Si el gobierno argentino no cumple con las metas de ajuste e inflación que acordó con el Fondo Monetario Internacional, pedirá un «waiver» a fin de año o a principios de 2019. El «perdón» le permitiría al presidente Mauricio Macri solicitarle al organismo que no le exija determinado objetivo de estricto cumplimiento, previsto en la letra chica del préstamo de 50.000 millones de dólares otorgado hace dos meses. El recurso podría ser activado a pedido del gobierno, según confirmaron a Tiempo fuentes oficiales, especialmente ante el empeoramiento del escenario económico internacional por la guerra comercial que impulsa Estados Unidos contra China, un punto que preocupa al staff del FMI ante la vulnerabilidad financiera argentina y el nivel de endeudamiento en dólares de las provincias argentinas.

Una señal de esa posibilidad fue mencionada por la directora gerente del organismo Christine Lagarde durante la conferencia que ofreció este sábado por la mañana junto al ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, para abrir la tercera reunión de ministros de Finanzas y presidentes de Bancos Centrales de los países que integran el G20.  «Si la pregunta es si la sociedad que tenemos (con Argentina), hoy por hoy está funcionando y está en buen camino, mi respuesta es inequívocamente sí», dijo la titular del organismo. «Estamos complacidos de ayudar a las autoridades para lograr esos resultados. No tengo dudas de que las metas fiscales van a ser logradas». Sin embargo, luego aclaró: «Estamos preparados para dar cualquier tipo de ayuda necesaria», y en el entorno del ministro Dujovne leyeron el mensaje como la primera oficialización de una nueva etapa política en la relación con el Fondo, que estará concentrada en obtener nuevos apoyos públicos de los países del G20 para el modelo de Cambiemos. Parte de ese operativo sumó un nuevo capítulo este sábado por las reuniones «protocolares» realizadas por Dujovne en el Hotel Alvear, con sus pares de España e Italia, y por las señales que envió desde el mismo palacio el secretario de Tesoro, Steven Mnuchin, en una charla cerrada para 15 medios extranjeros y cinco locales.

«Estamos a favor del préstamo del FMI. Obviamente, participamos y formamos parte de esa facilidad que se otorgó. Creemos que el financiamiento otorga un respaldo de confianza en el nivel de activos, que con suerte no necesitarán pero lo tienen», dijo el funcionario, pero a la vez, anticipó a sus pares que el escenario con China podría ser más complejo en los próximos meses. «Definitivamente es una posibilidad real así que no la voy a minimizar. Fuimos muy claros en nuestros objetivos. Deseamos tener una relación (comercial) más equilibrada» con China «y la relación equilibrada es que podamos vender más bienes» aclaró, en línea con la ofensiva discursiva que lanzó el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, que consideró como «enemigos» comerciales al gigante asiático junto a Rusia y la Unión Europea.

«Es un escenario complejo, tenemos buenas relaciones con Trump, pero nos toca convivir con un republicano que hace populismo en su país», bromeó un alto funcionario de la Casa Rosada, en referencia al impacto que puede tener la tensión de Washington con países con los que la administración de Cambiemos busca estrechar lazos comerciales, y apoyo para el endeudamiento previsto.

Hasta ahora, el Tesoro en manos de Mnuchin aplicó aranceles adicionales a las importaciones de acero y el aluminio desde China por más de 500.000 millones de dólares por año. De ese castigo fue exceptuada la Argentina junto a otros países, pero el escenario global encendió luces de emergencia en las previsiones del Fondo, según reconoció Lagarde en la escueta rueda de prensa, de tan sólo cuatro preguntas. «Estamos compartiendo con los miembros del G20 un anexo a nuestro programa de monitoreo, donde identificamos el impacto directo en caso de situaciones hipotéticas de restricciones comerciales resultado de aranceles aduaneros», confió. «No estamos especulando sobre el efecto confianza, porque esto tiene que ser granular, hay que ir muy profundamente a la cadena de suministros», detalló, en referencia a las variables económicas que podría sumar el organismo en sus auditorías con los países que le deben, como la Argentina. Para Macri, esa variable podría permitir la tramitación más veloz de un waiver en caso de ser necesario, admitieron en Hacienda, ante las consultas de este medio, pero la variable más débil y de pronto incumplimiento para golpear las puertas del perdón tiene que ver con el incremento de la inflación, que podría superar en los próximos meses la banda del 27 al 32% acordada con el FMI.

Las negociaciones para obtener un perdón forman parte de las conversaciones informales con Lagarde, que en agosto enviará a una misión para monitorear los números de la economía local y la marcha del ajuste del déficit fiscal. El desembarco implicará la instalación de una oficina en Buenos Aires a cargo de Roberto Cardarelli y Alejandro Werner, los dos funcionarios del organismo encargados del caso argentino. Ambos técnicos ya anticiparon que una de las variables que podría poner en riesgo el cumplimiento del acuerdo tiene que ver con el volumen del endeudamiento en dólares de las provincias argentinas, en medio de la corrida cambiar que arrancó en mayo y dejó al dólar en una paridad cambiaria cercana a los 30 pesos.

El endeudamiento provincial en billetes verdes no afecta a todas las provincias, pero golpea a algunas de las más grandes, como Córdoba y Buenos Aires, en medio de la negociación que mantiene la Casa Rosada con cada gobernador para definir el ajuste del presupuesto 2019 y llegar a la meta de recorte previsto del 1,3%. En ese núcleo se juegan las tensiones de una frazada corta, donde la Nación busca transferir el financiamiento de los subisidios a los servicios públicos del Área Metropolitana, y reducir drásticamente las transferencias federales a cada distrito y la inversión en obras públicas: dos variables económicas y electorales tan delicadas para el año electoral que se avecina, como el bolsillo de la población, horadado por el incremento de la inflación y el aumento de tarifas.

Sobre ese nudo podría trabajar el FMI a través de reuniones con representantes de la oposición, e incluso de las provincias, aunque los caciques locales niegan esa posibilidad desde la semana pasada. Aún así, Lagarde no lo descartó. «El FMI siempre se reúne con la sociedad civil, con los sindicatos y representantes de la oposición porque lo que necesitamos comprender es el contexto global en el cual las medidas se deciden», deslizó la mujer. «No nos han pedido ayuda para hacerlo, pero si avanzan esos gestos, lo celebramos aunque el riesgo no es solamente nuestro. Acá el Fondo también está expuesto porque es un préstamo muy importante», confió una alta fuente del equipo económico que no descartó la alternativa de obtener créditos de otros organismos internacionales para transitar el 2019, cuando Cambiemos buscará revalidar su poder en las elecciones ejecutivas con la pesada carga de un endeudamiento inédito y un ajuste de consecuencias, por ahora, imprevisibles.

La reunión que comenzó este sábado y concluirá hoy es a puertas cerradas, sin transmisión pública, y concentra a 23 ministros de Finanzas,  14 presidentes de Bancos Centrales, y diez titulares de organismos internacionales de crédito. Es la antesala de una agenda que, a partir de agosto, comenzárá a agitarse en torno a la cumbre de líderes del G20, que se realizará a fin de año.

Para el gobierno, la puesta en escena de este fin de semana es otro peldaño en la escalada de apoyos internacionales que busca construir para afrontar un escenario de debilidad interna que el FMI estaría dispuesto a contener a fuerza de perdones y auditorías, con tal de frenar el deterioro político y económico de Macri ante la recesión que marcará este semestre. Lagarde aportó lo suyo: «La economía va a mejorar hacia inicios de 2019 y 2020», dijo optimista, casi en tono electoral. «