En 2008, a sus 27 años, Luis Zubeldía asumió como entrenador de Lanús y se transformó en el técnico más joven en la historia de Primera. Con diez años más de experiencia, aunque todavía diez por debajo del promedio de edad de un DT de la Superliga (48,8), los caminos del Granate y de Zubeldía se volvieron a cruzar. Los pasos por un grande como Racing y el fútbol de Ecuador, Paraguay, Colombia, Ecuador, México y España no le cambiaron la pasión con la que vive su profesión: llega al club a las 6 de la mañana y se va pasadas las 17, aunque en la casa siga repasando jugadas. “La mayoría de los entrenadores estamos atentos a todos los detalles. Cada vez se ha profesionalizado más todo esto. Al final del camino -explica Zubeldía, que está a la espera de su primera hija- lo más importante es que vos estés bien como líder para poder hacerle llegar esa convicción a tus dirigidos”.

-¿Y a vos qué te hace bien como líder?

-Sentir que hice todo para transmitirle un mensaje a mis jugadores. Al mismo tiempo, a veces me pongo a pensar que los entrenadores estamos malcriando a los jugadores. ¿Por qué? Porque me parece que el futbolista tiene que saber que es el actor principal. También tiene que poder improvisar, más allá de que el técnico te haya dicho que un jugador te va a salir para el perfil derecho porque su estadística así lo indica. También tiene que entender siempre el “lado b” de la jugada. Que la información no te malcríe, que las palabras del entrenador sólo sirvan como herramienta. Hay que manejarlo. No sé dónde está el límite, pero es para detenerse, eso me gusta trabajarlo.

-Desde 2013 que no dirigías en Argentina. ¿Qué cambió?

-Hoy veo muy triste a la gente. A todo mi entorno, al entorno de mi entorno y al entorno del entorno de mi entorno. Veo triste a todo el mundo, veo con mucha necesidad a todo el ciudadano y eso me pone mal desde lo más profundo de mi corazón. Me preocupa. Eso abarca todo, desde educación hasta todo lo esencial de la salud y el pan. Hoy ninguna de las tres ni siquiera está en un punto de lo justo.

-¿El fútbol ayuda a tratar de olvidar eso?

-Cuando estábamos en la pretemporada, hicimos un amistoso en el estadio y había como 3000 personas. Ahí les dije a los jugadores: qué bueno que Lanús tenga cada vez más ídolos, porque estamos necesitados de algo que te haga olvidar todo lo malo que nos está pasando. Si es un gobierno, si es el otro, si son varias cosas, no lo sé, o mejor dicho lo sé pero prefiero dejarlo ahí. Lo único que sí sé porque lo vivo es que todos estamos tristes, preocupados y con necesidades.

-Este Lanús no es el mismo que el de hace cinco años aunque sigue sacando juveniles. ¿Cómo se hace para formar en un contexto futbolístico desfavorable?

-Mi mamá es maestra y la mayoría de mis hermanos son docentes. No es un tema menor en mi vida, por eso creo que las dos cosas van de la mano. Por un lado no nos podemos desligar de los objetivos de la institución: nos contratan porque el club está con necesidades deportivas para no tocar fondo en el fútbol. Hay muchas cosas en juego, hay 700 empleados, hay una historia y no podemos ignorarla. Pero tampoco podemos cumplir un objetivo deportivo sin tener en cuenta que hay que formar, construir e ir detrás de una idea. Son dos vías que van paralelas pero cuando se juntan tienen que ir a buen puerto.

-Cuando volviste dijiste que cuando la familia te necesita tenés que estar. ¿Qué significa Lanús para vos?

-Llegué a Lanús a los 15 años, viví en la pensión, estudié en un colegio a cuadras del club y acá tuve la oportunidad de ser jugador de fútbol. Pasó a ser rápidamente mi casa. Me retiré joven, me dieron la chance de trabajar y di mis primeros pasos como entrenador. Me fui teniendo la posibilidad de ir a otros equipos, pero decidí volver. ¿Por qué? Para no ser egoísta con las necesidades de alguien que te quiere. Es imposible darle la espalda a una institución que me ha dado mucho. Necesité estar fuera de mi país para ver otras cosas, para salir de mi zona de confort. Me gusta mucho, me mantiene alerta. No me arrepiento y me desvié de mi hoja de ruta sólo por Lanús.

-Pareciera que la distancia con los grandes es más amplia que nunca. Antes Lanús peleaba, ahora no.

-Sin dudas. Ojalá que la Superliga se ponga las pilas para regularizar más este tema. Que no se polarice tanto como pasa en otros países. Sería una lástima que ciertos equipos sean un imperio y que debiliten mucho a los demás. Deberían regularizar de manera súper estricta el hecho del fair play financiero. ¿Cómo puede ser que clubes que han hecho las cosas muy bien, que han sido ejemplo, no puedan contratar jugadores, aun detectándolo antes que el resto, aun cumpliendo lo que se le ofrece sobre equipos que lo detectan a último momento y le ofrecen hasta lo que no pueden pagar? Hay mucha desventaja. Ojalá se pueda soñar con un fútbol mejor en cuanto a organización y derechos. Me da la sensación que antes estaban mejor distribuidos estos intereses. Por lo pronto, como entrenador de Lanús, que tiene una fortaleza social muy grande, no me queda otra que aceptar que hay que vender un jugador de 5 millones de dólares por año. Por eso la iniciativa de poner a Pedro De la Vega.

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-A De la Vega lo tiraste a la cancha con 17 años. Asombró a todos, parecido o lo que te pasó con Centurión en Racing. ¿Qué se ve en un pibe para darle la chance tan rápido?

-Esa misma pregunta me la hizo Sand: qué veía en un jugador para poder detectar si está para Primera o no. No hay algo que te lo pueda decir, lo primordial es apoyarse en el cuerpo técnico, debatir, a ellos los pincho para llegar a un buen puerto. Tiene que ver con estar atento y detenerse en algo sencillo o tan importante como lo es un jugador de fútbol. Lo de Centurión fue similar. Fue todo rápido. También lo de Roger Martínez. En Barcelona de Ecuador nos pasó con Carlos Gruezo, que al año lo estaban vendiendo a Alemania.

-Tus primeros equipos tenían un estilo muy distinto a este. ¿Cómo se construye la idea de un entrenador? ¿Existe la idea?

-Nunca he podido en diez años y más de 400 partidos dirigidos, armar un equipo pieza por pieza como indica mi idea de juego. Acá no hay mucha magia. Uno trata de que esa idea se sostenga en la cabeza del entrenador, pero la vas negociando en relación a lo que ves de tus jugadores. Nos gusta un estilo de juego, pero al final del camino vos tenés que cumplir un objetivo.

EL CASO DE HÉCTOR KRUBER

Héctor “Patilla” Kruber, el entrenador de Deportivo Mac Allister que fue denunciado por abuso sexual a menores por la madre de un chico, permanece detenido en Bahía Blanca, a la espera del juicio. Kruber, un protegido por Carlos Mac Allister, exsecretario de Deportes, fue uno de los formadores de Luis Zubeldía. “Enterarnos de estas cosas lógicamente sorprenden, pero debo decir que es una persona que apreciamos muchísimo. Ha sido uno de mis maestros. Lo que ha sucedido no tengo argumentos para decir sí o no, pero shockea. Si en algún momento vi algo de todo eso, no”, dice Zubeldía, que tuvo dos años como DT a Kruber en el club Belgrano de Santa Rosa, de La Pampa. “Fue muy riguroso con el tema del entrenamiento: o llegabas a Primera o ibas a un psicólogo -destaca el técnico-. El tipo era muy estricto, nos hacía ir dos horas antes. Y, después de los entrenamientos, quería que nos volviéramos bañados a nuestras casas porque decía que el jugador profesional iba al club, entrenaba, se bañaba y se iba ya bañado y cambiado a su casa para no tomar frío.”