En sus 114 años de vida, Racing no había gastado tanto dinero en un jugador como lo hizo en este mercado de transferencias: invirtió 4 millones de dólares en el 80% del pase del colombiano Andrés Ibargüen, delantero de Atlético de Nacional. El dato es sólo la punta del iceberg del mercado de pases argentino, que desde las compras de los clubes grandes movió millones de dólares como pocas veces en los últimos años: Boca gastó cerca de 10 millones de dólares entre las fichas de Paolo Goltz, Nahitan Nández y Ramón Ábila; River pasó los 17 millones en las contrataciones de Javier Pinola, Ignacio Scocco, Enzo Pérez, Nicolás De La Cruz y Rafael Borré; San Lorenzo invirtió cerca de 4,5 millones entre Gabriel Gudiño, Víctor Salazar y Alexis Castro; y Racing rompió el chanchito con más de 10 millones de inversión en Alexis Soto, Juan Patiño, Augusto Solari, Martín Ojeda, Enrique Triverio y el citado Ibargüen.

«Lo que ocurre es que el mercado argentino se está aggiornando de golpe. Está entrando al mismo ritmo que en Europa. Eso -cuenta el representante de jugadores Juan Cruz Oller- incluye la diferencia que hay entre lo que mueven los equipos grandes y los demás; ese es un esquema que se repite en todas las ligas europeas”. Y agrega: “Además, hace un tiempo la cláusula de rescisión no corría en Argentina. Hoy, por ejemplo, viene un equipo europeo, paga lo que marca la cláusula de (Marcos) Acuña y se lo llevan”.

Después de varios mercados de pases en los que los protagonistas fueron los préstamos sin cargo o la incorporación de futbolistas con el pase libre, los clubes volvieron a invertir en la ficha de los jugadores. Los grandes marcaron la diferencia, pero también otros equipos compraron durante estos meses. Huracán, por caso, pagó 2,1 millones de dólares por el goleador Fernando Coniglio. Y Talleres gastó casi 2 millones en dos uruguayos: el lateral izquierdo Lucas Olaza y Junior Arias, joven delantero que proviene de Peñarol.

A excepción de Boca, la mayoría de los traspasos fueron entre clubes argentinos. Y en dólares, una novedad respecto a los últimos años. «El cepo cambiario también fue una restricción para los clubes. Ahora se reabre la posibilidad de negociación. Había restricciones en los giros de utilidades al exterior y también era difícil obtener dólares. A los clubes les provocó dificultades económicas. Vos comprabas con un dólar a 15 y vendías con un dólar a 9. Esa puede ser una de las razones de la reactivación», explica Ariel Coremberg, economista a cargo del Centro de Estudios de la Productividad (UBA).

Pero los motivos que explican que los clubes hayan comenzado a abrir la billetera para contratar jugadores no se encuentran sólo fronteras adentro. También, claro, a las «cifras burbujeantes» que se manejan en el mercado mundial. Y a los mercados emergentes, con inversores más excéntricos que de costumbre. Racing en el último año facturó unos 40 millones de dólares en ventas a China, Portugal y México. «El mercado brasileño ha decepcionado en los últimos años y lo que se le llama los mercados emergentes empezaron a mirar a Argentina, por la competitividad y la adaptabilidad de los jugadores argentinos. Esa plata que entra se usa para reforzar, es una ecuación simple», dice Oller desde Rusia, donde ultima detalles del traspaso de Emiliano Rigoni al Zenit, lo que le dejaría a Independiente unos 8 millones de euros. Con esa plata, habrá un quinto grande en escena: hasta ahora Independiente sólo incorporó a Jonás Gutiérrez, Nicolás Domingo y Fernando Amorebieta en condición de libres.

El préstamo con opción de compra, sin embargo, sigue siendo un camino que seduce a muchos clubes. Rosario Central se aseguró así al uruguayo Washington Camacho, por quien pagó 900 mil dólares a Racing. El equipo rosarino es otro de los que más gastó: 5 millones en el defensor chileno Alfonso Parot, Leandro Gil y Fernando Zampedri. Esa parece ser la operación preferida para los clubes de la clase media del fútbol argentino.

«En lugar de jugarte un pleno, tomás préstamos, pagás un cargo menor y te queda la opción de compra en un futuro. Es mucho más prudente. Desde lo financiero, es lo óptimo. Vos pagás un mínimo costo de uso del jugador, ves cómo funciona y ahí después ves si lo comprás o no. Lo que pasa es que en algunos puestos, como los 9, generalmente no te lo largan a préstamo. Hemos comprado fichas de jugadores que no han funcionado, como Álvaro Pereira, una compra de mucho dinero. Desde lo financiero nos conviene este sistema», relata Sergio Buscemi, contador y prosecretario de Finanzas de Estudiantes de La Plata, que concretó su venta más cara de la historia: el zaguero de 19 años Juan Marcos Foyth al París Saint Germain de los 222 millones por Neymar.

Los brotes verdes que nunca germinaron en la economía nacional sí parecen haber aparecido en la economía de la pelota, el ámbito predilecto del presidente Mauricio Macri. «Si la macroeconomía anda mal, también le pega al fútbol. En 2009 entró en crisis el fútbol argentino porque no pudo exportar a Europa. Se pusieron de moda los préstamos y se buscaron más casos como el de Messi, se empezó a buscar al jugador desde la cuna. Transferir jugadores genera un ingreso importantísimo, pero son ingresos extraordinarios, no solventa el funcionamiento normal el de los clubes», expresa Coremberg, autor del informe El fútbol en la economía argentina.

Igual que ocurre con la macroeconomía, una cosa es el mercado y otra la cotidianeidad: más allá de los millones que se gastaron para reforzar los planteles no es seguro que el fútbol argentino comience en la fecha estipulada. Sergio Marchi, secretario general del gremio de los futbolistas, lo pone en duda por la deuda de 500 millones que tienen los clubes con los jugadores. Así de bipolar es nuestro fútbol. César Luis Menotti, entrenador, observador y analista de la pelota, es una voz autorizada para intentar explicarlo: «Ni con el estudio de 100 científicos sería comprensible la política de contrataciones de los clubes argentinos. Ahogados en deudas, algunos han contratado entre 12 y 15 jugadores, y en muchos casos extranjeros, que ni siquiera son mejores que otros futbolistas que pueden encontrarse en equipos del fútbol argentino».

Miedo por el efecto Neymar

Discusiones morales al margen, la transferencia de Neymar promete marcar un antes y un después en el mercado del fútbol mundial, ya que fue la más alta en la historia: Paris Saint Germain, cuyos dueños son jeques qataríes, pagó los 222 millones de euros de la cláusula de rescisión por la ficha del delantero brasileño. Hoy a las 16 debutará ante Guingamp por la segunda fecha de la liga francesa. Las otros dos fichajes que se suben al podio de lo más altos de la historia: Paul Pogba (120 millones, de Juventus a Manchester United, en 2016) y Gareth Bale (100 millones, de Tottenham a Real Madrid, en 2013). Los tasadores de futbolistas, cuentan, valuaban a Neymar en 100. Los 222 millones es, directamente, una cifra «burbujeante». Barcelona, ahora, planea comprar a otro brasileño: Philippe Coutinho, atacante del Liverpool, por 150. «Me da miedo. Me produce inquietud. No sé a dónde llegaremos», reflexionó el español Monchi, flamante director deportivo de la Roma, y agregó: «No quiero pensar que estamos construyendo una burbuja que explotará en algún momento, como la inmobiliaria, que dañó la economía mundial. Debemos ser espejo y, a veces, no lo somos».