El adiós de una generación de jugadores que llevó el básquet a otro nivel. Por Martín Núñez.
Esos deseos de pequeño ya se hicieron realidad por culpa de un tal Emanuel Ginóbili. Un flaco, zurdo y narigón que hasta superó esa barrera del sueño, como si eso fuera posible, como si de poderes sobrenaturales se tratara: cuatro veces campeón de la NBA con San Antonio Spurs, 15 años sin interrupciones en la liga de elite, reconocimiento mundial y futuro de Hall of Fame, oro y bronce olímpico, triunfos ante súper potencias (la imbatible NBA, entre ellos), subcampeonato mundial, número uno del mundo FIBA y a todo esto hay que sumarle algo más terrenal, como ganar todo en Europa.
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