Hay camisetas de River, Boca, Central, Belgrano, Atlanta, camisetas de Gimnasia, Lanús y Racing, camisetas de Independiente, Deportivo Español y Temperley. Están en el auditorio Abuelas de Plaza de Mayo, en el primer piso del Bauen, el hotel recuperado por sus trabajadores, donde la Coordinadora de Hinchas, conformada hace dos años, se presenta en estado de alerta y movilización contra el proyecto de sociedades anónimas deportivas que agita el gobierno. Hay diputados y referentes políticos. Hay agrupaciones que militan en la vida interna de los clubes. Hay adhesiones de Brasil, Colombia, Chile y Uruguay. Hay hombres y mujeres porque el fútbol no tiene género. Hay pañuelos verdes porque a unas cuadras de ahí se debate sobre el aborto legal, seguro y gratuito, y porque las tribunas del fútbol no son ajenas a lo que atraviesa una sociedad. Hay una bandera que dice que son rivales, pero no enemigos. Y hay un cartel que se repite: «Los clubes son de los socios, no de los empresarios». 

«Somos más de 30 hinchas y socios de diferentes equipos, y la idea es poder aglutinar a la mayor cantidad de clubes», dice la antropóloga Nemesia Hijós, becaria del Conicet e investigadora del instituto Gino Germani. Socia de Boca, Nemesia es una de las integrantes de la Coordinadora. «Juntándonos de esta manera –explica– rompemos con el estereotipo de los hinchas que no se unen, de la violencia y el enfrentamiento por ser de equipos distintos, una imagen ya asociada a los hinchas que se pelean».

Unas 250 personas escuchan la lectura del documento de la Coordinadora. «Los clubes son una marca identitaria de nuestro país –se lee–. Son un sello de agua que nos acompaña a cada lugar que vamos. Nuestros colores, nuestros escudos, nuestras banderas, nuestras historias de vida se construyen en un tablón, en una cancha, en un potrero, en un galpón, en una pileta, en una colonia, en un baile, en un carnaval, en un corso. ¿Cuánto vale todo eso en el mercado? ¿Cuánto vale nuestra forma de vida? ¿Estamos dispuestos a resignarla? ¿Realmente creemos que las malas administraciones, las malas gestiones, los déficits estructurales los va a resolver el mercado? ¿Lo van a resolver con tablas de productividad como hace el Ministerio de Modernización en cada dependencia estatal? ¿En qué planilla de Excel entran estos patrimonios? ¿Cuánto les importan a los empresarios todo esto?».

Hernán «Cherno» Aisenberg, también de Boca, uno de los fundadores de la Coordinadora, explica que el encuentro en el Bauen demuestra que el proyecto oficial preocupa a los hinchas. «Tuvimos más de 1500 firmas en rechazo a las sociedades anónimas. Y estamos dispuestos a salir a la calle cuando haga falta. De eso se trata el alerta y movilización. Tenemos que estar organizados porque a todos se nos juega mucho. Todos somos hinchas, vayamos o no a la cancha, y acá lo que se discute es la identidad de nuestros clubes», cuenta.

«Queremos darle visibilidad a la lucha que están teniendo los clubes contra el avance de la privatización en el fútbol. Por eso es importante el apoyo del arco deportivo. Incluso estuvo el presidente de Rosario Central, Raúl Broglia. Y nos pusimos en alerta sobre la situación de Deportivo Español con sus terrenos», dice Germán Roitbarg, socio de River.

Deportivo Español, un club fundado hace más de 60 años, es acaso la pelea más urgente. Fue el primer intento de Mauricio Macri por desembarcar en el fútbol. Quiso comprarlo a principios de la década del noventa. Una asamblea de socios frenó los deseos de Macri. Tiempo después de haber reabierto sus puertas luego de estar cerrado cinco años por un proceso de quiebra, el club perdió el 70% de sus terrenos, sobre los que se construyeron instalaciones de la Policía de la Ciudad. 

Ahora, los socios de Español pelean por no perder otra parte del predio, donde realizan actividades unos 2500 chicos. Ese terreno fue dejado en comodato por diez años desde 2008, por lo que ese acuerdo se vencería a mediados de este año. Si finalmente sacan al club, sólo le quedaría el estadio Nuevo España. Pero perdía actividades sociales.

Por eso, un grupo de socios autoconvocados de Español participó del encuentro de la Coordinadora, que realizará un nuevo plenario en los próximos días. En la misma semana, Fernando Marín, exgerenciador de Racing y uno de los hombres de Macri en el fútbol argentino, volvió a instalar la apertura hacia las sociedades anónimas. «Son una forma de integración al mundo», dijo en declaraciones que reprodujo la agencia Télam. Además, aclaró que el proceso de conversión «tiene que ser producto de la decisión de los socios» y que las empresas «pueden convivir con las sociedades que son sin fines de lucro porque así sucede en las principales ligas del mundo». Lo dijo después del congreso de la Conmebol en el hotel Hilton de Puerto Madero. El Bauen había sido la contracara.