La mañana en la que José Pekerman le llevó un proyecto a Julio Grondona, pocos vislumbraron que ese hombre prematuramente canoso, desgarbado, que hacía poco había dejado de conducir un taxi y que venía de trabajar en las divisiones inferiores de Chacarita, Argentinos y Colo Colo, tenía la fórmula para el perfeccionamiento del fútbol juvenil. Entró a la Asociación del Fútbol Argentino el 21 de septiembre de 1994, sin contactos de peso, casi como un anónimo, y se fue el 30 de junio de 2006, luego de marcar una época.

La huella de Pekerman, diez años después de su salida, todavía se busca, pero Argentina hace todo lo posible para perderse en el camino. El Comité de Regularización de la AFA, apegado a las decisiones insólitas, demostró su falta de tacto en poco tiempo. Una desprolijidad que se evidenció cuando, luego de desplegar una desopilante búsqueda abierta que desencadenó en la presentación de 44 proyectos, eligió para la Sub 20 a Claudio Úbeda, que no integró ninguno de esos grupos de trabajo. Tampoco lo hizo Fernando Batista, quien junto a Gerardo Salorio –el único de los tres que sí lo había hecho– acompañan al ex defensor de Racing. Ese manejo fue la chispa que encendió la bronca de muchos.

“Hay gente que fue elegida y que no tenía proyectos. Todo esto fue un circo. Estaba muy entusiasmado, ahora es todo desilusión”, arremetió Gabriel Batistuta, quien formaba parte de dos proyectos, uno con José Chamot y Roberto Ayala, y otro con Francisco Ferraro y Salorio. “No tenemos presidente, las selecciones juveniles no tuvieron directores técnicos durante un año y el predio de AFA, pese a ser uno de los mejores que he visto, está parado y vacío. Es el peor momento del fútbol argentino”, continuó Batistuta.

Ferraro, justamente, fue otro de los que no escondió su malestar. Pocas horas después de la oficialización del cuerpo técnico de la selección Sub 20, aseguró: “Me dijeron que querían que yo fuera el entrenador, pero claramente no entendieron mi proyecto, no leyeron la carpeta. Mi idea era ser coordinador”.
Entre las críticas, Úbeda, que habló en radio Continental, se refirió a su llegada a las juveniles. “Carlos Mac Allister –actual secretario de Deportes– no tuvo nada que ver en mi elección. Hace dos meses me llamó el profe Salorio con la chance”, dijo. Y siguió: “Nos van a mirar 45 millones de argentinos que quieren que el equipo gane y muchos que quieren ocupar ese lugar. Sé que estoy expuesto a la crítica. Pero nosotros, como grupo, no tenemos que perder el foco del objetivo, y apagar la radio y la tele”. Las suspicacias crecieron cuando en la lista de la Sub 20, Úbeda incluyó a Alexis Mac Allister, uno de los tres hijos del secretario de Deportes.
Con Úbeda en la Sub 20 y con Miguel Ángel Micó en la dirección de la Sub 17 y en la coordinación de la Sub 15 y de la Sub 13, quedó diagramado el equipo de trabajo. Habrá, en vez de uno, dos métodos que deberán convivir, de modo que el actual proyecto nace con fallas.

Esa es la paradoja que se contradice con mantener una línea estable en toda la cadena de formación. Mientras que Micó alentó un trabajo un tanto defensivo en varios de los clubes en los que estuvo, el responsable de la Sub 20, en este caso Úbeda, podría preferir otro estilo. Incluso en un marco optimista, en el fondo de la cuestión no será sencillo que la transición se desarrolle sin sobresaltos. “La comunicación es lo más importante. Hoy hay que tratar de trabajar en equipo. Las opiniones valen, después están los gustos. La clave, para nosotros, es la captación”, le dijo Micó a Tiempo Argentino.

“Estar acá es una satisfacción, una gran alegría y una responsabilidad enorme. Con mi grupo de trabajo creemos que hay que volver a apostar a los proyectos, por lo menos a mediano plazo. A lo mejor todos intentaron lo mismo pero no se pudo. A veces son camadas. Tal vez no se dieron los resultados”, agregó Micó, 70 años, ex coordinador de Racing, Lanús y All Boys, quien durante los últimos dos años se dedicó a dar charlas por el interior del país y que antes, por recomendación de Eduardo Deluca –ex secretario general de la Conmebol, acusado en el marco del FIFAgate–, había trabajado en Shizuoka, Japón, donde estuvo a cargo de la formación de entrenadores de colegios privados y estatales.

Úbeda y Micó, que el jueves presentaron la primera lista de convocados, tienen en sus manos el arqueológico desafío de encontrar las huellas de Pekerman, incluso a pesar de que el Comité de Regularización haya optado por fusionar dos proyectos en uno. Algo que –se sabe– no suele funcionar en un ambiente donde los egos desatan guerras.