Felipão tiene 29 años. Es un defensor central flaco, recio y bigotudo de la Sociedade Esportiva e Recreativa Caxias do Sul (SER Caxias, o Caxias, a secas). Y trabaja como profesor de Educación Física en el colegio Cristóvão de Mendoza. Estamos en 1977. A Felipão le marcan, antes de la final del torneo municipal, que en el rival, la escuela Emílio Meyer, hay un tal Tite que la rompe. Que juega de mediocampista. Emílio Meyer derrota a Cristóvão de Mendoza. Felipão se acerca al N° 10 y le ofrece una prueba en las juveniles del Caxias. “Yo soy Ade. Tite es el 8. Gracias, pero juego en el Juventude”. Al año siguiente, Felipão entra a la concesionaria de autos Volkswagen de Caxias, en Rio Grande do Sul. Un joven de 17 años cumple su primera semana de trabajo como cadete. Felipão se sorprende: “¡Tite! ¿Qué hacés acá?”. Tite le recuerda que es Ade. Y le cuenta que su padre quiere que trabaje, que sigue en el Juventude pero que lo ponen abajo y él quiere jugar en el medio. “Venite a probar al Caxias”, le propone Felipão. Ese mismo día, Ade renuncia. Y en 1979 debuta en el Caxias, con Felipão de compañero.

Felipão es Luiz Felipe Scolari, el último entrenador con el que Brasil salió campeón del mundo, en Japón-Corea del Sur 2002. Ade es Adenor Leonardo Bacchi -Tite-, el DT de la selección brasileña que quiere el hexacampeonato en el Mundial de Qatar 2022.

Caxias juega hoy en la Serie D, cuarta división brasileña. Pero desde 2006, los entrenadores de la selección son de Rio Grande do Sul: Dunga (Ijuí), Mano Menezes (Passo do Sobrado), Scolari (Passo Fundo) y Tite (Caxias do Sul). Tite -un mediocampista central espigado, técnico, de buen juego aéreo, una especie de Casemiro- jugó hasta 1983 en el Caxias (Scolari se retiró en 1981). Y a los 28 años, después de haber pasado por Bento Gonçalves, Portuguesa y Guarani, se retiró por una lesión de rodilla. A los 29 ya se estrenó como entrenador. Volvió al Caxias entre 1991 y 1992. Y más tarde, entre 1999 y 2000. Con triunfos ante Inter y Grêmio, le dio el primer y único título estadual al Caxias, el Campeonato Gaúcho 2000. Fue su primero como DT, el input a los títulos locales con Grêmio, a los locales e internacionales con Inter y Corinthians (Libertadores y Mundial de Clubes 2012), y a la Copa América 2019 con la selección.

En Caxias, de chico, antes de jugar en clubes, Tite -o Ade- elegía en el pan-queso a los menos dotados técnicamente, a los menos habilidosos. Le gustaba el regusto a desafío, ser una fuerza colectiva. Y cuando la derrota era inevitable, escupir primero y cagarse a piñas después. Era un alumno que oscilaba entre el 5 y el 8, que aprobaba con la nota mínima. No le gustaba estudiar. Un profesor del colegio Emílio Meyer asentó en un informe: “Falta de atención y mucha conversación”. El fútbol, entrada la adolescencia, lo cambió. Maduró. Si en el colegio le costaba el portugués, como entrenador siempre le destacan su habla, el uso de palabras poco comunes. Y que, a los 61 años, se esfuerza por comprender el léxico trash de sus dirigidos. En la gira previa al Mundial, en el vestuario, les preguntó: “¿Saben que yo jugué? ¿Alguien me vio jugar?”. “Jugaba mucho, profe”, le devolvió Richarlison, nacido en 1997, ocho años después de su retiro. Tite estalló de risa: “Sos un caradura, no tenés vergüenza”.

Carlos Alberto Parreira (DT campeón del mundo en 1994 con Brasil), Scolari (campeón en 2002) y Tite, en una producción de O Globo en 2001.

La amistad con Felipão se resquebrajó en 2010. Scolari era el entrenador de Palmeiras. Tite, el de Corinthians, que peleaba el Brasileirão con Fluminense, rival en la anteúltima fecha de Palmeiras, un punto arriba de Corinthians. Fluminense le ganó al Palmeiras de Scolari y “perjudicó” a Corinthians, clásico de São Paulo. Fluminense se consagró campeón. El Corinthians de Tite terminó tercero y perdió en la Pre Libertadores, días antes del duelo con Palmeiras en el Campeonato Paulista 2011. Ante las críticas, Scolari lo “defendió”, irónico: “Si su cargo dependiera del clásico, me gustaría perder el partido”. Tite se enervó. Ganó 1-0 Corinthians. Y en la semifinal, otra vez el clásico. En el medio del partido, Tite le gritó a Felipão: “¡Fala muito! ¡Fala muito! ¡Fala muito!”. Ganó Corinthians por penales. Y conquistó el Paulista. “¿Crees que esto es correcto de alguien que conoces desde hace 30 años, que te abrió todas las puertas? -preguntó Scolari- ¿Quién te dio la oportunidad de ser jugador del Caxias? ¿Eso es agradecimiento?”. Scolari volvió a la selección en 2012. Fue el entrenador en el Mundial de Brasil 2014, el que acabó con el 7-1 de Alemania en el Mineirão. En el último tiempo, Tite contó que intentó contactarse con Felipão, pero que no obtuvo respuesta. “Así está bien”, respondió, pero ante los periodistas, Felipão, su viejo mentor.

Tite ya anunció que dejará de ser el DT de Brasil después del Mundial. Los jugadores lo quieren. Unión y confianza. Hasta se animó a bailar la Dança do Pombo en el festejo del gol de Richarlison ante Corea del Sur. “Es importante -dijo Tite- que los entrenadores se adapten al lenguaje de los futbolistas, que es el baile”. El día que Brasil quedó eliminada ante Italia en el Mundial de España 82, Tite hizo añicos un vaso de vidrio en el festejo del gol de Falcão. Tenía 21 años. Jugaba en el Caxias. Y lloró cuando Paolo Rossi clavó el 3-2. Era el Brasil de Telé Santana. El de Zico, Falcão, Sócrates, Júnior, Toninho Cerezo. Y es la selección, reconoció Tite, que lo marcó de por vida. Que lo inspiró en creatividad, juego pensado, triangulaciones, construcción desde la defensa. “Estaba muy molesto, frustrado, dolido, triste. No entendía cómo un equipo de tanta calidad podía, en un solo partido, estar fuera -recordó Tite a UOL Esporte en 2017-. Seguía cuestionando la fórmula del Mundial, por qué no había una oportunidad de jugar otro partido”.

En Rusia 2018, quizás en el mejor partido, su Brasil fue eliminado en los cuartos de final ante Bélgica. Ahora, también en cuartos, enfrentará a Croacia en Qatar.