La campaña electoral reflotó el debate sobre la actitud que tuvo cada gobierno en relación a la deuda pública. Economistas afines a Juntos por el Cambio y al Frente de Todos se trenzaron en la discusión, llevada en su mayor parte a través de las redes sociales.

Lo curioso es que fue el expresidente Mauricio Macri quien reinstaló el tema, a pesar de que los números no lo dejan bien parado. Según los informes oficiales de la Secretaría de Finanzas, durante el período 2015-2019 la deuda pública de la Administración Central, tanto la de estado normal («performing») como la pendiente de reestructuración, creció en U$S 82.400 millones. En los últimos 19 meses subió otros U$S 20.829 millones hasta quedar en U$S 343.894 millones, según datos preliminares al 31 de julio.

«Me parece un debate insólito. Si Fernández tomó más deuda que Macri, yo metí más goles que Messi. No resiste el mínimo análisis», comparó Emmanuel Álvarez Agis, ex viceministro de Economía en los últimos tiempos del gobierno de Cristina Kirchner. «Macri emitió 100 mil millones de dólares en deuda a personas privadas. Ese es el mayor período de endeudamiento de la historia de Argentina», sentenció.

Claro que detrás de los números absolutos hay otros factores a tener en cuenta. Composición, perfil de vencimientos, intereses pactados y su impacto en el gasto público total. Y sobre todo, cuestiones conceptuales: por qué y para qué comprometerse, la diferencia entre hacerlo en pesos y en moneda extranjera y sus consecuencias a futuro.

«La deuda pública no financia fuga privada, sino gasto público. Mauricio Macri entre 2015 y 2019 aumentó la deuda por U$S 70 mil millones. Fue para financiar gasto: puentes, rutas, jubilaciones, salarios, subsidios, empresas públicas…», defendió Hernán Lacunza. El argumento del exministro, que a fin de 2019 defaulteó letras en moneda doméstica (y que siguió el camino de María Eugenia Vidal en decir que la deuda pública de Fernández subió U$S 30 mil millones, dato que difiere de los oficiales) coincide con el de Guido Sandleris, expresidente del Banco Central. «Más déficit fiscal es más deuda púbica».

Con un enfoque más teórico pero heterodoxo, Nicolás Dvoskin rechaza esa idea. El economista del Conicet y de la Universidad Nacional de General Sarmiento afirma que todos los países (incluso los que tienen superávit fiscal) toman deuda y que lo hacen para regular la tasa de interés o el flujo de divisas, sin tocar el tipo de cambio. «Aunque haya equilibrio fiscal, pueden faltar dólares. El ejemplo más claro es el de la convertibilidad. Reducir su crisis al déficit fiscal es ridículo, porque incluso con De la Rúa el déficit bajó», recuerda.

Foto: Diego Feld

Pesos versus dólares

El oficialismo sostiene que bajo ningún concepto se debe utilizar endeudamiento en moneda extranjera para financiar gasto corriente en pesos. A tal punto que el Ejecutivo fijó esa limitación en el proyecto de ley de Fortalecimiento de la Sostenibilidad de la Deuda Pública, sancionada en marzo, que obliga a la intervención parlamentaria para aprobar préstamos extraordinarios en divisas y bajo legislación extranjera. Una justificación muy sencilla la dio el ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas. «Pregúntenle a cualquier ciudadano de a pie si es lo mismo deberle al Citibank o a un pariente».

El ministro de Economía, Martín Guzmán, lo ratificó en su presentación ante la comisión bicameral permanente del Congreso, el último jueves, a la que el arco opositor le hizo el vacío. «Es muy importante distinguir lo que fue un endeudamiento récord en la moneda que no emitimos versus el endeudamiento en la moneda que sí emitimos», dijo. En su exposición salieron a la luz otros temas. Por ejemplo, que la mayor parte de las obligaciones tomadas en el último año fueron en pesos mientras el stock de compromisos en dólares se estabilizó (apenas creció U$S 3 mil millones); y que los intereses, que en 2019 habían representado el 4,2% del PBI y el 15% del gasto del Estado, bajaron a la mitad gracias al canje de bonos.

Otros enfoques

Desde la izquierda, el precandidato a legislador porteño por el Partido Obrero, Gabriel Solano, llamó la atención sobre dos situaciones. Una es la deuda intraestatal, que en marzo superaba los U$S 135 mil millones (más del 40% del total). Básicamente son letras intransferibles colocadas por el gobierno en «cajas» como la Anses y el Banco Central, que son renovadas sin dificultad. «Afirmar que la llamada deuda interestatal no debe contabilizarse también es un grave error. Es una medida clásica de ajuste, ya que el Tesoro debe afrontar esos pagos con su Presupuesto, en detrimento de otros gastos», señaló. También hizo hincapié en el efecto que puede tener profundizar la emisión de títulos en pesos: «Se equivoca Emmanuel Álvarez Agis cuando dice que la deuda en pesos no importa porque el BCRA puede emitir para afrontar los vencimientos. Si lo hace sin límites para asistir al Tesoro, corre el riesgo de llevar al país a una hiperinflación».

Por un camino parecido, Luciano Cohan (ex subsecretario de Programación Económica durante el macrismo) hizo su propio cálculo: tomó los compromisos con el sector privado y con instituciones financieras internacionales, descartó el resto y le incorporó el estado del Banco Central (pasivos remunerados menos reservas internacionales). Así concluyó que la deuda «relevante» suma U$S 238 mil millones, que la contribución del macrismo a ese número fue de U$S 57 mil millones y que desde fin de 2019 se incrementó en U$S 38 mil millones. «La razón por la cual al kirchnerista le gusta la deuda en pesos es porque la puede licuar, someter a represión financiera y porque puede arreglar al juez si defaultea», atacó.

Ayer, en un acto en Mendoza, el ministro Guzmán destacó que «el proceso de endeudamiento que la Argentina tuvo entre 2016 y 2019 hipoteca las posibilidades del país hacia adelante, que nosotros estamos logrando resolver». También enfatizó que buena parte de los casi U$S 45 mil millones del préstamo del FMI se fugaron del sistema. «Se utilizaron U$S 21.000 millones para pagar deuda insostenible a acreedores extranjeros, en vez de reestructurarla como nosotros hicimos, y U$S 24.000 millones para financiar la salida de capitales. A nuestra gente no le quedó nada. Cuando dije eso en el Congreso, el único diputado de la oposición se levantó y se fue», recordó el ministro. «

Acuerdos con los acreedores de Buenos Aires

El gobierno bonaerense anunciará el lunes que los acreedores aprobaron la propuesta de reestructuración de los bonos provinciales. Si bien el plazo cerró formalmente el viernes por la noche y restan detalles legales, ya el jueves un comunicado oficial había dado cuenta de que se habían recibido «instrucciones suficientes para canjear o sustituir bonos elegibles que representan más del 90% del agregado de los títulos». Ese nivel de aceptación supera el mínimo requerido para concretar la operación.

El canje, realizado según el modelo sugerido por el gobierno nacional (nuevos bonos con plazos más largos y menor tasa de interés), sustituirá los títulos por U$S 7148 millones que se habían dejado de pagar el año pasado. Las nuevas condiciones suponen un alivio de U$S 4450 millones en los pagos a realizar en los próximos tres años. Los plazos de pago se extenderán hasta 2037.

ROLLOVER

La Secretaría de Finanzas recaudó este viernes $ 71.374 millones por la colocación de letras en pesos a corto plazo (con vencimientos entre noviembre y febrero). Los $ 312 mil millones obtenidos en las tres licitaciones hechas en agosto estuvieron apenas por debajo de los vencimientos del mes. La diferencia será cubierta con asistencia del Banco Central.