En el preciso instante en el que Paula Pareto venció a la coreana Bokyeong Jeong en el Arena Carioca 2, la historia del deporte argentino comenzó a reescribirse. Desde ese momento de Río 2016, Pareto es una leyenda. Y no sólo del judo. La Peque es la primera mujer argentina en conseguir una medalla dorada en Juegos Olímpicos. Es –también– la primera mujer en conseguir dos medallas olímpicas en disciplinas individuales. Y es la primera –también– entre varones y mujeres de la Argentina que lo consigue en la jornada inicial. Todo eso es Pareto, una atleta descomunal, forjada no sólo por su talento sino, sobre todo, por su esfuerzo. «Es algo soñado, es el día más feliz. Creo que la energía, la esperanza de saber que se puede y la confianza en que podemos es lo que hace que haya sido tan especial», dijo ayer a TyC Sports cuando ya tenía la medalla dorada colgada en el cuello. Una medalla que parecía quedarle enorme por su tamaño y que, sin embargo, le quedaba a su altura. Hacía honor a su grandeza. La que demostró para someter sobre el tatami a la rusa Irina Dolgova, la húngara Eva Csernoviczki y la japonesa Ami Kondo, hasta llegar a la final con la judoca coreana. Y celebrar saltando a la tribuna. Porque nunca existieron barreras para ella. En alguna escuela de zona norte, cuando Paula tenía sólo nueve años, Marcos –su hermano dos años menor– recibió una piña en una pelea y volvió a su casa con un moretón en el ojo. La historia cuenta que Aldo, su papá, que había practicado judo, le ofreció subirse a un tatami como arma de defensa personal. Ella –sí, ella– escuchó y se animó: «¿Puedo ir yo también?» Era una nena despierta, hiperquinética, había practicado natación y gimnasia deportiva desde los cuatro, pero ese moretón –esa charla- cambiaría el resto de sus días. En Beijing 2008 fue la primera en ganar una medalla olímpica en judo. Fue bronce. Desde esa explosión hasta hoy cuesta enumerar el legado que dejará la Peque y no sólo por sus medallas: Pareto es una deportista tan completa como referente, que es difícil de encontrar, con una carrera sin fisuras, sin manchas, y con un nivel de élite casi por una década.Fue medallista olímpica mientras cursaba tercer año de la Carrera de Medicina en la UBA, mientras viajaba en tren de San Fernando a La Plata a entrenarse, volvía a cursar en Capital y de nuevo viajaba hasta su casa. Se mantuvo en el alto rendimiento y en lo más alto de su categoría viajando –algo que odia, detesta los viajes- con los resúmenes bajó el brazo y entre lucha y lucha estudiaba. Llegó a Río con 30 años y el título de Médica en su poder y la convicción de que después de los Juegos se especializará en Traumatología. En Mendoza, con nueve años, ganó su primer torneo nacional acompañada por su mamá. Hasta Río, pocas veces pudo viajar acompañada por su familia (además de Marcos tiene una hermana, Estefanía, un año mayor que ella). Cuando logró el bronce en Beijing, Mirta la esperaba con lágrimas en el aeropuerto. «La esperé varias horas en el parto cuando nació, así que esto no fue nada para mí», decía. Ayer la esperaba más cerca: Paula fue a Río con su familia y muchas amigas. Ese núcleo de amor que es clave en su carrera y que trató de cuidarlo siempre: siguió jugando al fútbol con su grupo de amigas pese a las recomendaciones de que no lo haga. «No quiero obsesionarme con el judo, no es bueno», decía. Esa fue su receta como atleta: amar su deporte pero mantenerse sana mentalmente. Y cuando se cansó –porque un día Paula se cansó de competir– reformuló: empezó a pensar que cada competencia podía ser la última para volver a disfrutarlas. Junto con su psicólogo Gustavo Ruiz practicó ejercicios para entrenar su mente, la mejor arma de su carrera. Después de la medalla de bronce en Beijing 2008, la Peque terminó quinta en Londres 2012 y se llevó un diploma. El oro de ayer fue la medalla que se merecía, que le faltaba. Se consagró campeona mundial en Astana, Kazajistán, en 2015. Además cosechó tres medallas en los Juegos Panamericanos (bronce en Río 2007, oro en Guadalajara 2011 y plata en Toronto 2015), una medalla de plata en el Mundial de Chelyabinsk, Rusia, en 2014 y nueve medallas en Campeonatos Panamericanos.Resultados, medallas, gloria, eterna. Una carrera para la historia, su historia, que desde ayer es dorada. Como ella.

Empate de Los Leones y derrota de Las Leonas

Una de cal y otra de arena para el hóckey argentino en el primer día de competencia olímpica en Río de Janeiro. Bien temprano, el seleccionado masculino logró un gran resultado ante Holanda, al empatar 3 – 3 con el subcampeón del Mundo luego de ir en desventaja por dos goles. Lucas Vila, a los 28 minutos y a los 48, y Matías Paredes, a los 53, hicieron los tantos de Los Leones, que perdían 3-1 y se sobrepusieron ante un candidato en el Centro Olímpico de hóckey en el complejo Deodoro. Jeroen Hertzberger abrió el marcador a los 17 minutos, Mink Van Der Weerden anotó el 2-1 a los 35 y Severiano Van Ass marcó el 3-1 parcial a los 42 a favor de Holanda, conducido por el DT argentino Maximiliano Caldas. Los Leones, décimos en los últimos Juegos de Londres, medalla de bronce en el Mundial de la Haya 2014 y campeones en los Juegos Panamericanos de Toronto 2015, volverán a jugar mañana desde las 12:30 contra Canadá y apuntan a seguir dando sorpresas en lo que queda de los Juegos. La mala noticia la dieron Las Leonas, que fallaron en el debut ante un rival que en los últimos tiempos se volvió una pesadilla, como Estados Unidos. Las chicas cayeron por 2 – 1 en el debut. El tanto para el representativo nacional lo anotó Delfina Merino, a cuatro minutos del final, mientras que para las norteamericanas marcaron Katherine Reinprecht, a los 34 y Michelle Kasold, a los 49. En hóckey femenino, Argentina ganó las medallas de plata en Sydney 2000 y Londres 2012, además de conseguir el bronce en Atenas 2004 y Beijing 2008. Por esos antecedentes siempre se espera que ellas le regalen una alegría al deporte nacional. Ayer, para tristeza de los 300 aficionados que llenaron las gradas con banderas alusivas a diferentes ciudades, el comienzo fue negativo y ahora deberán buscar la revancha mañana ante Japón, a las 20:30.