«Back in 5 minutes”, provoca la frase en su remera blanca con líneas negras mientras camina por una feria de dulces y frutos secos en Chicago, donde está presentando unos nuevos chocolates de su marca de golosinas, Sugarpova. “Vuelvo en 5 minutos”.

Setenta y siete días antes, Maria Sharapova revelaba que le había dado positivo un control antidopaje en el Abierto de Australia. ¿La sustancia? Meldonium, un medicamento que ayuda al sistema cardiovascular y que consumía desde hacía una década pero que fue prohibido desde el 1° de enero. Ella –jura- no lo sabía. 

Esta semana, la ITF anunció la suspensión por dos años de la ex número uno. Desde entonces, la remera que usó en Chicago se agotó en todos los locales de la marca e invadió las redes sociales con selfies de sus seguidores a modo de apoyo. Desde Tailandia hasta Colombia.

Cuando Tiger Woods fue acusado de infidelidad por su ex esposa, sus sponsors le soltaron la mano. Cuando Lance Armstrong reconoció haber consumido sustancias prohibidas en toda su carrera, los contratos millonarios desaparecieron. Ante el mínimo riesgo las grandes empresas cuidan su imagen. Sharapova corrió con otra suerte.

“We stand with Maria”, publicó Head en Instragram, red en la que la rusa tiene 1,7 millones de seguidores. Después de conocerse la sanción, la marca de raquetas que la acompaña desde 2011 no sólo no le canceló el contrato sino que se lo extendió. Nike, que había suspendido su vínculo tras el anuncio de la sanción, decidió esta semana mantener su contrato que vence en 2018. Hasta el agua “más natural del mundo”, Evian, confirmó que seguirá su vínculo con la jugadora. Sólo Avon decidió terminar su contrato. Porsche, por ahora, lo suspendió. Las empresas quedaron de su lado porque Sharapova es –doping al margen– una máquina de marketing.

Desde su explosión a los 17 años se convirtió en la deportista mejor paga del mundo en los últimos diez años. Según la revista Forbes lleva ganados 285 millones de euros, de los que sólo 36 son de premios en torneos (tiene 35 títulos, cinco Grand Slam). Explotó tanto su talento como su belleza, casi perfecta para los estereotipos del mercado, y se volvió un imán para las marcas. Corrió –o corre– con una ventaja: hay muchas estrellas masculinas en el deporte y pocas femeninas. Pero es cierto que logró dejar de ser la rubia de piernas infinitas que acompañaba cada golpe en la cancha con gritos orgásmicos, y demostró su talento con títulos; llegó a ser número uno del mundo, consiguió una medalla de plata para Rusia en Londres 2012 y supo combinar el éxito deportivo con sus proyectos empresariales. Hoy marca tendencia en la moda, en revistas internacionales y en las redes sociales.

“Espero que pueda volver más fuerte”, le deseó el uno del mundo, Novak Djokovic. “Tolerancia cero”, pidió Roger Federer con esa característica corrección suiza. La rusa anunció que apelará la sanción por «injustificadamente dura».Para cuando regrese, Sharapova tendrá 31 años. Ya avisó que ahí estará: “Vuelvo en 5 minutos”.