Faltan menos de 16 segundos. Luis Scola vuela por el aire. Gana un rebote después de un tiro malogrado. Termina en el piso. Es falta. Va a la línea. Anota los dos libres. Argentina llega a los 97 puntos ante Serbia, el segundo equipo del ranking mundial de la FIBA. Luifa marca los puntos finales para un triunfo y un partido de colección. Tres minutos y un segundo antes, la escena había sido similar: Scola atacó el aro, metió el doble, sacó una falta, agitó el puño y golpeó la cancha. A los 39 años, es el influencer del mejor equipo del Mundial en China. Es el jugador que lidera y contagia a una selección que ganó todo lo que jugó. Es la conexión entre las históricas imágenes de la Generación Dorada y los GIF que vendrán del partido bestial de Facundo Campazzo, acaso autopromovido como principal candidato al jugador más valioso después de la paliza colectiva frente a Serbia (97 a 87).

El triunfo del equipo que juega como ningún otro del Mundial también linkea con el 2002 con la Argentina en llamas y, a la vez, a la espera de Estados Unidos, el superpoderoso al que en aquella ocasión volteó en su propia casa. “La selección de básquet no es ni mía ni nuestra. Es todos y esta victoria es para que las disfruten todos”, dijo Sergio Hernández como para sumar otro hipervínculo con la historia. El entrenador es otro elemento clave para explicar la clasificación a semifinales: diseñó un plantel versátil, mejoró a varios jugadores y modeló una estrategia ganadora para cada partido. La goleada ante Polonia, por caso, se cimentó sobre pilares distintos al triunfo ante Serbia en el que aplicó una rotación alta (once jugadores) y metió buena parte de lo que tiró (44% en triples).

Todavía quedan nuevas vallas. Todo indica que Estados Unidos aparecerá en el camino a la final. Pero ya nada parece imposible para este equipo en estado de gracia. Tiene todos los componentes necesarios en la caja de herramientas: juega como nadie en China, combina figuras individuales con ascendente funcionamiento colectivo y ya creó su propio combustible emocional. Generó nada menos que su propio relato. Sólo queda por definir dónde terminará la aventura de Scola y compañía.