Por cuarto año consecutivo, casi como una sana costumbre desde que se sentó en el banco de suplentes millonario, el River de Marcelo Gallardo cierra el año como campeón vigente de alguna competencia. Este 2017 lo encontró como el mejor de la Copa Argentina, después de vencer por 2 a 1 a Atlético Tucumán, en Mendoza, en una final en la que fue superior desde el principio más allá de algunas facilidades defensivas. Fue el mejor cierre para un 2017 que costará olvidar en Núñez, una temporada que tuvo momentos alegres como la vuelta olímpica de anoche pero también golpazos durísimos como los casos de dóping y la insólita eliminación de la Copa Libertadores ante Lanús.

Acaso la consagración haya sido un premio para el entrenador millonario, que eligió confirmar su continuidad en el peor momento desde que retornó al club en junio de 2014: tras la derrota ante Boca como local, la secuela trágica que tuvo la eliminación de la Copa. Para los hinchas de River, Gallardo y campeón son sinónimos. Aunque eso no es lo único por lo que idolatran al Muñeco. También le agradecen haberle devuelto la identidad de juego a un equipo que sólo tres años antes había vivido el peor momento de su historia.

Desde el regreso de Gallardo, en cambio, se inició un ciclo dorado: campeón de la Sudamericana 2014, de la Recopa Sudamericana 2015 y 2016, de la Libertadores 2015 y de la Copa Argentina 2016 y 2017. Además de las inolvidables series coperas y victoriosas ante Boca. Anoche volvió a repetir esa vuelta olímpica. En diciembre del año pasado, el Millonario levantó esta misma Copa. La continuidad del Muñeco estaba en duda. Y el entreandor disparó con su lengua: «Mastiqué bronca y veneno en estos días, pero ahora ese veneno es placentero». Casi como si fuera un déjà vu la misma frase se podría haber aplicado anoche en Mendoza.

Antes de llegar a este último partido del 2017, River recorrió el camino del año arriba de una montaña rusa: hubo momentos alegres, piruetas inesperadas que lo dejaron al borde del abismo y también sustos enormes. La primera alerta se encendió justo en la misma semana que Boca gritó campeón a mitad de año: la Conmebol informó los casos de doping de Camilo Mayada y Lucas Martínez Quarta. Fueron días turbulentos en Núñez, llenos de rumores y presiones: al final la suspensión fue de siete meses para cada futbolista, que a partir del año próximo ya podrán volver a jugar. Pero fue la primera mancha, el aviso de que también podía haber malas noticias después de años de bienestar.

Antes de que arrancara la segunda mitad de la temporada, Lucas Alario tuvo una salida desprolija al Bayern Lerverkusen, de Alemania. Le dejó un hueco enorme a Marcelo Gallardo, que ya había aceptado la venta de Sebastián Driussi. El mismo buen ojo que tuvo el Muñeco para elegir a Alario como centrodelantero para levantar la Copa Libertadores 2015 volvió a aparecer al decidir el reemplazante del Pipa: el semestre de Nacho Scocco fue impresionante. El exdelantero de Newell´s por momentos fue el salvavidas al que se abrazó el Millonario para no hundirse en un mar de dudas. Ayer, en Mendoza, volvió a aparecer cuando el partido recíen nacía.

Scocco también fue el goleador de esa noche inolvidable de la remotada ante Jorge Wilsterman, en el Monumental, cuando parecía que River otra vez había encontrado el atajo hacia el cielo de América. Pero en el camino a la final de la Libertadores quedaban más sorpresas. La valentía de Lanús para dar vuelta el partido y los errores de la innovación arbitral que buscó la Conmebol con el VAR dejaron al Millonario afuera de la final de la Libertadores. No fue el último golpazo del año: el pasado domingo 3 los socios de River debían elegir las autoridades del club para los próximos cuatro años. Sin embargo, el juez Claudio Bonadío –cuando no- decidió suspender las elecciones por irregularidades en el padrón. Pero todo eso se borró de un zurdazo. Nacho Fernández controló en el área y clavó la pelota en el ángulo. Y así, otra vez, River cierra el año como campeón.

Hinchas de los dos equipos, un color inusual

La final de la Copa Argentina -como casi todos sus partidos- entregó una imagen que se hizo inusual en el fútbol local: tribunas repletas con hinchas de los dos equipos. Mientras que en la Superliga rige la prohibición de visitantes, en la Copa todavía se puede convivir en una cancha, aunque en un estadio neutral, en este caso el Malvinas Argentinas de Mendoza. No hay locales y visitantes, pero están todos. Por eso el estadio mendocino mostró ayer un colorido del que se perdió la costumbre en el fútbol argentino.

Desde el día anterior las calles de Mendoza estaban invadidas por hinchas de River y Atlético Tucumán. Se calcula que llegaron 15 mil personas para alentar al equipo que conduce Zielinski. A River, un club con expansión nacional, lo acompañaron 25 mil fanáticos. Sin inconvenientes, hasta se cruzaron hinchas de ambos equipos por las calles y se tomaron fotos sin problemas. También en las redes se subieron fotos con una mezcla de colores, con ambas camisetas.

Antes del partido, muchos se acercaban al Escudo de la Plaza Independencia, donde había una réplica del trofeo que se entrega por ganar la Copa Argentina. El desfile era incesante, pero lo que importaba se jugaba en el estadio mundialista. A la hora del partido, la temperatura alcanzaba los 35 grados. Por eso, los bomberos tuvieron que lanzar agua hacia las tribunas, para que los hinchas pudieran refrescarse. Dicen que una botella pequeña de agua costaba 80 pesos. A veces sin visitantes, a veces con calor y con esos precios, nunca es fácil ser hincha de fútbol en la Argentina.