El que pasa corriendo como una flecha es Usain St. Leo Bolt, el hombre más veloz del mundo, el invencible jamaiquino al que siempre le sobra un poco. El que en esa micromilésima de segundo es capaz de identificar cuál es la cámara que lo apunta para guiñarle el ojo al mundo. O para fijarse a cuánto dejó atrás a sus rivales, como si fuera un superhéroe de Marvel. Bolt lo hace –o lo hacía, aunque resulte difícil de procesar que sea en pasado– para transformar como nunca antes en la historia a los 100 metros en un show. En el show de Usain Bolt, que ayer corrió por última vez en la competencia más excitante del atletismo. Terminó tercero, detrás de dos estadounidenses, Justin Gatlin y Christian Coleman.

«Siempre el más rápido», dice, repite, aunque ayer, en su séptimo Mundial de Atletismo, Bolt, el jamaiquino más conocido del mundo junto con Bob Marley, no cumplió la promesa. Se despidió de su prueba con su estilo, las piernas infinitas y los músculos más potentes que lo impulsaron a construirse en una leyenda, casi un mito, pero solo pudo llevarse el bronce, con una marca de 9,95 segundos. Gatlin se quedó con el oro, con un registro de 9,92, mientras que Coleman paró el reloj en 9,94. A Bolt todavía le queda todavía una más: el próximo sábado estará en relevo 4×100 y así será la última.

Más allá de Londres, según los especialistas no habrá otros velocistas con su talento y físico al menos por un largo tiempo. «Wayde van Niekerk», respondió Bolt después de dudar un rato cuando le preguntaron quién podría ser su heredero. Wayde es un atleta sudafricano campeón mundial y olímpico en los 400 metros. En Río 2016 batió el récord mundial de Michael Johnson (43,03s), algo que se creía imposible, y ahora, en Londres, va camino a convertirse en el primer atleta que descienda los 43 segundos. También buscará ser el primer ganador de los 200 metros post Bolt, que durante nueve años dominó la prueba, la primera con la que empezó su carrera, y la que esta vez decidió no competir.

De las 33 mejores marcas de la historia en los 100 metros, solo nueve fueron realizadas por un atleta sin positivo en un control de doping: las nueve fueron de Bolt. El resto son más conocidos: Tyson Gay (5), Yohan Blake (4), Asafa Powell (8), Justin Gatlin (6) y Nesta Carter (1). Carter, amigo personal de Bolt, dio positivo en una vieja muestra de los Juegos Olímpicos de Beijing 2008, por lo que el equipo tuvo que devolver la medalla dorada, que también incluía un récord mundial de 37,10 segundos.

¿Una mancha en su carrera? Para nada, o al menos él no lo vio así: «Al principio estaba decepcionado, por supuesto pero no estoy triste, son cosas que pueden pasar. No es divertido que ocurra algo así. Yo solo creo en el camino del trabajo duro y los controles cada vez son mejores. Por lo tanto, al que hace trampa se lo descubre siempre». Lo que tal vez sí pueda definirse como una mancha, la única en su trayectoria, fue la salida en falso en Daegu 2011.

Bolt llegó al Mundial de Londres luego de algunas lesiones y una sensación especial. Solo corrió tres carreras de 100 metros en el 2017: ganó las tres pero solo bajó los 9,95 segundos en Mónaco. Ayer se clavó en esa marca.

Sin él en la pista, quedará por descifrar su secreto. Hay datos que demuestran por qué fue el más rápido: en 100 metros Bolt da 41 zancadas (equivale a 2,44 metros de longitud cada una) mientras que un velocista brillante hace 43/45 y uno regular 50. En estos casos el promedio es de 2,27 metros por paso. La diferencia es notable. Hay más: Bolt mide 1,96 metros de altura, el más alto de los velocistas en la actualidad. Su postura en la partida es perfecta y única, logra lo que muy pocos al formar una línea recta que conecta su espalda, hombros, cintura y tobillo. Su primer paso es demoledor ya que utiliza una técnica que lo hace levantar la rodilla en la salida y ganar un valioso tiempo (casi 4 milésimas) por su flexibilidad. Como si fuese una partida de ajedrez, Bolt tiene más secretos guardados: saca ventaja en los 70 metros de la carrera al alcanzar su velocidad máxima haciendo un círculo perfecto con el movimiento de sus piernas, al mejor estilo dibujito animado (a esta altura ya da la sensación de volar, pareciera que ni siquiera toca la pista con sus pies), para llegar a los últimos metros con el cuerpo y mente más relajados que sus competidores, a los que mira de reojo antes de cruzar la meta.

Parece fácil, pero no lo es, ya que falta un elemento principal que todo atleta de alto rendimiento tiene que tener y cuidar: una mente ganadora, competitiva y que sepa responder en microsegundos ante la máxima exigencia. Por eso, a pesar de todo, Bolt siempre es el más rápido.