Los argentinos han sido testigos de decenas de convocatorias, que se suceden desde hace años, dirigidas a empresarios y sindicalistas, pero también a los funcionarios, en las que se buscaba debatir sobre aspectos coyunturales o más estructurales. La suerte de esos intentos ha sido diversa, aunque una primera impresión podría arrojar que en su mayoría no lograron los objetivos planteados.

Esta vez, el gobierno nacional lanzó un Plan con metas muy ambiciosas. Aspirar a crear 2 millones de puestos de trabajo asalariados formales en el sector privado, reducir en 9 millones la cantidad de pobres y crear 100.000 empresas formales en los casi nueve años que deben transcurrir hasta el final de 2030.

El plan cuenta con un método, el de las “misiones productivas”, una suerte de hoja de ruta transversal a muchos sectores privados y públicos. Según Daniel Schteingart, designado al frente de la Unidad Ejecutora del plan, para alcanzar estos objetivos, “se proponen diez misiones productivas industrializantes”, lo que significa “movilizar el aparato productivo, científico y tecnológico del país para resolver una serie de desafíos importantísimos, incluso desafíos de tipo ambiental, o vinculados al acceso universal a la salud”, precisó.

El de las misiones productivas «es un concepto popularizado por la economista Mariana Mazzucato y que hoy guía las políticas públicas en diferentes países», aseguran en el Ministerio de Desarrollo Productivo, el paraguas que cobija el plan. «Desarrollar una transición a una economía más sustentable, desarrollando la cadena del hidrógeno verde, desarrollando todos los proveedores de las energías renovables, o también, impulsar la movilidad del futuro, con impacto en empleo, pero sostenible en términos ambientales», son algunas de las líneas de trabajo de Argentina Productiva 2030, puntualizó Schteingart.

En esa línea, adelantó que «a partir del 12 de abril vamos a empezar las mesas de trabajo del plan, desde Ushuaia a La Quiaca: vamos a ir trabajando estas diez misiones en las 24 provincias con los distintos actores del sector productivo». En esa reunión inaugural se abordará la Misión 6: «digitalización de empresas y hogares para incrementar productividad y reducir brechas digitales y sociales». En el segundo encuentro, previsto para el 19 de abril en Chilecito (La Rioja), se analizará la Misión 2: «producción nacional para la salud para garantizar el acceso equitativo al sistema sanitario nacional». En tanto, el 21 de abril, en San Luis, será el turno de la Misión 3: «movilidad del futuro»; el 27 la localidad correntina de Virasoro será el lugar para la Misión 9: «industrialización del sector primario, a partir del desarrollo de proveedores y la agregación de valor en agro, forestal, pesca, hidrocarburos y minería».

Schteingart aseguró que «se apunta a tener una mirada transgrieta en un país tan acostumbrado a la polarización permanente».

El también director del Centro de Estudios para la Producción (CEP) del Ministerio de Desarrollo Productivo de la Nación, destacó que se persigue otros objetivos, tanto de género como de mejora de las condicones laborales en el interior del país. Así, la meta es que «más del 30% de los empleos que se generen a lo largo de la década se localicen en el interior, fuera del AMBA, para descentralizar el aparato productivo», señaló, al tiempo que resaltó que también se busca «reducir en el ámbito productivo las brechas de género», y para ello, «al menos en un 50% los nuevos empleos que se generen» serán destinados a las mujeres. No está planteado en el plan un cupo para personas trans y de diversidades.

El método de las «misiones productivas» establece un objetivo general, con metas anuales cuantitativas mensurables, las cuales deberán ser realistas y claras, aseguran en Desarrollo Productivo. Se subdividirá en proyectos estratégicos y avanzará en «nuevos instrumentos de política, analizando tanto el contexto internacional como nacional en el que se inscribe la misión», señalan en la cartea que dirige Kulfas. Además, Schteingart asegura que habrá unidades de medida concretas con las cuales mensurar los avances del plan por medio de una «estimación de impactos en términos de  puestos de trabajo, fiscal, balanza comercial, desarrollo territorial, género y algunas variables ambientales.

La historia argentina está plena de convocatorias de este tipo. La tendencia económica a la declinación se ha mostrado más fuerte que la voluntad de esos planes. Queda por ver qué pasará en esta oportunidad. «