El dato preciso se conocerá el martes. Ese día, el Indec difundirá su índice de precios al consumidor correspondiente a diciembre y así cerrará un año nefasto en cuanto a cálculos inflacionarios. Punto más, décima menos, el aumento anual triplicó las previsiones oficiales (el gobierno se había fijado una meta del 15% para todo 2018) y fue el más alto desde 1991. Además, duplicó el promedio de las negociaciones paritarias y erosionó buena parte de los salarios, condicionando el poder de compra de los trabajadores y colaborando con el derrumbe del consumo y la demanda.

A la espera del informe oficial, las consultoras privadas aportaron su habitual show de pronósticos. Las estimaciones oscilan entre el 2,3% y el 3,1% para el último mes del año. Para el total de 2018, el Instituto del Trabajo y la Economía midió 45,5%; OJ Ferreres, 45,8%; C&T, 46,4%; EcoGo, 47,6%; UMET, 47,8%; Ecolatina, 48% y FIEL, 48,3 por ciento.

Un dato insoslayable es que muchos productos de consumo cotidiano subieron muy por encima del promedio a lo largo del año. Según la consultora Focus Market, los pañales descartables subieron un 137,1% y las harinas un 131,6%, desbordando cualquier posible explicación sobre la influencia del tipo de cambio en el costo final del producto. También hubo variaciones notables en las pastas secas (96,6%), jugos líquidos (78,9%), hamburguesas (71,6%) y aceites (69,2%), artículos que forman parte de la canasta de consumo de los sectores de menores ingresos.

A eso se suma la tenaz recuperación en términos reales de las tarifas de servicios públicos fomentada por el gobierno en beneficio de los productores y distribuidores de gas y electricidad. Eso profundizó el impacto en las familias de menos recursos, cuyos gastos se concentran en alimentos y servicios básicos esenciales. Según la Universidad Metropolitana para la Educación y el Trabajo (UMET), que realiza estudios diferenciados según el nivel de ingresos de cada familia, en los tres años de gobierno de Mauricio Macri la inflación acumulada fue del 166,6%; pero para la estructura de consumo del decil 1 (el 10% de la población que menos gana), trepó al 189,8%, más de 20 puntos por encima del promedio; mientras que para el decil 10 (los de mayores ingresos) fue del 153 por ciento.

La escalera y el ascensor

Mientras todo eso pasaba con los precios, los salarios tenían mejoras ínfimas. La presión oficial para que la mayoría de los gremios cerraran su paritaria en torno a la previsión anual del 15% se relajó a medida que la realidad fue imponiendo sus propias condiciones. Las renegociaciones se volvieron casi permanentes.

Sin embargo, al cierre del año, más allá de los logros de algún gremio en particular (bancarios con un 46% y camioneros con un 40%) o de promesas de compensaciones para los primeros meses de 2019, en líneas generales los trabajadores percibieron incrementos bastante por debajo de la línea de la inflación. Así se verificó el viejo refrán de que «los precios subieron por el ascensor y los salarios, por la escalera».

El Indec, en su actualización de octubre (última disponible), calculó que el índice salarial total tuvo una variación interanual del 26,2%. La comparación arroja una caída del salario real del orden del 13%. La retracción fue mayor todavía en el sector público, donde el Estado llegó incluso a imponer la «paritaria cero» en algunos sectores como el Sistema de Medios Públicos (TV Pública y Radio Nacional).

«Durante el año pasado el poder adquisitivo cayó todos los meses desde enero, sin haber encontrado un piso», resumió Nicolás Trotta, rector de la UMET. En esa casa de estudios entienden que la caída del salario real en los últimos tres años ya es del 17,3 por ciento.

¿Podría cambiar ese panorama para 2019? Las primeras señales lo desmienten. Ya hubo gremios como Suterh (encargados de edificios) y Utedyc (empleados de clubes), que arreglaron incrementos del 23%, en línea con lo que sugieren desde el Ministerio de Producción y Trabajo pero varios puntos abajo del 29% de inflación que vaticinan las encuestas de mercado del Banco Central. En la provincia de Buenos Aires, UPCN ya aceptó un 20% anual, en dos tandas y sin ninguna recuperación del terreno perdido en 2018.

Si la tendencia se ratifica, el salario real bajaría en tres de los cuatro años del mandato presidencial de Mauricio Macri. No parece una buena fórmula para reactivar la economía y poner fin a la recesión. «

Con cautela, el Central volvió al mercado

El dólar se mantiene en curso descendente y podría continuar por ese rumbo en las próximas semanas si el Banco Central mantiene su cautela a la hora de intervenir en el mercado. La entidad salió a comprar divisas el jueves y viernes con dos subastas por 20 y 40 millones de dólares, respectivamente. Así y todo, el billete mayorista cerró la semana a $ 36,90, unos 48 centavos por debajo del límite de la banda cambiaria.

El Central había anunciado que si el dólar quedaba por debajo de esa zona de no intervención, podría comprar hasta U$S 50 millones por día para evitar oscilaciones bruscas. Pero su prioridad en este momento, más que el tipo de cambio, es evitar el crecimiento de la base monetaria, que se comprometió a mantener sin variantes hasta junio. Por eso su intervención fue leve: a cambio de las divisas inyectó en plaza $ 2200 millones, lo que hizo subir la base monetaria en apenas un 0,2 por ciento.

La consigna de la moderación derivó en una decisión: el BCRA no comprará los dólares que Hacienda mantiene en su poder y de los que deberá deshacerse a partir de abril para cubrir vencimientos de deuda. «Nuestro programa monetario se mantendrá en los términos anunciados en su momento», dejaron trascender fuentes de la entidad.

De esa manera, si se mantiene el ingreso de capitales especulativos para aprovechar las altas tasas de interés, el Tesoro sale a vender dólares y el Central no los compra, cabe esperar que el tipo de cambio siga en baja en las próximas semanas. Siempre y cuando, claro está, no surjan novedades políticas que alteren el ánimo de los inversores. «