Sólo Messi podía evitar que se hunda el Titanic de Bauza. Luego de chocar en Brasil, con muchas incertidumbres y con un técnico que ya empezaba a ser cuestionado, Argentina recibió a Colombia, uno de los rivales más duros. Pero ya a los diez minutos, cuando el partido aún no se armaba, Leo Messi provocó una falta y liberó toda su magia para colgar la pelota de un ángulo y marcar el rumbo del partido.

Deja a uno en el camino, limpia a dos, junta a tres. No le pueden sacar la pelota. La Pulga entendió la importancia de este juego. No sólo por cuestiones matemáticas, sino también por el momento del equipo: después de declaraciones duras tras la goleada sufrida con Brasil, supo que la mejor manera de calmar los ánimos era desplegar su mejor fútbol y así lo hizo.

Argentina no mejoró mucho en su juego. La defensa se mostró un poco más segura, Banega aportó lo suyo en la conducción, Pratto tuvo un buen partido, Mascherano mejoró y no mucho más. La gran diferencia entre los equipos fue Lionel Messi, quien además del gol, puso un centro exquisito a la cabeza de Pratto, que en soledad definió bárbaro para el 2-0. Después, tiró un taco, recuperó la pelota arriba, se mandó al área y le cedió el gol a Di María: 3-0 y otra vez a flote.

De Colombia, poquito. Cuadrado estaba solo contra todos. James se dedicó más por pelear que por jugar. No tuvo peso en las bandas y en el segundo tiempo siquiera mostró rebeldía.

Argentina respira gracias a Messi. De estar afuera de Rusia 2018, pasó a ocupar el lugar del repechaje, muy cerca de los puestos de clasificación. Ahora, encara con un poco más de tranquilidad el encuentro con Chile, el cuco de las últimas Copas América, que hoy está afuera del Mundial.