En 2017, Ousmane N’Dong aterrizó en el Aeropuerto Internacional de Ezeiza sin saber hablar español. Sus únicas cartas eran Maradona, Messi y Di María, pero la partida sería larga: debía ingeniárselas. “La primera semana no sabía ni cómo pedir la comida. En los primeros entrenamientos no podía comunicarme, copiaba lo que hacían mis compañeros”, cuenta el defensor senegales de Lanús.

En Argentina, su nombre comenzó a retumbar cuando la prensa comprendió que su llegada implicaba un hito histórico para el fútbol local porque sería el primer futbolista nacido en Senegal en formar parte de un club de Primera División. Con su arribo a la institución, el Grana tuvo el privilegio de marcar un antes y un después. La idea de venir a Lanús surgió a través de su representante, que es argentino. Él le sugirió este club. Antes, estuvo nueve meses en Francia evaluando dónde era conveniente continuar su carrera. Al llegar al país, vivió unos días con su representante hasta que logró adaptarse a la vida en Argentina. Luego se mudó a Villa Urquiza, donde reside actualmente.

En Senegal, N’Dong  debutó en primera a los 16 años, pero su fútbol nació en la calle. “Cuando era chico jugaba en la puerta de mi casa, en Dakar. Antes de ser profesional también jugué por plata pero apostando en las calles de tierra. Recuerdo que lo primero que me compré cuando gané fueron botines”, confiesa. Con el ejemplo de  los inicios queda claro, pero el defensor igual hace énfasis en que la vida en África es similar a la de Sudamérica. “No es como todos se lo imaginan, las diferencias son pocas. Al igual que en Argentina, hay personas que tienen un buen pasar y otras que no”, aclara.

Sus primeros pasos en las canchas argentinas los dio en la Reserva de Lanús, donde tuvo el honor de ser el capitán durante varias temporadas. En 2020, después de la pausa por la pandemia, Luis Zubeldía lo hizo debutar en Primera, como a otros 15 juveniles. En tiempos donde las redes sociales son protagonistas, el defensor categoría 99 comenta: “Los psicólogos del club nos preparan para el debut en primera pero también para manejar las redes sociales cuando recién arrancas. A veces te llegan mensajes que no te gustan, no es fácil aguantarlo. Te hace enojar, te frustra. Pero uno tiene que entender que un chico que te escribe desde el sillón de su casa, que nunca pisó una cancha, que nunca entrenó, puede decir lo que quiera. No hay que mirar al que te insulta como un enemigo, hay que ignorarlo”. Los haters son moneda corriente para todas las figuras públicas. Sin embargo, en el caso de N’Dong, también entra en juego el racismo. Al respecto cuenta: “En la cancha a veces los rivales me provocan. Yo pienso que es porque están calientes y me quieren sacar del partido, se que me dicen cosas que en la calle no me lo dirían. En esos casos soy inteligente, elijo no engancharme”. 

La realidad de los senegaleses en Argentina ronda en el mismo sentido, por eso, el zaguero está interesado en ayudar a las comunidades afro que, como él, llegaron al país en busca de oportunidades. Resalta que muchos han venido en busca de trabajo y son maltratados tanto por las autoridades como por las personas de a pie. “Yo tuve la suerte de que siempre me trataran bien -explica sentado en el banco de suplentes de la cancha auxiliar granate-. Siento orgullo de representar a mi país. Muchos senegaleses que viven en Argentina me mandan mensajes por redes, me hace sentir bien tenerlos cerca”.

N’Dong aprendió a hablar español con la ayuda de sus compañeros de vestuario y de su representante. Nunca tomó clases, pero ya se adueñó de los modismos argentinos. La adaptación al fútbol nacional le llevó más tiempo, no solo porque al principio no entendía el idioma y debía copiar a sus compañeros para poder entrenarse, sino también por las diferencias que existen en cuanto al juego. “En el fútbol argentino la mayoría recurre al pelotazo, pero yo no me siento contento revoleando todas las pelotas, me gusta salir jugando y ordenar la defensa. En la cancha hablo mucho. Se puede ordenar y alentar a tus compañeros sin mandarlos al frente, con respeto. Lo importante es saber en qué momento hacerlo. Hay que leer el partido”. Con respecto a su personalidad, admite que es perfeccionista y sufre cuando se equivoca. “El error me saca del partido. Agarro confianza rápido y la pierdo rápido. El fútbol argentino es más intenso, tiene más roce. En Senegal es más físico, más técnico, tuve que aprender. La psicóloga del club me ayudó mucho a trabajar la paciencia”, confiesa. En su puesto, Ousmane admira a Sergio Ramos, aunque marca un asterisco: “Me siento identificado con su juego pero tenemos una diferencia: él tiene más mala leche, yo soy más tranquilo”. 

Por una lesión en la rodilla, volvió a la Reserva, donde lentamente continúa su proceso de recuperación con ansias de regresar a la Primera. Tras el cierre de 2021, N’Dong viajó a África para reencontrarse con su familia después de la distancia que produjo la pandemia. Año nuevo, esperanzas nuevas:  “Un sueño pendiente es jugar en la Selección de Senegal”.