El récord que logró Domingo Cavallo tambalea. Durante su gestión en la presidencia de Carlos Menem, la política de apertura comercial impulsada por el entonces poderoso ministro de Economía produjo el mayor déficit comercial en la historia de nuestro país, de U$S 5.751 millones en 1994. Un cuarto de siglo después, con un equipo económico repartido en múltiples carteras bajo la supervisión directa de Mauricio Macri, el rojo comercial pasó los U$S 5.200 millones entre enero y septiembre. Se aguarda el informe mensual del Indec con los datos de octubre, que se dará a conocer el miércoles 23, para dar por superada oficialmente aquella histórica marca negativa.

El desequilibrio se produce porque en los primeros nueve meses de este año las exportaciones apenas crecieron 0,7% con relación al mismo período del año anterior, mientras que las importaciones lo hicieron un 17,7%. Si al comienzo de la gestión de Cambiemos se verificó un fuerte superávit como consecuencia del boom exportador post-devaluación, hacia fines de año el mismo se redujo fuertemente. Ya en 2017 todos los parciales mensuales fueron negativos: en septiembre el déficit fue de U$S 765 millones.

Las razones se basan, principalmente, en los vaivenes de la relación con Brasil. La salida que encontró ese país a la crisis económica de los últimos años fue comprarles menos y venderles más a sus vecinos. Así Argentina encontró dificultades para colocar allí su producción, mientras que como contrapartida los autos brasileños llenaron las agencias locales: según la Asociación de Concesionarios (ACARA), de los 79 mil vehículos que se vendieron el mes pasado, 71 mil provenían del exterior, la gran mayoría con el cartelito made in Brazil. Por eso, en los últimos nueve meses, el comercio bilateral arrojó una diferencia negativa para nuestro país de U$S 6.299 millones.

Para el gobierno eso no significa un problema. Por el contrario, es una consecuencia esperable y hasta deseada, ya que señalaría una recuperación de la economía, que depende en buena parte de maquinaria y tecnología foránea. “El aumento de las importaciones refleja la recuperación de la actividad y la inversión”, señala el mensaje del Ejecutivo, en oportunidad de remitir al Congreso el presupuesto 2018.

Víctor Beker, director del Centro de Estudios de la Nueva Economía (CENE) de la Universidad de Belgrano, agrega a esa explicación otro factor: el atraso cambiario. “Todo incremento de la actividad económica en nuestro país genera un aumento en las importaciones, debido al componente importado de la mayor parte de nuestra producción. En paralelo, se registra un creciente atraso cambiario que alienta la importación y dificulta el avance de las exportaciones”, señaló. El economista puso esta situación en el contexto del fuerte endeudamiento que propicia el gobierno para cubrir sus baches financieros. “Argentina es un país deudor, por lo que debería tener superávit comercial y de cuenta corriente para hacer frente a los pagos de intereses. Por el contrario, el déficit comercial implica que la deuda deberá incrementarse. La economía argentina se encuentra así una vez más fuertemente expuesta a las vicisitudes de las finanzas internacionales”, explicó Beker.

Otros economistas afines al gobierno también manifestaron sus críticas. Alfonso Prat Gay, ex ministro de Hacienda y Finanzas de la actual gestión, alertó que el déficit de cuenta corriente (que incluye los préstamos del exterior para cubrir las cuentas fiscales y el saldo comercial negativo) “es el más alto de los últimos 10 años”. Por su parte, Ricardo López Murphy, quien integró el gabinete de la Alianza, puntualizó en declaraciones a Radio con Vos que “hace 12 años que no crecen los volúmenes de exportación”.

A pesar de esas advertencias, las previsiones formuladas en el presupuesto indican que, lejos de disminuir, el déficit comercial crecerá en los próximos años. Al realizar la proyección para el próximo quinquenio, se prevé que el déficit trepará a U$S 5.600 millones en 2018 y que irá aumentando de la mano de una mayor apertura al exterior, hasta alcanzar los U$S 7.600 millones en 2021. En los hechos, puede que las cifras sean aún mayores porque la base de esas previsiones era un saldo comercial negativo de U$S 4.500 millones para el año en curso, que ya se vio completamente desbordado.