“No hay escándalos y eso nos da mucha seguridad y satisface a los que exigen más justicia y transparencia en el fútbol”. El brasileño Wilson Seneme, presidente de la Comisión de Árbitros de la Conmebol, le habla a los periodistas en la sala de prensa del Maracaná. Expone los resultados de la fase de grupos de la Copa América: en 18 partidos, el VAR fue utilizado en 17 ocasiones dentro de 12 partidos (siete por dudas en penales, siete por validez de un gol y tres por tarjetas rojas). Y produjo, destaca Seneme, 15 cambios en un promedio de tiempo de revisión de 2 minutos y 26 segundos. Pero menos de una semana después, la Conmebol estrella el VAR en Brasil. Primero en contra de Uruguay, por exceso, y después en contra de Argentina, por omisión. La Copa América que termina hoy con la final Brasil-Perú en el Maracaná deja como gran figura al criterio desparejo de aplicación del VAR.

El Video Assistant Referee (VAR) supone una “asistencia” al árbitro, encargado último de dirigir un partido. Pero en esta Copa América se invirtieron los roles. Si en el Mundial 66 el local Inglaterra colocó un árbitro alemán ante Argentina y puso a otro inglés en Alemania-Uruguay en los cuartos de final, a Uruguay le anularon un gol de Edinson Cavani ante Perú y a Argentina no le revisaron dos jugadas sancionables como penales ante Brasil. “Pasan las horas -tituló El País de Uruguay- y Cavani cada vez está menos en offside”. “Vimos lo mismo que vos”, tuiteó la AFA, envuelta a la vez en sus propios escándalos arbitrales en el Ascenso. En abril, la Conmebol le adjudicó a Hawk-Eye Innovations la provisión de servicios y tecnología para la utilización del VAR hasta 2022. Hawk-Eye, empresa de Sony, debió disculparse en febrero de 2018 después de que el VAR le anulara un gol por fuera de juego a Manchester United en la FA Cup. La “línea” que vieron los árbitros en la sala del VAR para determinar la posición del último jugador no era recta. Falla de sistema antes que manipulación del factor humano. El VAR directamente no funcionó en la final de vuelta de la Champions de África entre Wydad Casablanca de Marruecos y Espérance Sportive de Túnez, el 31 de mayo. A los 60 minutos, el partido se paró. Espérance festejó. Pero la Confederación Africana determinó que se volverá a jugar todo el partido. El VAR también lo suministró Hawk-Eye, que, tarde o temprano, llegará a la Superliga del fútbol argentino a través de la Conmebol.

La tecnología de la Copa América no fue igual a la del Mundial. En Rusia, el VAR utilizó 33 cámaras de Hawk-Eye. En Brasil hubo 24, y la proveedora fue MediaPro. No hubo cámaras “superlentas” ni “extralentas”. La Copa América perdió exactitud en los fuera de juego. En el gol de Cavani hubo “error de paralaje”: manualmente, se desvió la posición angular de Cavani a partir de un punto vista elegido. Este domingo se jugará también la final de la Copa Oro de la Concacaf entre México y Estados Unidos en Chicago. Un torneo sin VAR. La UEFA confirmó que sólo habrá VAR en la fase final de la Eurocopa 2020. “FIFA, hasta llegar a Rusia, seleccionó árbitros para el VAR. Un buen árbitro de campo no da seguridad de que sea un buen árbitro de VAR, ni viceversa. Aquí fue a la buena de Dios: no se preparó nada”, dice Miguel Scime, ex miembro de la Comisión de Árbitros de la Conmebol. Presidida ahora por Alejandro Domínguez, la Conmebol apuró la implementación del VAR en la Copa América de Brasil para ser la primera asociación continental en hacerlo en el mundo. “Fue una improvisación y los resultados están a la vista -agrega Scime-. No trabajaron el material humano. Y eso hace que te equivoques y tardes más en revisar jugadas, no como en el Mundial. Conmebol va a tratar de suavizar, pero todo salió muy mal”.

El VAR transformó el propio juego. El periodista español Santiago Segurola lo describe. “Nacido para mejorar la justicia objetiva, la distribuye minuciosamente en el área, donde se pretende observar todo al detalle, y olvida casi todo lo que ocurre fuera de ese territorio -explica Segurola-. El mediocampo corre el riesgo de convertirse en un sector sin vigilancia, con una flagrante desatención al juego y a la justicia”. ¿Acaso Francia no abrió la final de Rusia ante Croacia a partir de una falta (que no fue) fuera del área? No fue “robo” lo de Brasil ante Argentina porque en el gol de Gabriel Jesús, el 1-0, Dani Alves metió sombrero, gambeta y pase sin mirar. Pero sí fue un escándalo a la altura de las selecciones, que seguirá porque las sospechas pasaron la barrera de los errores humanos. Y que podrá modificar incluso la aplicación del sistema. “Hubo un tiempo antes del VAR. Puede haber un tiempo después del VAR -escribió Jonathan Wilson en The Guardian-. Pero esta es la edad del VAR, y es fundamental para la discusión. La idea de que el VAR puede terminar con la controversia ha demostrado ser ridículamente errónea”.

Con el VAR también jugó Jair Bolsonaro, presidente de Brasil. La seguridad de Bolsonaro, contó Globo, generó interferencias y fallas en la comunicación arbitral. Pocos contaron en cambio que Bolsonaro bajó de la platea y desfiló en el entretiempo entre abucheos. Tampoco lo mostró Globo. El “VARsil”, como ironizaron, argentinizó aún más a Messi, que ya no canta, grita el himno: el capitán le apuntó a la Conmebol y repitió que se cansaron de cobrar “boludeces”. El Negro Fontanarrosa, rosarino como Messi y experto en puteadas, inventó el AUP en “La columna tecnológica. Fútbol y Ciencia”: el Arbipeissal Und Perspektiven (AUP), “un nuevo sistema de referato a distancia” desde una sala con 127 pantallas en una torre a 100 metros del estadio. “¡Hasta siempre, señor árbitro!”, comienza el cuento, publicado en 1990, mucho antes que el VAR. “De cualquier manera -escribe Fontanarrosa-, el revolucionario sistema admite también el encanto de la controversia”.