Época de pretemporada en el fútbol argentino. Algunos planteles realizan la preparación en el exterior, como River en Orlando; otros viajaron por el país, como Racing en Santiago del Estero; la mayoría lo hace en los predios habituales de entrenamiento. Es una imagen que se suele repetir cada seis meses. A las pasadas, los ejercicios de exigencia física y los primeros amistosos también se le suma una práctica que se volvió corriente pero que en los últimos años se puso en cuestionamiento: los bautismos para los juveniles que realizan su primera pretemporada.

En general, suele pasar por un ritual que incluye un corte de pelo ridículo con una maquinita y que después de algunos días se arregla con un rapado al ras. En algunos casos, los más experimentados se pueden extralimitar. Como ocurrió en Gimnasia La Plata. El pasado jueves, Brahian Aleman, Nelson Insfrán, y Matías Pérez García se metieron en las piezas de tres juveniles que realizan su primera pretemporada con el Lobo y se excedieron en una malteada que, supuestamente, tenía como fin darles una “bienvenida” a la Primera. Una práctica absurda.

Esta vez, como en los juveniles quedaron moretones y secuelas, el bautismo trascendió. Como el cuerpo técnico del Lobo encabezado por Mariano Messera y Leandro Martini se formaron como entrenadores de juveniles no les pareció una actitud para pasar por alto. Hubo bronca, que también llegó a los hinchas cuando se filtró la noticia. Por eso suspendieron a los futbolistas, que no participaron del amistoso ante Banfield del último fin de semana.

Aunque aún no hubo comunicación oficial, la situación también generó malestar en la dirigencia, que evalúa rescindir el contrato de los dos zurdos, que están entre los más altos del plantel y no son prioridad para Messera y Martini. Al uruguayo Aleman le queda vínculo hasta junio de 2022 con el equipo platense, mientras que Pérez García finaliza su contrato a fin de año. Acaso este episodio ponga fin a una costumbre del fútbol argentino que en los últimos años se puso en cuestionamiento por parecer una práctica anticuada y fuera de lugar.