«Para correr los 400 metros con vallas debajo de los 50 segundos necesitaremos que aparezca un atleta con las condiciones físicas justas –más de 1,80 de estatura, por ejemplo– y que sea veloz, capaz de correr los 400 llanos sobre 46 segundos». Cuando dio esa descripción, Juan Carlos Dyrzka tenía 70 años y poseía el récord de 49 segundos y 82 centésimas en 400 metros con vallas que registró en los Juegos Olímpicos de México 1968. Un año después, la leyenda argentina del atletismo –el primer sudamericano en correr por debajo de los 50 segundos– falleció por problemas cardíacos. Pero su récord todavía estaba vigente, casi como una marca imposible de mejorar. Hasta que hace una semana logró romperlo Guillermo Ruggeri, un mendocino de 25 años.

«Ese día, cuando iba llegando miraba el cronómetro de costado porque sabía que había hecho una buena carrera y era mi mayor deseo bajar los 50 segundos, para eso me había entrenado, pero cuando me di cuenta estallé de la emoción», cuenta Ruggeri, nacido en Maipú, y que 49 años después, casi medio siglo, superó a la leyenda: el 9 de abril en el Estadio Nacional de Santiago de Chile se transformó en el dueño del récord argentino de 400 metros con vallas con un registro de 49 segundos y 79 centésimas.

«La alegría es porque pude plasmar el trabajo de todos los días. Uno no se obsesiona con la marca sino con la preparación. Cada día estás pensando en cuidar el cuerpo, comer bien y buscar la excelencia», cuenta. Ruggeri se dedicaba al decathlon –estuvo cerca de clasificar para los Juegos de Río– pero el año pasado decidió enfocarse en los 400 llanos y con vallas, y los resultados llegaron rápido. «No fue inesperado porque uno trabaja para esto», detalla. Lo cierto es que unas semanas antes en el Grand Prix Sudamericano en el Cenard ya había avisado que estaba cerca: ganó la prueba con un registro de 50 segundos y 36 centésimas.

Su historia, detrás del récord y la alegría del presente, es la de un chico que con 16 años se mudó a Buenos Aires para entrenarse en el Cenard. «Arranqué de casualidad en el atletismo. Fue porque me vieron jugar al fútbol en una cancha en Coquimbito, Maipú, donde vivía. Me dijeron que podía tener condiciones para dedicarme al atletismo, más que nada por la velocidad. Y comencé a competir a nivel interescolar, en los Juegos Evita, hasta que logre la clasificación al Nacional Escolar y fui campeón en 100 con vallas en 2008 y al año siguiente me becaron para entrenarme en el Cenard. No dudé nunca en dedicarme al atletismo porque me gusta mucho la competencia».

Ruggeri –que hoy divide sus días entre los entrenamientos y el profesorado de Educación Física, carrera que estudia en el Instituto Obras Sanitarias– arrancó en pruebas de velocidad y de a poco se fue dedicando al decathlon. Logró la medalla de bronce en el Campeonato Panamericano Junior y en el Sudamericano de la misma categoría. En 2012 fue campeón sudamericano Sub 23 en San Pablo. Y en 2014 alcanzó su mejor producción del decathlon con 7298 puntos, al llevarse la medalla de bronce en los Juegos Odesur, en Santiago de Chile. Sin embargo, tiene un registro aún mejor (7498 en Mar del Plata, en 2015) aunque no se homologó por el fuerte viento a favor en algunas pruebas.

«Cambié de prueba porque el decathlon es complejo para entrenar y muy desgastante. Quería hacer algo bien y uno se entrena e invierte muchas horas para lograr resultados y si no llegan es porque el trabajo no está funcionando. En 2016 tomé un nuevo rumbo y cambié de entrenador además de seguir con mi preparador físico Gabriel Lemme», explica. Además de focalizarse en los 400 con vallas, el mendocino tiene un registro de 46 segundos y 68 centésimas en los 400 llanos. Y en esas pruebas planea su futuro.

«Quiero lograr mi mejor registro en el Sudamericano de Mayores que es el 23 de junio en Asunción, Paraguay, y quiero buscar la clasificación para el Mundial de Londres. También tengo otros objetivos como el Mundial Universitario y quebrar el récord nacional de 400 llanos», avisa –y se ilusiona– el atleta con las condiciones físicas justas y veloz que alguna vez imaginó Dyrzka y que por fin apareció para superar a la leyenda.