeña, cuando de bebé ya se metía en la pileta junto a su madre Paula, profesora de natación.

Nunca descuidó sus estudios y está siempre acompañada por su madre. El año pasado fue abanderada en su colegio y este año terminó de cursar un mes antes que sus compañeros para continuar con su calendario de entrenamientos. Todo esto lo hace mientras se levanta a las 5 de la madrugada, se entrena a las 6, estudia y vuelve a la pileta por la tarde. Admira a Paula Pareto y ya piensa en continuar sus estudios. Decidió cursar Ciencias de la Comunicación en la Universidad de San Andrés tras rechazar ofertas de universidades estadounidenses para avanzar con su desarrollo como atleta.

Antes de recibir sus Olimpias de plata y oro, Delfina pasó un mes entrenando y compitiendo en Australia bajo la atenta mirada de Sweetenham. Los resultados, a la vista: con 16 años, la joven de San Isidro dio el golpe en el Mundial Indoor de Canadá al meterse en la final, pero el verdadero salto fue este año en Indianápolis al coronarse campeona en los 800 y 1500 metros, cinco medallas en los Juegos Sudamericanos y finalizar 5ª en el ranking mundial de mayores por sus tiempos.

Estuvo a punto de participar en los Juegos Olímpicos de Río 2016, pero se quedó con las ganas ya que sus tiempos le daban para ser invitada por la Federación Internacional, pero esa carta nunca llegó. Hoy nada puede sacarle de la cabeza la posibilidad de competir frente a su gente el año que viene y de ir en busca de la gloria para meterse definitivamente en la gran historia del deporte argentino durante los Juegos de Tokio 2020.