«Me quería sacar una foto con Agüero y Otamendi, y justo no pudimos ir porque al otro día jugaban contra el Tottenham y Guardiola quería que no entrara nadie», cuenta Valentín Castellanos, 19 años, mendocino, mediocampista ofensivo. «Y decisión que toma Guardiola –dice–, se la respeta. Me quedé con las ganas». Castellanos es uno de los argentinos en Torque, la sede de Manchester City en Sudamérica. Los otros son el entrenador Pablo Marini, el defensor Martín Bonjour y el delantero Matías Roskopf. Pero es el único que, después de ascender a la Primera División de Uruguay, viajó a Inglaterra a entrenarse en la City Football Academy, la ciudad deportiva de élite inaugurada en 2014 por los dueños emiratíes del club. Castellanos debutó a los 15 años en Murialdo de la Liga Mendocina, pasó a Universidad de Chile y, luego de descartar el ofrecimiento de la selección chilena, sueña con jugar en Argentina, como Ángel Di María, a quien, apunta, se parece.

–¿Cuánto de Manchester City tiene Torque?

–La estructura del fútbol uruguayo, en sí, es media chica. Las canchas son complicadas, y más cuando llegué, jugando en la B. El club es muy nuevo, tiene diez años de historia, y es un club que tiene su complejo, todo muy chico, todo muy nuevo, pero en estructura de lo que es Uruguay, es de los mejores, debajo de Peñarol y de Nacional. Y, por ejemplo, nos pagan al día, y acá es fundamental porque hay muchos clubes con deudas, y eso es esencial para el jugador. Hay desayuno, concentración en un hotel muy bueno. Ahí se ve la ayuda del Manchester City.

–¿Y en el juego?

–La idea siempre es copiar la base que tiene el grupo City, que es que todos los equipos jueguen a lo mismo: 4-3-3, un planteo ofensivo, y acá están muy contentos con nosotros. Es a largo plazo. La idea es mantenernos en Primera y después se verá. Al técnico que llega le plantean antes que se va a jugar así, pase lo que pase con el resultado. La idea también es complementar futbolistas más jóvenes para que después funcione el negocio de compra y venta de jugadores.

–¿Cómo juega en tu cabeza ser, de algún modo, compañero de Agüero y de jugadores australianos de los que no conocés nada?

–Esa es la parte más linda. Pertenecemos a un club y a un grupo en el que somos todos iguales, en el sentido de que pertenecemos a ellos. Está muy bueno. La esperanza siempre de los más jóvenes es llegar al Manchester City, o a un club que pertenezca a este grupo, como el Girona, el New York City. Estamos entusiasmados.

–¿Cómo fue entrenarte en Manchester?

–Fue como un premio por el ascenso a Primera que nos dieron a mí y a Nahuel Ferraresi, que salió subcampeón con Venezuela en el último Mundial Sub 20. Fue ir a probarnos, o más que nada vivir esa experiencia, aunque los ojos siempre están puestos en uno. Fue muy lindo estar ahí en Manchester. Entrenamos con la Sub 23, y muchas diferencias no notamos porque el fútbol sudamericano es muy fuerte. Ellos se sorprendían mucho de cómo jugábamos nosotros. Lo tomamos como un aprendizaje para el futuro y para llegar un día ahí.

–¿No tomaste como un retroceso pasar de Universidad de Chile a la segunda división de Uruguay?

–Es un buen punto. Nunca lo tomé de esa manera, la verdad. Cuando me preguntaron si quería venir al Torque, lo analicé porque pasar a una segunda divisón, y más a la uruguaya, que es complicada por el juego, que se juega mucho al choque y al pelotazo, se me iba a complicar. Pero lo pasé por otro punto, que es el tema del futuro, de saber que está el grupo City y está muy bueno.

–¿Qué les dijo Ferran Soriano en la charla que tuvo con el plantel?

–Sumó un montón. Es el uno de todo. Nos explicó un poco cómo trabaja el grupo, los clubes que tenía, lo que quería. Nos dijo que nunca íbamos a estar solos, que tenemos el respaldo de ellos pase lo que pase, que siempre ven desde Manchester los partidos del Torque, que tienen varias oficinas en el mundo. Es una empresa muy fuerte que maneja todo a la perfección y que también llegaron acá a Uruguay por el tema de sacar jugadores, que son más baratos, y también porque hay muy buenos.