La inflación de los alimentos mostró números preocupantes en octubre, según los datos difundidos por el Indec. La Canasta Básica Alimentaria (CBA), que se utiliza para medir la indigencia y está basada en precios de alimentos básicos, se aceleró un 6,6% en octubre. En tanto, la Canasta Básica Total (CBT) subió un 5,7 por ciento. En ambos casos, la variación está por encima de la inflación general del mes, que fue de 3,8%, y de la suba general de alimentos, que fue del 4,8 por ciento.

Ana Garriz, coordinadora del Instituto Estadístico de los Trabajadores (IET) de la Universidad Metropolitana para la Educación y el Trabajo (UMET), observó que el programa Precios Máximos redujo la presión de los precios entre mayo y agosto, momento a partir del cual volvieron a acelerarse. «El comienzo de la actualización de Precios Máximos, que tuvo dos aumentos, y las subas de los productos frescos, verduras y frutas» estuvieron entre las causas de ese incremento del ritmo, detalla la especialista a Tiempo.

Las mediciones del IET indican que frutas y verduras crecieron entre un 11 y un 12,5% en los últimos dos meses. A nivel interanual, las subas estuvieron por encima del 70 por ciento. «Esto explica en buena medida la aceleración de los últimos meses», agregó.

El Indec colocó a la suba en frutas y verduras como el principal impulsor de estos porcentajes. Según los datos del organismo, el tomate redondo pasó de $ 114,07 a $ 174,00 en octubre (52,5%); la papa pasó de $ 36,68 a $ 49,21 (51,2%); el limón, de $ 53,40 a $ 71,07 (33,1%); la manzana deliciosa, de $ 115,08 a $ 151,50 (31,6%), entre otras subas fuertes.

Hernán Letcher, titular del Centro de Economía Política Argentina (CEPA), observa que este fenómeno se da porque «en situaciones como esta suelen subir más los precios baratos que los caros, con el fin de sostener niveles de rentabilidad». Estos alimentos se consumen más incluso en momentos de caída de poder adquisitivo.

«La etapa que arranca debe ser distinta. Habrá que indagar en la cadena de producción y comercialización y ver bien los márgenes de rentabilidad. Hay que retomar esa agenda, que la pandemia interrumpió. Intervenir, regular y participar muy fuertemente desde el Estado», resume Letcher.

En este sentido, desde organizaciones como la rama rural del Movimiento de los Trabajadores Excluidos (MTE) y la Unión de los Trabajadores de la Tierra (UTT) apuntan contra los intermediarios en la cadena de comercialización.

Rosalía Pellegrini, de la UTT, subraya que «hay un sistema de mercados conservadores, manejados por iniciativas privadas, que especulan y hacen que los precios se disparen». Más allá de cuestiones estacionales típicas del sector, «hay una irracionalidad en el sistema, sin ningún motivo», ya que «las y los productores no están vendiendo a precios altos».

Desde la UTT, «construimos una alternativa que es la Comercializadora de la UTT, donde no sucede esto», asegura Pellegrini y agrega: «Con solo ir a un almacén de UTT se puede advertir rápidamente que los precios son distintos».

Pellegrini apunta que «hay una planificación y contención de precios, con participación directa de las y los productores, con asambleas que fijan precios cada seis meses. Proponemos una alternativa a este sistema irracional que tiene como rehenes a consumidores y productores».

No solo las frutas y verduras vienen en alza, sino también la carne. Dueños de ganado advirtieron en los últimos días que el precio de la carne subirá hasta un 20 por ciento. Aseguraron que las subas en los precios de los granos se vieron reflejadas en sus cuentas. Además, el aumento de las exportaciones también tendrá un impacto alcista en los precios locales. Desde las carnicerías, en tanto, afirmaron que desde octubre reciben listas con alzas.

Garriz advirtió que los precios de los alimentos estarán también influenciados por los combustibles y las tarifas, que subirán al inicio del año próximo. El principal factor, de todas formas, será el dólar. «Hay que mantener ordenada la cuestión cambiaria, para lo cual hay que descomprimir la demanda de dólares. Si no, no hay política de precios que valga», concluye Letcher. «