Al cruzar la frontera etíope de Tog Wajale, hay un país que no existe, pero tiene una selección de fútbol. “No hay un equivalente a Messi o Maradona, pero tenemos a Mo Farah, dice Ilyas Mohamed, vía e-mail, desde Londres. Ilyas, de 36 años, es el presidente de la Somaliland Football Association (SFA) y vive en el Reino Unido desde 1993, cuando tuvo que abandonar Somalilandia junto a su familia, debido a la guerra civil que azotaba Somalia.

Como cuenta el periodista argentino Fernando Duclós en su libro Crónicas Africanas, Somalilandia tiene presidente, moneda (chelín somalilandés), bandera, instituciones gubernamentales y hasta su propia Constitución, pero ningún estado la reconoce como nación. Autodeclarado independiente el 18 de mayo de 1991, este territorio de 3,5 millones de habitantes no figura en ningún mapa y, para el aséptico mundo diplomático, aún pertenece a la República Federal de Somalia.

“Al crecer, poco después de nuestra lucha por la libertad, las escuelas y los espacios de juego fueron completamente bombardeados –dice Ilyas– lo que significa que nos preocupábamos por jugar al fútbol donde podíamos”. A pesar de las difíciles circunstancias, Ilyas considera que el fútbol es uno de los pocos recuerdos positivos no sólo de su infancia, sino de una gran parte de la población somalilandesa. En 1993, cuando era un niño de nueve años, y tras el estallido del conflicto en la República de Somalia –en 1960, tanto Somalilandia, colonia británica, como Somalia, protectorado italiano, se independizaron de las potencias europeas y unificaron sus territorios–, debió exiliarse junto a su familia, al igual que millones de somalíes, en Europa. “Somos una sociedad hospitalaria y acogedora. Como muchas naciones del mundo, tenemos experiencias similares: desde la lucha por la independencia, hasta la derrota de un dictador y el establecimiento de un gobierno democrático”, explica Ilyas. 

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A casi tres décadas de la proclamación de la República de Somalilandia por parte del clan Isaaq, la región es una de las democracias más estables del Cuerno de África. Su capital, Hargeisa, destruida en un 90% por los bombardeos del gobierno militar somalí, se convirtió en un punto caliente de oportunidades comerciales y, a diferencia de su vecina Somalia –que está plagada de inestabilidad por las peleas interclanes y el terrorismo–, es un oasis. Una tierra en constante crecimiento, que atrae al turismo y fomenta la llegada de grandes multinacionales, en contraposición al pensamiento de la África tribal que predomina en el imaginario colectivo.

En 2012, Ilyas fue contactado por Sascha Düerkop, secretario de la ConIFA (Confederación de Asociaciones de Fútbol Independientes), quien buscaba los datos de la selección nacional de Somalilandia. Entonces, hizo algunas investigaciones y conectó a Sascha con el Ministerio de Deportes, pero nadie le respondió. Después de un año sin éxito, Ilyas intentó llevar a cabo la propuesta en el Ministerio, aunque el resultado fue el mismo. El escritor español Javier Marías dice que el fútbol es la recuperación semanal de la infancia. En el caso de Ilyas, el fútbol no sólo funcionó como un canal para revivir las reminiscencias de su breve niñez somalilandesa, sino que también hizo de apéndice para reencontrarse con sus raíces y su antepasado somalí. En 2013, tras varios intentos fallidos, reclutó un equipo de trabajo y formó la SFA junto a una selección en representación de Somalilandia. Esto, confiesa Ilyas, lo hizo sólo para llenar el vacío.

La ConIFA, es la federación de fútbol que reúne a todas las asociaciones (62) no afiliadas a la FIFA. Según la descripción de su sitio web, se trata de una “organización global sin fines de lucro” que apoya a representantes de “equipos de fútbol internacionales de naciones, naciones de facto, regiones, pueblos minoritarios y territorios aislados del deporte”. Fundada en junio de 2013, organizó la primera Copa del Mundo ConIFA –que tiene lugar cada dos años– en 2014 en Ostersund, Suecia, país de origen de su presidente, Per-Anders Blind, y donde se ubica su sede. Aloja países de los cinco continentes y, además de Somalilandia, hay otros ocho miembros adheridos que pertenecen a África: Barawa, Barotseland, Islas Chagos, Darfur, Kabylia, Matabeleland, Sahara Occidental y Zanzíbar. “En 2016 nos unimos a la ConIFA porque es la única opción de competición internacional disponible para Somalilandia”, dice Ilyas. En la actualidad, Somalia es miembro de FIFA y, hasta que Somalilandia no obtenga reconocimiento diplomático, no pueden unirse a ella, ya que Somalia afirma representarlos.

Creada en mayo de 2014 y afiliada a la ConIFA en enero de 2016, la Somaliland Football Association logró, tras dos años de trabajo, que la selección nacional compita internacionalmente en la segunda edición del Mundial, en Abjasia, territorio ubicado en la cordillera del Cáucaso y al noreste del Mar Negro. Si bien Ilyas considera la experiencia algo “increíble” y “un momento de orgullo”, porque los jugadores “se convirtieron en héroes y estrellas de la noche a la mañana”, se sincera que, desde un punto de vista deportivo (perdieron tres de los cuatro partidos), no les fue tan bien debido a que les faltaban jugadores. Sin embargo, cree que “lograron un hito con sólo estar presentes”, ya que se trató de la primera selección nacional reunida en representación del país.

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Tanto la SFA como el combinado nacional, están financiados por Ilyas y su equipo, con su propio dinero. Esto, explica, tiene sus ventajas y desventajas, porque si bien las decisiones las toman entre ellos, algunas operaciones han sido limitadas sencillamente porque no pueden financiarlas. Es por eso que, la asociación, está abierta a donaciones individuales, de carácter único o mensual.

Respecto al equipo, está compuesto por somalíes de todo el mundo, que compiten a nivel profesional o semiprofesional y, el reclutamiento, se lleva a cabo principalmente en Europa y África.  Esto, detalla Ilyas, ocurre porque “aún no hay una liga formal en Somalilandia, pero sí existe una academia para jóvenes futbolistas que fue establecida por cuatro amigos del Reino Unido, en 2018”. Pese a que el Ministerio de Deportes está trabajando en la creación de un torneo profesional, el principal inconveniente para su realización es la financiación. Hoy , la SFA y la selección de Somalilandia, cuentan con el apoyo total de las autoridades. Sin embargo, cuando recién daban sus primeros pasos, la situación era muy diferente: tuvieron que luchar por el reconocimiento dentro del propio país.

Años atrás, Abdilahi Farah Ahmed, ministro de Juventud, Deportes y Turismo de Somalilandia (quien había ignorado las solicitudes de ConIFA e Ilyas) declaró al Somaliland Sun que la nación “ya tenía asociaciones deportivas como el fútbol, baloncesto y atletismo”, por lo que “cualquier cosa fuera de este sistema” no podía presumir “ser representantes de la nación”. A su vez, Ahmed, argumentó que la participación en la ConIFA sería “un insulto a la soberanía de Somalilandia, ya que “ninguno de los participantes del torneo tiene el mismo estatus legal ni el mismo nivel que nosotros”.

“Es cierto, al principio no contábamos con el total respaldo”, comenta Ilyas. “Pese a ello –continúa–, hemos rectificado muchas de nuestras diferencias” porque “después de todo, Somalilandia ha podido lograr muchos triunfos gracias al diálogo y priorizar lo nacional sobre todos los demás asuntos”. Actualmente, mantienen contactos y conversaciones regulares con el Ministerio, con quienes trabajaron estrechamente durante la candidatura para la Copa Mundial de Fútbol de 2020.

Este año, antes de la irrupción de la pandemia de Covid-19, estaba prevista la tercera edición del Mundial ConIFA, a desarrollarse en Macedonia del Norte. Inicialmente, Somalilandia había ganado la candidatura, aunque por cuestiones logísticas no pudo mantenerla. Sin embargo, desde que se levantó la cuarentena, el Ministerio de Deportes somalilandés organizó una copa para equipos, con sede en Hargeisa. Allí, también se suele llevar a cabo un torneo interregional bianual, en el que las trece regiones participan en las fases de grupos que se celebran en todo el país y, los últimos cuatro ganadores, disputan las semifinales. “Fue una enorme oportunidad para mostrar qué es Somalilandia. Una vez más, se vincula con la difusión de nuestro mensaje al resto del mundo”, dice Ilyas. Aunque el torneo no se materializó en Somalilandia ni en Macedonia del Norte, Ilyas considera que han aprendido de sus errores y no pierde la esperanza que, en un futuro, se pueda llevar a cabo un campeonato internacional en su país. 

En contraposición al ministro Ahmed, Mohammed Nuh, Director de Deportes de Somalilandia, habló con el Somaliland Sun y aseguró que hoy ve el deporte como un vehículo para que “el mundo nos reconozca como estado”. Si bien “el gobierno está haciendo todo lo posible a través de formas político-diplomáticas para impulsar el reconocimiento internacional”, comenta Nuh, “consideramos a Kosovo y Gibraltar como nuestra inspiración para unirnos a la familia del fútbol mundial”.

“Hay una brecha entre el pensamiento de las diferentes generaciones”, porque, explica Ilyas, “la generación más joven entiende que los medios no políticos de la diplomacia siempre serán considerados más favorablemente”. “El fútbol –sigue– es el deporte más popular en todo el mundo y goza de una amplia audiencia, por lo que es una gran oportunidad para difundir el mensaje de nuestra nación”.  Esto, a su vez, agrega Ilyas, “genera un debate sobre nuestra legitimidad” y, lo más importante, sobre el fracaso de la comunidad internacional para resolver de manera significativa el caso. En 2016, tanto Kosovo como Gibraltar, ambos países sin reconocimiento político, se unieron a la FIFA. Debido a ello, Somalilandia pretende convertirse en el miembro 212 y que el fútbol sirva de medio para lograr su tan ansiado reclamo internacional. “Para nosotros, la historia de Kosovo es inspiradora y la queremos emular”, dice Ilyas.

Tras la admisión de Kosovo, la organización de la FIFA declaró que allí existe «una pasión latente» y “un potencial de desarrollo”, por lo que “cumple todos los criterios reglamentarios para su admisión».  Tanto Gibraltar como Kosovo, previo a su adhesión al organismo, debieron completar como requisito su ingreso a la UEFA. Para Ilyas, la participación en ConIFA puede significar el trampolín hacia una eventual membresía en la FIFA. A largo plazo, dice, “nuestro objetivo es convertirnos en un miembro de pleno derecho tanto de la CAF (Confederación Africana de Fútbol) como de la FIFA”. En cambio, a corto plazo, buscan “seguir organizando la selección nacional, competir al más alto nivel posible y conseguir la medalla de plata”.

Pensando en el desarrollo de la disciplina en el país, además de la SFA, existe la Somaliland Football Federation (SFF). Presidida por Mohamed Amin, celebrará elecciones a finales de año y, junto con el Ministerio, ha estado dirigiendo el fútbol en Somalilandia. Igual de adictivo que el fútbol, la sociedad somalilandesa lleva a cabo un consumo diurno, vespertino y nocturno de khat, una planta que tiene alcaloides psicotrópicos, como la catina y catinona, que producen un efecto de relajación. En simples palabras, la hoja de coca africana. Según Ilyas, el fútbol siempre ha sido el deporte más popular, especialmente entre los jóvenes. Es por eso que, desde el Ministerio, buscan promover oportunidades a través del deporte a aquellos jóvenes que están desempleados y pasan el día en la calle masticando khat.

En febrero de 2018, Ahmed Ali, Mohammed Saeed, Abdisalam Ahmed y Hussein Adan, cuatro somalilandeses que residen en el Reino Unido, establecieron la Academia de Fútbol de Somalilandia. Financiada mayoritariamente a través de donaciones, en un sólo año fundó ligas nacionales Sub-11, 13, 15 y 17, logró una base de más de 1800 jugadores y capacitó a más de 132 entrenadores. Además, formó la Unión de Fútbol Femenino de Somalilandia y la Academia de Fútbol Femenino. El próximo objetivo, es crear un torneo femenino. «El 99% por ciento de los jugadores aquí son física y técnicamente buenos, porque han jugado mucho fútbol callejero”, dijo Ahmed Ali, uno de los directores de la academia, a la BBC. “Creo que se puede comparar con las favelas de Brasil –continuó–, porque hay mucho talento en bruto, pero necesitan entrenamiento para desarrollar su potencial. Hemos tenido madres llorando y abrazándonos porque impedimos que sus hijos intentaran emigrar, les dimos esperanza. Para nosotros se trata de brindarles la posibilidad de seguir adelante y no darse por vencidos”.

“Hoy, después de los pocos juegos que hemos tenido, existe un orgullo, un sentido de convicción que Somalilandia continúa gradualmente alcanzando las características de una nación”, cuenta Ilyas. En todo el país, la gente lleva réplicas de los equipos y camisetas del equipo nacional. “El fútbol –agrega– tiene una energía unificadora que es difícil de superar, porque abarca varios temas, desde la curación hasta la identidad”. El equipo de Somalilandia nació como una selección que, paradójicamente, desde sus inicios luchó por su propia legitimidad dentro del país. Para las grandes federaciones de fútbol, sigue siendo el equipo no reconocido de un estado no reconocido. Sin embargo, y aunque por el momento Somalilandia y país independiente suena a oxímoron, cada dos años, un grupo de hombres de pantalón corto que corren detrás de una pelota, capitalizan la prehistórica quimera de más de 3,5 millones de personas: ser una nación. Por un par de semanas, el juicio shakesperiano de ser o no ser, llega a su fin.