El 16 de marzo de 2014, el futbolista Alexis Zárate violó a Giuliana Peralta. Al lado, dormía Martín Benítez, pareja de la joven y compañero de Zárate en Independiente. Horas después, Benítez le escribía por chat a Giuliana: “Decime que no hiciste la denuncia. No quiero que se me pudra todo en el club”.

Esta semana, el Tribunal Oral en lo Criminal N° 1 de Lomas de Zamora condenó a Zárate por “abuso sexual con acceso carnal” y lo condenó a seis años y medio de prisión. Al día siguiente, Temperley, el club en el que juega ahora Zárate, decidió licenciarlo por tiempo indeterminado. “Esta es una situación muy sensible y compleja a la vez. La determinación que se vaya a tomar debe ser consensuada también con los socios, ya que el engrandecimiento de la institución se hizo bajo el slogan de que Temperley es ‘el club de la familia’ y por eso hay que actuar en consecuencia», resaltó el presidente Alberto Lecchi en una conferencia de prensa.

No es sólo un slogan: el plantel del Gasolero, con el visto bueno de su presidente, es el único de Primera que posó con una bandera que pedía la aparición con vida de Santiago Maldonado. Su capitán es Leonardo di Lorenzo, que junto a Ignacio Boggino conducen Final del Juego, un programa de radio en el que se habla de fútbol y literatura. “Condenamos la violencia de género y apoyamos la decisión de los dirigentes. Vamos a hablar con los jóvenes del plantel -dijeron en esos micrófonos- para concientizar sobre el maltrato hacia la mujer”.

En el medio, claro, hubo una sentencia que ayuda a tomar posición. Pero entre el «se me va a armar quilombo en el club» y la postura de Temperley hay muchos casilleros de distancia. El fútbol, un ambiente machista y que se mueve entre sus propios códigos, en este caso no quedó aislado de los avances de género que se lograron en la sociedad argentina gracias a que el movimiento Ni Una Menos provocó una visibilidad que sembró conciencia incluso en un mundo como el de la pelota.

Durante cada jornada de lucha contra la violencia de género que se realizó en los últimos tres años, las masivas movilizaciones también tuvieron su réplica en el fútbol. Los clubes se sumaron al reclamo a través de las redes sociales, los planteles posaron con pancartas alusivas y hasta hubo capitanes que usaron cintas especiales alrededor de su bíceps. Nada de eso fue en vano. Las consecuencias del caso Zárate así lo demuestran.