Lanús, el campeón del fútbol argentino, se coronó en la cancha de River el 29 de mayo después de golear a San Lorenzo. Racing dio su última vuelta olímpica el 14 de diciembre de 2014, con Diego Milito y Sebastián Saja como símbolos del plantel y con un Gustavo Bou intratable. Quizás en las fechas de los últimos logros esté la explicación del presente de estos dos equipos que se enfrentaron en el Cilindro por la Copa Bicentenario, un torneo nacional que no se jugaba desde hace 71 años y que juntó a estos dos campeones. El Granate jugó mejor que la Academia y lo ganó en la última jugada del partido, gracias a un gran contragolpe protagonizado por dos de sus figuras en el último certamen y una definición de Brian Montenegro, uno de los refuerzos que ingresó en el segundo tiempo y disputó sus primeros minutos con su nuevo club.

A Lanús le viene bien definir un torneo local en el estadio de un equipo grande. Ya se había coronado en La Bombonera en 2007, ya había conquistado este año el Monumental para superar al Ciclón y ahora le tocó festejar en Avellaneda, en el Cilindro. Cuando todo parecía indicar que la Copa Bicentenario iba derecho a la definición por penales después de un partido chato y trabado, el Granate sacó la diferencia gracias a un recurso que ya había empleado en el torneo que lo tuvo como ganador: el contragolpe. A Lanús se le fue el mejor marcador central del último campeonato, Gustavo Gómez; perdió a Víctor Ayala, pieza clave en el mediocampo; dejó ir a dos delanteros como Pablo Mouche y Oscar Benítez, autor del primer tanto en la final con San Lorenzo. Sin embargo, su entrenador mantuvo la idea: un equipo que presiona, que trata de tener siempre la pelota y que cuando no la tiene busca encontrar a la defensa rival mal parada con jugadores muy veloces.

Y así lo ganó Lanús.

Logró coronarse gracias a un contragolpe que tuvo como protagonistas a jugadores que fueron clave en su último campeonato. José Luis Gómez, el joven defensor que hasta hace cuatro días estaba jugando con la Selección argentina de fútbol en los Juegos Olímpicos, encabezó el ataque desde la derecha hacia el centro, pasando rivales y punteándole la pelota a Miguel Almirón. El paraguayo, la figura en la final pasada ante San Lorenzo, uno de los más desequilibrantes del último semestre y un jugador muy requerido en el último mercado de pases, recibió la pelota en la mitad de la cancha y comenzó a avanzar hacia adelante como si se tratara del primer minuto de partido y no el último. Corrió y corrió, desparramando rivales y llegó hasta el fondo, cuando tiró un centro atrás que no pudo concretar José Sand, pero que le dejó el camino libre a Montenegro, otro nacido en Paraguay que un rato antes había ingresado por Nicolás Aguirre y que en su debut en Lanús ya logró destacarse.

Con Diego Milito en el palco, Racing demostró que no es aquél campeón de 2014. Sin su capitán histórico, sin Saja bajo los tres palos, con un público que repudió la inminente llegada de Agustín Orion y con un Gustavo Bou impreciso que perdió una chance de gol muy clara, este equipo de la Academia está lejos de la perfección. Francisco Cerro –pretendido por Boca– tuvo que jugar de lateral por la derecha, Óscar Romero, la joya paraguaya del conjunto que comanda Facundo Sava, se vio muy opacado jugando por la derecha y Lisandro López, el nuevo referente y capitán de Racing, no pudo hacer mucho porque la pelota no le pudo llegar nunca en óptimas condiciones para definir. Así le fue muy difícil a La Academia.

Lanús se quedó con su tercer título local y su quinta estrella en su historia. Desde que volvió a Primera hace 24 años, está arriba en el historial de cuatro de los cinco equipos grandes, sólo superado por Boca. El presente y futuro del Granate es prometedor: ahora superó a Racing y demostró por qué fue el último campeón.