«Hace tres años, cuando ganamos la Copa Libertadores en 2015, parecía mentira pero fue un sueño hecho realidad. Y me acuerdo de la palabras en este mismo estadio, cuando me dieron la posibilidad de expresarme y les dije de corazón que íbamos por más, ¿se acuerdan? No solo fuimos por más, sino que ganamos la final más soñada del mundo. Va a quedar eterna para siempre». Las palabras de Marcelo Gallardo a los más de 60 mil hinchas de River que desbordaron el estadio Monumental podría haber sido el momento más emotivo de una tarde sin precedentes en la historia del club de Núñez.

Pero fueron tantos los momentos y fueron tantas las emociones durante la fiesta que organizó la dirigencia de River para celebrar la Copa Libertadores obtenida ante Boca en Madrid, que es difícil elegir una imagen, un instante superior al otro.

Antes los campeones fueron entrando al campo de juego de a uno –salvo Armani, Quinteros y Borré que llamativamente no volvieron a la Argentina sino que se fueron a Colombia a pasar las navidades con sus familias-, antes también el entrenador, escoltado por sus hijos, caminó desde el túnel hasta el escenario montado en el centro de la cancha para ofrecer la Copa al delirio de los hinchas.

Después la recreación del gol del Pity Martínez en el Bernabeu -en esa corrida interminable a la gloria-, la vuelta olímpica en el micro especialmente diseñado, el show impresionante de fuegos articiales.

Hubo que esperar varios días por la participación en el Mundial de Clubes, pero finalmente River festejó. Y festejó a lo grande. Festejó como nunca.