La certeza de que la economía de Brasil está estancada y de que posiblemente retroceda este año genera preocupación en el gobierno y los empresarios. Los analistas observan que el parate de la actividad del gigante vecino del Norte tendría tres efectos negativos sobre la economía argentina. De un lado, caerá la demanda de productos locales; del otro, es posible esperar una inundación de productos brasileños que buscarán en el país los compradores que no encuentran en su propio territorio, con lo que la producción argentina podría verse desplazada. Por último, será más fuerte la competencia entre productos argentinos y brasileños en terceros mercados.

Lejos del humo de la moneda única creado por los funcionarios argentinos y brasileños durante la visita de Jair Bolsonaro, y que se dispersó en menos de 24 horas, los problemas económicos aparecen bien concretos y sin posibilidades de arreglo, al menos en el corto y mediano plazo.

En el primer trimestre de 2019, la economía brasileña se contrajo un 0,2% en relación al último cuarto de 2018, en lo que fue el primer retroceso de la actividad agregada desde que finalizó, a fines de 2016, la prolongada recesión que experimentó el país vecino, informó el Departamento de Estudios Económicos del Banco Ciudad.

Y este lunes, el Banco Central de Brasil informó que una encuesta de expectativas (similar al REM del BCRA) arrojó que la economía de Brasil crecería solo un 1% este año. El dato es que se tata de la décimo quinta semana consecutiva que bajan los pronósticos de crecimiento de los economistas respecto de la semana anterior.

“La perspectiva es que 2019 termine con una caída de la actividad económica”, consignó la agencia de noticias Reuters. Cabe agregar que el crecimiento de la economía brasileña entre 2017 y 2018 fue más que nada estadístico: 1,04% y 0,1 por ciento.

Este contexto afecta de lleno las ventas argentinas a Brasil. Según Alejo Espora, economista jefe de Estudios Económicos del Banco Ciudad, observó que mientras las exportaciones agrícolas argentinas tienen un “panorama más favorable” por la recuperación parcial de los precios del maíz y de la soja, “las exportaciones industriales se ven afectadas por el deterioro de la actividad económica en Brasil, principal demandante de manufacturas de nuestro país”.

De hecho, “las exportaciones argentinas a Brasil no han mostrado grandes cambios en el último año”, expresó, “a pesar de la mejora en la competitividad derivada del ajuste en la paridad cambiaria”. De acuerdo con los datos del INDEC, las ventas de productos argentinos a Brasil cayó en términos interanuales un 3% en abril pasado.

La parálisis económica brasileña no sólo reduce la demanda de productos argentinos sino que, además, es un impulso para que los fabricantes de Brasil busquen nuevos mercados para suplantar las flaquezas del propio. Y el primero que aparece en el mapa es el argentino.

Este fenómeno ya se está sintiendo.

En mayo, la Argentina tuvo su primer rojo en el año en la balanza de bienes con Brasil tras cinco meses de superávit comercial. La pérdida fue de 127 millones de dólares según datos del Ministerio de Desarrollo, Industria y Comercio Exterior de Brasil (MDIC).

El dato de mayo confirmó la tendencia que se venía observando: en abril, el comercio con Brasil arrojó un leve superávit. La tendencia al déficit comercial con Brasil marca “un nuevo escenario”, según expresó la consultora Abeceb, del ministro de Producción y Trabajo, Dante Sica.

La primera razón de este “nuevo escenario” es el crecimiento de las importaciones desde Brasil. Si bien son menores a las del año pasado, aumentan en volumen y valor con el paso de los meses. Más allá de las cuestiones estadísticas, desde la Argentina se incrementan las compras de maquinaria y aparatos agrícolas, algunos lubricantes y bienes intermedios en general.

El INDEC, cuyo último dato sobre el comercio bilateral corresponde a abril, ya venía reflejando este proceso, especialmente con los bienes de capital y los intermedios.

“De cara hacia adelante, no hay resquicios para distraerse en un contexto volátil en el que las buenas noticias no abundan y donde las expectativas de crecimiento de la economía brasileña no son tan firmes”, subraya la consultora.

América unida

Las exportaciones argentinas dirigidas al resto de países de América Latina se encuentran en un estadio de relativo estancamiento. Por caso, la ALADI, una asociación de países latinoamericanos entre los que se encuentran México, Perú, Colombia y Venezuela, recibió exportaciones argentinas por apenas 1000 millones de dólares en los primeros cuatro meses de este año, en caída respecto del año anterior. Las ventas argentinas a Chile crecieron un 6%, también a 1000 millones de dólares en el mismo lapso.

En ambos casos, los productos industriales ocupan un porcentaje elevado de las exportaciones: 75% y 55%, respectivamente.

El riesgo que se observa desde Buenos Aires es que los productos argentinos podrían ser desplazados de estos mercados por los brasileños. La administración de Bolsonaro ha prometido a la Federación de Industrias del Estado de San Pablo (Fiesp) “luchar por encontrar nuevos mercados” mientras se “recupera nuestra economía”.

De concretarse esta posibilidad, Brasil pasaría de posible motor de la economía argentina a un claro lastre que podría hundirla aún más.