Ha ganado la Selección. Ha vuelto por sus fueros. Ha vuelto la Scaloneta. Otra vez el equipo argentino se subió al tren de esa ilusión que se había desvanecido ante Arabia Saudita, en un tramo inaudito de esta historia mundialista. La Argentina fue lo que debe ser o no será nada.

Ahora vuelve el respeto. Qatar otra vez fija sus ojos en el fútbol argentino como corresponde. Este Mundial, que esperaba con ansias al equipo que prometía brillar desde el fulgor de Lionel, como uno de sus principales animadores, ahora lo reencuentra. Pocas veces se ve un resultado tan justo como este 2-0 que reubica a la Selección en el centro del escenario mundial. Donde siempre debió estar.

A la hora de la verdad, México fue un peso liviano en términos boxísticos, que se debatió ante una Argentina que fue un medio mediano que viene subiendo de categoría. Hubo evidentes diferencias de peso, de jerarquía, que se expresaron con claridad, recién en el segundo tiempo. Se vislumbraba ya en algún pequeño tramo del final del primero. Pero tras el descanso, llegó el cambio definitivo. Como si el entrenador hubiera hecho sonar un despertador que se dispensó con mayor ahínco, pero también una disposición táctica diferente, más ambiciosa, más inteligente, más propia de la camiseta blanquiceleste, de la historia, de la realidad de ambos equipos. El equipo pareció haberse lavado la cabeza.

Fue magnífico lo que sucedió, porque la superioridad argentina fue in crescendo. Avalado por la precisión del remate de Messi y la belleza suprema del remate postrero de Enzo Fernández, como para que los relatores, con ese nombre y ese derechazo magistral se entusiasmaran al compararlo con su tocayo uruguayo, el enorme Francescoli.

La satisfacción es grande porque el equipo se reencontró con el triunfo y con el camino que lo puede llevar a abrazar de nuevo ese juego sólido, eficaz, contundente. El equipo retorna a sentirse cobijado en el liderazgo emocional y futbolístico de Messi y ese no es un detalle menor.

La satisfacción que también es personal por volver a relatar un partido de un Campeonato del Mundo. Este hecho se da merced al enorme esfuerzo de la plataforma Relatores, por lo que el valiosísimo triunfo del elenco nacional se pudo transmitir mediante la entrañable Radio Nacional a lo largo y lo ancho de la Argentina.

Desde el instante en que Messi abrió el camino, la ilusión retornó a todo el país, representado por un gentío que pobló las tribunas del estadio Lusail y que un rato después abarrotó el Fan Fest ubicado en el centro neurálgico de esta estridente Doha, desbordada de felicidad y de coloridas celestes y blancas como si fuera en derredor del mismísimo Obelisco.

Están plenamente justificados. El rendimiento del equipo no fue superlativo, pero retornó a la senda de la ilusión. Y entonces, quién le quita lo bailado…