Milton Casco y Gonzalo Montiel se recuestan sobre los costados y amplían la cancha. Enzo Pérez muerde en el medio. Matías Suárez se desmarca para recibir la pelota. Apenas pierden el balón, los mediocampistas se abalanzan sobre los jugadores de Boca. Tocan y se mueven. Siguen tocando aún cuando les falta precisión. Nunca dejan de intentar. River crece cada vez que pasa la pelota, que logra combinar, que materializa su idea, su génesis de juego. River es más que Boca. Y lo demuestra en el primer chico de la semifinal de la Copa Libertadores: el Superclásico le pertenece y viajará a La Bombonera con la ventaja del 2 a 0 para fantasear con otra final.

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(Foto: AFP)

El VAR acaso será tema de debate entre esta ida y el regreso del 22 de octubre. La asistencia tecnológica marcó el Superclásico en sus dos puntas: en el comienzo, cuando Raphael Claus revisó la jugada para determinar el penal que Rafael Santos Borré aseguró con un derechazo al medio; y en el final cuando Nicolás Capaldo se fue expulsado después de que al árbitro repasar otra vez la imagen. Pero en el medio, entre VAR y VAR, River impuso su estilo, su potencia colectiva y su funcionamiento sobre un Boca estructurado solo para desarmar al rival y otra vez apoyado en el momento de extásis de Esteban Andrada.

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(Foto: AFP)

«No se podía jugar mucho porque era presión contra presión. Nos conocemos mucho los dos», analizó Enzo Pérez, el equilibrista del mediocampo de River. Esa fue la foto de una parte del juego, sobre todo en un primer tiempo más friccionado aunque siempre bajo el control de River. Boca apostó al mismo plan con el que había empatado sin goles en la Superliga -cerrarse cerca de Andrada y sacarle jugo a alguna contra o pelota parada- pero el problema es que el plan se desconfiguró muy temprano.

Si la serie todavía está abierta es por Andrada que tapó casi todo lo que le tiraron. Boca necesitará cambiar el modo de juego y abandonar la resistencia para revertir la semifinal de la Copa Libertadores. La ventaja no es definitiva. Menos aún irremontable. La grieta acaso está en el juego, en el funcionamiento por el que River ejerció su dominio. Marcelo Gallardo también se llevò el primer chico ante Gustavo Alfaro, incapaz de tocar el recalcular en el GPS del partido y de encontrar un sistema para golpear al rival. «El 50 por ciento está adentro. Falta el otro. Es una ventaja importante pero no definitoria», dijo Pérez. Santiago de Chile parece estar de su lado. «La llave no está cerrada», opina Alfaro. Si hay remontada de Boca, será con otro plan, con otro estilo, con la audacia que esta noche no tuvo.

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(Foto: AFP)