Una señora camina por la calle México y se frena ante dieciséis hinchas de fútbol convocados por Tiempo en San Telmo. La bandera dice que son rivales, no enemigos. «¡Ay, qué lindo!», exclama, y pregunta: «¿Lo van a cumplir?». El episodio está latente: el hincha de Belgrano Emanuel Balbo murió después de caer desde una tribuna del Mario Kempes luego de que otros hinchas de Belgrano le pegaran. Al rato, en la producción, el fotógrafo les pide si se pueden abrazar con el hincha de al lado. Entonces miran de reojo las camisetas de los costados. Y se ríen, se chicanean, y al final se unen. El azar hace que coincidan Independiente y Racing. La charla, entonces, empieza a girar alrededor de qué es ser un hincha de un equipo de fútbol en la Argentina.

–¿Qué significa la rivalidad? ¿Cómo la entienden?

–Hernán Mendoza (28 años, Boca): La rivalidad es lo que le da color al fútbol. Yo quiero jugar mejor que vos, yo te quiero ganar cueste lo que cueste, quiero que vengas a mi casa y mi 10 te tire un caño que quede en la historia. Yo necesito a mi rival sino al fútbol le faltaría un poco de picante. Después, fuera de la cancha, todo bien.

–Juan Russo (20, Colón): Un rival no es más que una persona con camiseta diferente, que quiere que su equipo triunfe, así como quiero yo con el mío. No es un enemigo. Personalmente, elijo no odiar a mis rivales. No tiene pies ni cabeza la idea de agredir a alguien por no compartir el amor que uno tiene por determinado club. Reíte, cargalo, aceptá las chicanas, y a otra cosa.

–Luis Godoy (28, Rosario Central): El folclore es provocar pero sin pasarse de la raya.

–Sergio Smietniansky (45, Banfield): La rivalidad es imaginería, cargada de ida y vuelta, disfrute y sufrimiento. La violencia, la xenofobia, la homofobia y la misoginia son síntomas de una sociedad enferma que en una cancha de fútbol se potencian con una impunidad que me sabe vergonzosa y vergonzante.

–Tomás Schuliaquer (26, Newell’s): La rivalidad solo la entiendo como un equipo que le quiere ganar a otro. El resto es una pavada.

–Sofía Vitale (25, River): En la cancha de River una vez la barra salvó a un bostero, al que le estaban pegando porque decían que era hincha de Boca. Le pusieron una camiseta de River y lo sacaron antes de que lo mataran.

–Florencia Rolli (32, San Lorenzo): Todos cantamos, insultamos y crecemos sabiendo que hay cierto odio hacia el rival. Es lógico que suceda en el ámbito de la cancha. El problema es cuando esa situación se traslada hacia afuera.

–Milcíades Peña (33, Estudiantes): Hay gente que vive más pendiente de lo que pasa con el rival de que lo que pasa con el equipo de uno. Primero, quiero que gane Estudiantes. Segundo, que gane Estudiantes. Tercero, que gane Estudiantes. Cuarto, que pierda Gimnasia.

–Martín Monzón (34, Belgrano): Lo que pasó en Córdoba no fueron barras: fueron hinchas. Los que le pegaban eran hinchas comunes. La barra está del otro lado.

–Hernán Mendoza (Boca): Eso agrava más la situación, que no sea barra. Habla de un modo demencial.

–Martín Navarro (38, Racing): A mí me pone muy mal ver las imágenes del hincha de Belgrano y ver que algunos alrededor se reían. ¿Qué hacemos nosotros como hinchas?

–Sebastián Moreira (35, Lanús): Pero nosotros tenemos límites. El Estado tiene que asegurar el otro límite.

–Pablo Vicente (36, Independiente): Me acuerdo que los hinchas comunes antes entrábamos por la misma calle en Independiente. Cuando perdimos la final en el 89 con Boca nos fuimos caminando todos juntos por Cordero y hoy es inimaginable. Hay un retroceso como sociedad. Y las barras no son las mismas.

–Martín Rougier (36, Unión): Hoy la barra no es la barra que sacaba los trapos, sino la fuerza de choque que trabaja para otros.

–Martín Navarro (Racing): A mí me tocó tener un presidente que comía asados con la barra.

–Milcíades Peña (Estudiantes): Di Zeo se sacaba fotos con los turistas adentro de Casa Amarilla.

–Ignacio Catullo (30, Gimnasia): Hay mucha idolatría por los barras.

–Maximiliano Del Río (40, Huracán): También hubo una generalización de la cultura del aguante, que mediatizó el programa de TyC Sports. Popularizó, o fogoneó, que el hincha es más importante que el juego; y cuando un Estado se preocupa por comprar armas también habla de cuáles son las intenciones y los intereses que tiene.

–¿Alguna vez fueron como hinchas de visitante simulando ser locales? ¿Lo volverían a hacer después de lo que pasó en Córdoba?

–Ramiro Barceló (29, Talleres): Fui como infiltrado cuatro o cinco veces, pero supongo que no lo volvería a hacer. Estás censurado y eso no me gusta.

–Moreira (Lanús): Ahora me voy a Florencio Varela a ver Defensa–Lanús. Yo me puse todas las camisetas para ir de visitante. No concibo el fútbol sin visitantes y me gusta ver fútbol en las canchas.

–Schuliaquer (Newell’s): Nunca fui como infiltrado porque no me gustaría estar callado, sin hacer lo que siento. Prefiero verlo tranquilo en un sillón.

–Navarro (Racing): Fui varias veces. Una vez fui a Vélez al palco, con los dirigentes. Gritamos el gol y desde la platea insultaron y revolearon cosas. Tuvimos que salir custodiados. La verdad que es complicado y no volvería a ir porque pasás un momento ingrato.

–Vicente (Independiente): De visitante fui a todos lados. Pero como infiltrado no porque me conozco, no controlo las emociones, y así no tiene mucho sentido. No le encuentro razón al hecho de ir a la cancha sin expresar un sentimiento.

–Catullo (Gimnasia): He ido muchas veces como infiltrado desde que soy periodista. Siempre me hice el boludo, nunca grité un gol ni nada por el estilo, aunque la verdad es que no hemos ganado nunca en el Estadio Único. No me metería en la hinchada rival porque me parece innecesario.

–Godoy (Rosario Central): Cuando fui a Tucumán tuve una experiencia fea. De visitante, la policía siempre te maltrata. Nos tiraron balas de goma, nos pegaron palazos. Empezó a correr la bola de que a la salida nos iban a fajar. Yo miré desde el último escalón hacia afuera, y vi que nos habían hecho un pasillo con la montada. Nos iban a dar.

–De la violencia policial se suele hablar poco…

–Navarro (Racing): Sí, y el maltrato nace de ellos. La fuerza policial y la organización son los puntos más flojos. Y los más peligrosos. Tengo AFA plus y no sé para qué me sirve. Los clubes tienen que volver a tener ese rol social para que nuestros hijos no repitan nuestros comportamientos.

–Vicente (Independiente): Siempre los problemas están ligados a la Policía. Es sistemático, un problema en sí mismo; es un germen de inseguridad constante no solo en la cancha.

–Peña (Estudiantes): La batalla cultural la perdemos desde chicos cuando le decimos que lo que importa es ganar.

–Vicente (Independiente): Después de escucharnos pienso que tenemos muchas cosas en común. El enemigo no es el que comparte un tablón, aun en la tribuna de enfrente. Tengo más en común con un hincha de Racing o de Boca que con el empresario que intenta hacer su negocio o instalar su sociedad anónima.