Tenían que sonreír, mantenerse peinadas, estoicas, moverse casi como muñecas mientras ellos las empapaban con champagne. Era el festejo tradicional después de cada carrera en los podios. Era la gracia; mojarlas como puedan. Antes, en la pista, tenían que sostener los paraguas de los sponsors con una firmeza única para taparles el sol a ellos. Sí, a ellos. Y si una cámara las ponchaban estaban obligadas a sonreír alegres pese a estar hace horas paradas, con ropa extra small –extra ajustada- y la incomodidad de unos tacos imposibles de aguantar. Hasta ayer.

Esta semana se conoció que cuando arranque el Mundial de la Fórmula 1 con el Gran Premios de Australia ellas –las promotoras- ya no tendrán que tolerar más ese rol casi de escenografía. “Durante el último año hemos investigado en muchas áreas y si bien usar chicas en la pista fue una constante en los grandes premios de la F1 desde décadas hoy eso no encaja con los valores de nuestra marca y claramente está en contra de las normas sociales modernas”, declaró Sean Bratches, el responsable comercial de la F1 al informar que no permitirán más promotoras en las grillas, conocidas como “grid-girls”.

El ex jefe de la Fórmula 1, Bernie Ecclestone, de 87 años, criticó la decisión. “Estas chicas eran parte del espectáculo, a los aficionados les encanta el glamour. No puedo entender cómo puede ser ofensivo para alguien el hecho de que haya una chica guapa con un número delante de un coche de Fórmula 1”, declaró al diario británico The Sun.

Sin embargo, ya el año pasado, España había comenzado a abrir el debate sobre la presencia de promotoras en los eventos deportivos. En la previa la Gran Premio de la Fórmula 1 en Barcelona los concejales de Iniciativas per Catalunya pidieron que no se permita su presencia. Y antes una agrupación había pedido justamente lo mismo para el Gran Premio de MotoGP que se corrió en el circuito de Jerez.

En la Argentina todavía no se generaron cambios sobre el rol de la mujer en el automovilismo, deporte que se define como “para la familia” – frase que repitan y rezan como un mantra sus seguidores en cada autódromo- pero que no deja más que exponer el modelo patriarcal y que todavía queda mucho por cambiar, de verdad.