“Es posible que un día sea el número uno del mundo”, decía a comienzo de año Andy Murray. Hoy esa posibilidad es una certeza: este lunes el británico será número uno del mundo en lugar de Novak Djokovic tras llegar a la final del Masters 1000 de París-Bercy. Y por primera vez desde 2004, la cima no será de Roger Federer, Rafael Nadal o Novak Djokovic.

Murray era el único del big four al que le faltaba alcanzar lo más alto del ránking. Y ayer se le dio: cuando Milos Raonic se retiró por lesión y la organización del torneo anunció que el canadiense no podía jugar debido a un desgarro en el muslo derecho, Murray alcanzó los 10.785 puntos, cinco más que Djokovic, que necesitaba y por primera vez se transformó en el uno del mundo. Después de 122 semanas consecutivas de la hegemonía de Djokovic, y por primera vez en su carrera Murray es el jugador número 26 en la Era Abierta y el primer británico en lograrlo.

El 2016 para el medallista olímpico comenzó con una distancia de casi 8000 puntos del serbio pero la segunda mitad del año fue clave para acercarse y superarlo. En el medio, terminó su vínculo con su entrenadora Amélie Mauresmo y se dio la vuelta de Ivan Lendl a su equipo de trabajo y le dio sus frutos: sumó 18 triunfos al hilo, con títulos en Queens, Wimbledon y Río. Después tuvo un bajón hasta la Copa Davis que perdió con Juan Martín del Potro pero luego volvió a recuperarse con otras 18 victorias al hilo con los títulos de Beijing, Shanghai y Viena. A su vez, claro, Djokovic tuvo una etapa de irregularidad en su rendimiento y dio ventajas. El récord del año del Murray también marca su crecimiento: sumó 72 victorias y sólo nueve derrotas y lleva 7 títulos y 12 finales en la temporada. El domingo podría sumar un título más. Lo que ya es indudable es que a los 29 años a Murray le llegó el título del número uno del mundo después de casi 12 años como profesional, 798 partidos y 42 títulos.