Dell Curry quiso disfrutar del Juego de las Estrellas de 1992. Fue el primero de su carrera (estuvo en dos), el más especial. Su concurso: el lanzamiento de tres puntos. Y por eso no dudó en llevar a su hijo, el pequeño Stephen, para que él también viviera lo mismo que papá y se codeara con las grandes estrellas con tan sólo cuatro años. Lo sentó en el banco del Orlando Arena mientras esperaba su turno en el concurso de triples. A su lado se sentó Drazen Petrovic, el primer europeo en triunfar en la NBA. Un talentoso que cambió la forma de ver el básquet fuera de la Liga estadounidense, uno de los que abrió la puerta para los que ingresaron después.
Todo era risas en ese banco, pero llegó el turno de Dell (por entonces jugador de Charlotte, aunque pasó por otros cuatro equipos), quien no supo dónde dejar al juguetón Steph. El yugoslavo le sugirió que se lo diera a su madre Biserka, que estaba detrás.
Ella lo agarró con una sonrisa de abuela y lo cuidó durante toda la competencia, algo que los Curry no pudieron olvidar. Tal es así, que el jugador de los Golden State Warriors, antes de ser elegido por segunda vez consecutiva como el MVP (Jugador más Valioso) de la temporada regular, le envió una camiseta firmada, la que usó en la pasada final ante Cleveland Cavaliers, para que Biserka la pusiera en el Museo Petrovic de Zagreb.
Drazen falleció un año después de ese All Star Game en un accidente de tránsito ocurrido en una carretera de Denkendorf, Alemania, cuando regresaba a su hogar tras disputar un Europeo en Polonia. Tenía 29 años.
Y es Stephen Curry quien hoy hace lo mismo que su padre y lleva a su niña Riley (de cuatro años) a cada juego porque lo considera especial. Y es Stephen Curry quien hoy hace lo mismo que Drazen Petrovic al cambiar la forma de ver el básquet, cuando ya se pensaba que era algo imposible.
Es él quien rompe todos los récords y todas las redes, es quien dejó a todos con la boca abierta, hasta a sus técnicos de la escuela, que le vaticinaron una corta vida basquetbolística debido a su físico, y es, también, quien no dejó dudas: por primera vez en la historia, la NBA lo votó por unanimidad como el mejor de todos.