-¿Cómo impacta la reforma brasileña?

-La reforma de Brasil es muy profunda. Al reducir significativamente los derechos de los trabajadores, reducirá los costos de los empresarios. No va a pasar mucho para que los empresarios vernáculos reclamen una reforma para poder competir con esos costos. Pero sólo obtendrían como resultado la profundización de la depresión, la reducción del consumo, y en definitiva, su propia ruina.

-¿Cuáles son los puntos más alarmantes?

-Los más complejos no son tanto la reducción de los derechos individuales -que es gravísima-, sino los que atentan contra la acción colectiva, que es la única forma de que la clase trabajadora puede avanzar o defenderse. Llevar la negociación colectiva al ámbito de la empresa, e incluso hacer prevalecer el contrato individual, atenta contra la esencia del derecho del trabajo. La desigualdad real que existe entre el empresario y el trabajador, se atenúa a través de leyes laborales que garantizan pisos mínimos, y con los convenios colectivos que, a su vez, mejoran esas condiciones de trabajo. La reforma de Brasil invierte esa relación y pone sobre la pirámide normativa el contrato individual.

-Los defensores dicen que en Argentina los convenios son arcaicos…

-Los convenios sólo tienen de arcaico su identificación. Fueron renovados muchas veces y no sólo en su escala salarial, sino en las condiciones de trabajo. El argumento de su vetustez es absolutamente falaz. Ni el gobierno ni los empresarios plantean su modernización por inaplicables , sino para reducir derechos y aumentar la explotación, es decir, su rentabilidad.

-Tomando en cuenta la reforma de los convenios en Vaca Muerta, la Uocra y las automotrices. ¿Se puede decir que la reforma ya empezó?

-Hay convenios cuyas reformas fueron presentadas como modelos para garantizar inversiones, pero ese resultado no se verificó aún. Además, la modificación del CCT supuso la adecuación a una nueva tecnología. Por el contrario, lo único que se garantizó fue el aumento de la rentabilidad empresaria bajo la forma de aumentar la productividad sin invertir en tecnología, reduciendo el salario o aumentando el tiempo de trabajo.

-Hay sectores del gobierno que se inclinan por ir discutiendo por convenio y otros por una ley general. ¿Que pensás?

-Macri cargó contra los abogados laboralistas, a lo que se suma un hostigamiento permanente a la justicia laboral. Ya advertimos que esos ataques, en realidad, están dirigidos a los derechos de los trabajadores, y que probablemente preanuncian nuevas reformas laborales regresivas para después de las elecciones de octubre. La reforma de Brasil le da un impulso a ese objetivo, que además es paralelo a la avanzada de los empresarios en cada uno de sus convenios.

-¿Qué actitud crees que van a tomar los sindicatos?

-El éxito o no del programa de reducción de derechos dependerá de la resistencia que ofrezca el movimiento obrero. Es clave la defensa de cada convenio colectivo por parte de los sindicatos, como la acción que promuevan desde arriba las centrales sindicales. Si los sindicatos no se defienden, lo van a hacer los propios trabajadores, que no creo se resignen a ser testigos pasivos de la reducción de sus derechos.