La presentación en sociedad de Nicolás Dujovne como jefe de Hacienda y de Luis Caputo como responsable de Finanzas, dejó las primeras definiciones de los flamantes ministros.

Más allá de los consabidos elogios al «trabajo en equipo» y a la dirección que ejerce en esa tarea el presidente Mauricio Macri, los funcionarios se presentaron en una versión suave, especialmente Dujovne. El titular del Palacio de Hacienda, que asumirá el lunes, se despachó con dos definiciones que difieren del perfil que se le conocía hasta el momento. De un lado, aseguró que no habrá ajuste del gasto ya asentado en el Presupuesto 2017 y que la apuesta a la reducción del déficit fiscal del año próximo, calculado en un 4,2% del Producto Interno Bruto (PIB) sólo se realizaría si hubiesen ingresos extrapresupuestarios por la vía del blanqueo. Del otro, Dujovne subrayó que «no sobra ni un empleado del Estado nacional» y que no piensa establecer un ajuste en ese sector, aunque sí advirtió que en las provincias «el empleo público es un problema».

En tanto, Caputo minimizó el impacto del endeudamiento de este año sobre el PIB, al considerar que la relación deuda privada/PIB sólo llega al 25% y que si se toma la deuda total (incluida la que mantiene el Estado nacional con otros organismos estatales como el Banco Central y la Anses), esa relación llega al 54%. Así, Caputo detalló que en 2017 se precisarán 43 mil millones de dólares para paliar el déficit fiscal y refinanciar pasivos.

El perfil que buscaron mostrar los miembros del nuevo equipo económico dista mucho del que ellos mismos han cosechado por sus declaraciones y acciones previas.

De hecho, un artículo publicado por el Financial Times en su edición de ayer, diario de gran influencia en el mundo de las finanzas internacionales, asegura que el nuevo ministro de Hacienda «es considerado una ‘halcón fiscal’ (fiscal hawk)».

Sin embargo, continúa el artículo, «eso no hará que sea más fácil políticamente reducir el abultado déficit fiscal de la Argentina, que según los expertos es la raíz de las recurrentes crisis económicas en el país durante el último medio siglo». Muchos menos, destacan, tomando en cuenta las «importantes elecciones de medio término que se realizarán en octubre».
Bien puede ser una pista para entender los motivos del barniz gradualista que le dieron a su presentación.

Las definiciones de los ministros, que en la conferencia de prensa estuvieron acompañados por el jefe de Gabinete, Marcos Peña, provocaron repercusiones en el mundo empresario y sindical.

Empresarios

Dujovne, había ratificado que el gobierno trabaja en una reforma fiscal que tiene previsto lograr resultados de corto, mediano y largo plazo.
Se trata de un persistente reclamo empresario que vienen levantando desde mucho antes de la salida de Prat Gay. En forma prioritaria apunta a disminuir los costos laborales y lo que consideran una yuxtaposición de tributos a nivel nacional, provincial y hasta municipal entre otras medidas.

Ese pedido atraviesa a todos los sectores de la economía con detalles según el ámbito. En el sector industrial, la Coordinadora de las Industrias de Productos Alimenticios (COPAL), es la cámara que más desarrollada tiene la propuesta de modificar el panorama fiscal a favor de la «competitividad» de las empresas.

El presidente de esa entidad y vice de la UIA, Daniel Funes de Rioja, en diálogo con Tiempo, auguró que con la llegada de Dujovne el gobierno se decida en avanzar con lo que la propia COPAL definió como «reformas de segunda generación». Esas medidas, dijo, «son imprescindibles para la competitividad porque no cabe duda de que lo tributario y lo logístico, y los costos laborales no salariales constituyen objetivos estratégicos».
Funes de Rioja agregó que la reforma tributaria «es necesaria y debe ser sistémica». Y reclamó «hacerla de una vez, apuntando a lo nacional, provincial y municipal en forma integral y no fraccionadamente, para resolver los problemas de necesidad fiscal del Estado pero también la competitividad» de las empresas.

En ese aspecto, el referente industrial agregó que «no es posible ser competitivo con una presión fiscal del 40 por ciento en la producción alimenticia y de hasta el 50 por ciento en el rubro de bebidas. Tanto en el mercado interno como en lo referido a la exportación, es un abuso».

Pero a la hora de discriminar costos, el tema laboral es una asignatura especial para los empresarios: «Una cuestión sensible», definió Funes de Rioja. Tan sensible que tiene un plazo «urgente» que comparte con sus pares de la Unión Industrial.

Así también lo consideró otro de los vicepresidentes de la UIA, José Urtubey. En los últimos días, Urtubey se había mostrado especialmente crítico del perfil que asumió la administración económica de Cambiemos durante la gestión de Prat Gay en relación con las empresas industriales. Con el mismo tenor que su par de la COPAL, Urtubey aseveró que para que se puedan apreciar cambios de relevancia en el mundo de la producción «la reforma fiscal tiene que ser urgente».

El salteño, a su vez director de Celulosa Argentina, destacó las definiciones económicas que realizó Dujovne en su primera presentación ante la prensa pero guardó distancia, a la espera de que las cosas se produzcan más allá de lo estratégico discursivo. Consideró «positivo que se hable de una reforma impositiva que baje la presión tributaria y esté orientada a la producción».

El empresario remarcó, no obstante, que en el gobierno de la alianza Cambiemos «el que maneja la economía es (el presidente, Mauricio) Macri», finalizó.

Por su parte, Ignacio Stegmann, presidente del Instituto para el Desarrollo Empresarial de la Argentina (IDEA), coincidió con sus pares de la industria en la preponderancia de la demanda tributaria cuando señaló: «La cuestión fiscal es algo de mucha importancia para las empresas que operan en el país. Es prioritaria», por lo que destacó que «así lo estableció el nuevo ministro» durante la conferencia.

Stegmann, hombre fuerte de 3M Argentina y principal referente de uno de los foros empresarios más influyentes del país y la región, manifestó su deseo de que los nuevos funcionarios «puedan cumplir con las metas fiscales establecidas en Hacienda así como con las de presupuesto para que puedan trabajar» en condiciones de normalidad.

Sin embargo, señaló que «no tenemos perspectivas de grandes cambios económicos».

Sindicatos

Por el lado de los dirigentes sindicales, el panorama que avizoran dista de ese perfil blando que intentó mostrar Dujovne.

Consultado por este diario, Omar Plaini, opinó que la salida de Prat Gay se explica fundamentalmente porque «el gobierno quiere avanzar con políticas más ortodoxas y la impresión es que Prat Gay era más heterodoxo».

El dirigente ferroviario y del Movimiento de Acción Sindical Argentino (MASA), Sergio Sassia, se mostró más cauto a la hora de una definición. «El gobierno puede hacer los cambios que crea necesarios. Las políticas que implementen dependerán de la fortaleza que tengamos los sindicatos. Vamos a acompañar las que defiendan el empleo y la industria nacional y nos vamos a oponer a las que vayan en un sentido contrario».

De cualquier forma, según el dirigente de los canillitas y diputado nacional, la realidad es que «Dujovne va a hacer lo que diga el presidente, va a ser un CEO más. Así funciona este gobierno, el presidente es el accionista y los demás son gerentes. Si el gobierno no cambia rotundamente su orientación en 2017 vamos a sufrir lo mismo que en 2016. Nosotros garantizamos la gobernabilidad, pero los que gobiernan son ellos».

Sobre el flamante ministro de Hacienda, Sassia prefirió evadir una definición: «sobre Dujovne hacemos un análisis político en base a la trayectoria de los funcionarios que pasan por el gabinete. Pero hay que ver qué es lo que pasa. Por nuestro lado, en 2016 dejamos pasar la oportunidad de unificar al movimiento obrero. Los retrocesos del año son el resultado de eso», concluyó. «