Francia es “extremadamente candidata” a ganar el Mundial de Rusia 2018. La caracterización corresponde a Jorge Sampaoli. Lo dijo después de la clasificación de Argentina a los octavos de final en San Petersburgo. Lo había explicado el 27 de noviembre en Buenos Aires, cuando dijo, en especial, que no le gustaba cómo jugaba Alemania porque carecía de figuras, palabras rescatadas por la prensa luego de la eliminación en primera ronda, puesto como si fuese un Nostradamus del fútbol más que un entrenador. Lo concreto es que, aún sin maravillar, Francia ganó su grupo con soltura -triunfos ante Australia y Perú, empate ante Dinamarca- y, otra vez, vuelve a ser quizás el favorito por jerarquía individual, renovación y talento.

Pero lo sabe Argentina, lo supo Alemania, y lo comienza a saber por estas horas Francia, preocupada por la resurrección argentina y el genio despierto de Lionel Messi: el fútbol todavía es arte de lo imprevisto.

Hasta aquí en el Mundial, Francia jugó muy bien -mejor dicho: como creemos que puede jugar Francia- apenas la última media hora de la primera parte ante Perú. Fue el tramo en el que congeniaron en la mitad de la cancha N’Golo Kanté y Paul Pogba -la recuperación y la creación-, en el que Antoine Griezmann conectó con simpleza y velocidad, en el que Kylian Mbappé empujó la pelota para convertirse en el futbolista francés más joven en meter un gol en un Mundial, con 19 años y 183 días (y dejar atrás a David Trezeguet, que marcó en Francia 1998 con 20 años y 246 días).

Lo menos vistoso, igual destacado, fue la seguridad defensiva, ese soporte de los centrales Raphaël Varane (Real Madrid) y Samuel Umtiti (Barcelona) con vértice en Kanté, y también la continuidad en el mando de Didier Deschamps, administrador del sexto plantel con menor promedio de edad en Rusia 2018 (25,5), con sólo siete jugadores de Brasil 2014. Francia competirá con la experimentada Argentina, cuyo equipo titular ante Nigeria reunió el mayor promedio de edad (30 años y 189 días) en la historia de la Copa del Mundo.

Mediocampista central, complemento defensivo de Zinedine Zidane y capitán en los títulos de Francia en el Mundial 98 y la Eurocopa 2000, Deschamps es el entrenador desde 2012. Con él, Francia fue eliminada en los cuartos de final de Brasil por el campeón Alemania y perdió en casa la final de la Euro 2016 ante Portugal. En contexto, fueron resultados positivos. De ahí que Deschamps sea colocado, después del estallido con Raymond Domenech en Sudáfrica 2010 y la transición con Laurent Blanc, como el restaurador del orden tras las cenizas de la generación de 1998.

Aunque, claro, el crédito no es eterno.

“Deschamps es un entrenador muy pragmático, frío, resultadista, diría que bilardista -explica el periodista francés Florent Torchut, corresponsal en Argentina entre 2009 y 2016 del diario L’Équipe y la revista France Football, y continúa-. Le interesa casi sólo ganar. Es hijo de Aimé Jacquet, el entrenador de la Francia del 98, que salvo en la primera ronda, no brilló mucho: entró por la ventana con Paraguay, por penales contra Italia y ajustado con Croacia. Otra razón de por qué Francia no brilló es que los cracks que tendrían que aparecer, sobre todo Griezmann y Pogba, no están rindiendo como se esperaba. Pogba decía hace unos años que quería ser Balón de Oro. Ya no. Y Griezmann parece no estar centrado en el juego, sino más en su carrera con su no ida al Barcelona. Todavía no entraron en el Mundial. Hay muchas críticas de la gente y los medios. En la Eurocopa de Francia el equipo por lo menos transmitía emociones, pero en este Mundial aburre a todos”.

La ductilidad táctica, de igual modo, aparece como una de las virtudes de la Francia de Deschamps. Puede pasar del 4-3-3 con extremos y Griezmann de falso nueve, como en el debut ante Australia, al 4-2-3-1 con juego interno y Olivier Giroud de centrodelantero tanque, como jugó ante Perú y Dinamarca. Francia es elegante y fina en técnica, nada espectacular en equipo, dudosa en la imaginación si a Pogba se le apaga la luz, demoledora en la culminación si Mbappé y el primer suplente Ousmane Dembélé aprietan el acelerador.

“Aún no tenemos el mismo nivel que Alemania, España o Brasil”, había dicho Deschamps antes del Mundial. “Todavía no somos capaces de controlar nuestros partidos con la misma autoridad que ellos, pero tenemos un equipo competitivo y fuerte, con un gran potencial”. Con contrato hasta 2020, Deschamps dirigirá este sábado en Kazán su partido 80 como entrenador de la selección de Francia. Será el número uno en presencias: pasará los 79 de Domenech. Afuera, ya liberado de Real Madrid, espera Zidane. Sea cuál sea el resultado ante Argentina, el partido encauzará más de un destino.