«El futbol es popular porque la estupidez es popular», aseguraba el escritor Jorge Luis Borges. La estupidez, parece, no distingue género: aunque se haya demorado más de un siglo la apertura, cada vez son más las mujeres que juegan al fútbol. Según un censo casero que realizó el Congreso de Fútbol Femenino organizado por primera vez en 2017, en la Argentina hay un millón y medio de chicas que corren detrás de la pelota, ya sea a nivel federado o recreativo. Y desde entonces creció. Pero no hace falta ir a los números. Alcanza con acercarse a alguna cancha de fútbol cinco cualquier noche.

Mafalda es una escuela de fútbol femenino que se creó hace cuatro años. Por ahí pasan 120 pibas: se entrenan en Almagro, en Comunicaciones y compiten el fin de semana. «En todo lo que tiene que ver con el entrenamiento, es lo mismo que entrenar con varones. Pero tuve que hacer una deconstrucción del lenguaje muy fuerte. Yo no me considero machista. Pero de repente te encontrás diciéndole a chicas: marquemos hombre a hombre, jueguemos un loco. Y ahí caés», explica Alan Bliman, uno de los fundadores de Mafalda.

Según un informe del Congreso Internacional de Fútbol, el fútbol femenino es la actividad deportiva que más creció en la última década en todo el mundo. En la Argentina, referente regional en la pelea por la paridad de género, la igualdad futbolera viene postergada en los clubes. Pero no en el fútbol recreativo. «A nosotras nos da mucho orgullo que el movimiento feminista también incluya las cuestiones lúdicas cuando hablamos de una sociedad más justa, una sociedad más plena en paridad de género. Entonces, cuando hablamos de legalizar el aborto es nuestro cuerpo, cuando queremos jugar al fútbol es nuestro cuerpo», explica Mónica Santino, entrenadora de La Nuestra, exfutbolista.

El sábado pasado en el Polideportivo de San Lorenzo, donde se empezó a jugar el Mundial por la Igualdad, una iniciativa organizada por Economía Femini(s)ta, se expuso que en Wikipedia existen 5200 entradas de futbolistas varones y apenas 13 de jugadoras. Al partido entre Argentina y Brasil por la Copa América Femenina también lo relataron hombres. En el sitio de Clarín, en la previa, se tituló que las chicas argentinas querían cortar con la paternidad brasileña. Otra advertencia. «Se reproducen las lógicas machistas del fútbol masculino. Comparan a Estefanía Banini con Lionel Messi, no con una chica. ¿Por qué esas referencialidades?  Tenemos la gran tarea de construir nuestro propio relato del fútbol femenino», explica Analía Fernández Fuks, periodista de Latfem y jugadora de Mafalda.

Malena Pastor Zamboni es abogada, tiene 28 años y juega al fútbol porque le gusta. «Empezamos a jugar con amigas. Al principio costaba mucho juntar diez. Ahora tenemos un grupo de WhatsApp de 70 minas. Mis viejos, de chica, siempre me llevaron a hacer deportes individualistas. Nunca supe jugar en equipo. Y nunca duré más de dos semanas en algo. Acá ya llevo seis años. Está buenísimo». En ese camino, cada tanto se cruzan con algún obstáculo. Hace dos años se fueron de un torneo porque cuando el organizador les dio la bienvenida, les dijo: «Acá se juega como juegan los hombres».  

Informe: Matías Varas