Esta semana el gobierno destrabó sus entredichos con los industriales con una doble jugada. 

Por un lado, intervino para que Estados Unidos reconsidere su decisión de arancelar el ingreso de acero argentino. Por el otro, sacó de la galera una lista de nuevas mesas de diálogo sectoriales para atender la situación de las industrias afectadas por la «falta de condiciones para la competitividad». 

Con la primera decisión, que no es una marcha atrás de Donald Trump sino un paréntesis para que la administración del Norte pueda revisar el caso puntual del acero nacional, contentó a Techint, la empresa más grande del país y una de las pocas instaladas a nivel mundial. 

Con la segunda intentó contener la oleada de críticas que le cayeron desde la Unión Industrial Argentina (UIA) pero conformó a una minoría en la que se destacan las industrias de la alimentación y la maderera. El resto de los industriales asociados a la UIA, fundamentalmente los pymes y las economías del interior del país, se definieron escépticos  con la iniciativa oficial. 

Los dirigentes fabriles se enteraron de las propuestas el martes, en la segunda reunión de Junta Directiva del año. Dos días después, el gobierno anunció cambios en la segunda línea del Ministerio de Producción: el nombramiento de Fernando Grasso como secretario de Industria en reemplazo de Martín Etchegoyen, un hombre de estrecho vínculo con la UIA. 

El gobierno nombró a Etchegoyen como coordinador de las nuevas mesas de diálogo sectoriales pero la movida terminó de apuntalar el escepticismo de algunos dirigentes que definieron el cambio como «raro» o «difícil de comprender».  

Entre los que se mostraron extrañados estuvo José Ignacio de Mendiguren, expresidente de la central fabril y actual diputado por el massista Frente Renovador. El «Vasco» evitó sin embargo las suspicacias y se limitó a desear formalmente «que el cambio sea para mejor». En esa línea además aclaró que Grasso pertenece a una escuela de economistas formados en los últimos años en la UIA «con un perfil claramente industrialista». 

En cambio, otros hombres de la central abrieron una incógnita porque plantearon dudas sobre un perfil que «cambió sensiblemente» desde que integra las huestes de Cambiemos.  

Sin agenda

El martes, cuando supieron que la propuesta del Ejecutivo para las industrias en crisis era lanzar mesas sectoriales de diálogo, los presentes se sorprendieron y en muchos casos no pudieron esconder la frustración. 

La comparación con la forma en la que el gobierno abordó la problemática del acero resultó inevitable: «Sería deseable que actúen siempre con la misma eficiencia. El biodiesel también tuvo problemas y el presidente no llamó a Trump, ni envió al secretario de Comercio», objetó un referente consultado.  

La sorpresa en relación con las mesas sectoriales se explica porque esos espacios existen de hecho, están abiertos prácticamente desde la asunción de Mauricio Macri y difícilmente puedan ser tenidos como vehículo de soluciones: en tres años de negociación entre empresas, gobierno y sindicatos los resultados oscilan entre magros e inexistentes . Son casi nulos. 

Tiempo pidió detalles de manera oficial, pero el ministerio que conduce Francisco Cabrera no precisó en este relanzamiento cuántas mesas serán exactamente, para qué sectores, ni cuáles serán los puntos diferenciales en relación con las negociaciones que ya están en curso. 

Por caso, De Mendiguren  se lamentó: “Lo máximo que logramos fue un proyecto de ley para los textiles y el calzado que todavía no llegó al Congreso”.

Un dirigente del Comité Ejecutivo de la central privada refirió además que hubo un pedido concreto del gobierno para que los empresarios dejen de  hablar de los problemas de la industria con los medios de comunicación. “La preocupación es tremenda porque nosotros comunicamos una situación con mucha altura y el gobierno reaccionó así. Tratan de minimizar con esta desinformación buscando culpables donde no los hay en vez de focalizarse en la competitividad. Somos muy escépticos”, concluyó. «

Líderes europeos llamaron a firmar el libre comercio con el Mercosur

Aunque sigue siendo resistido por la industria nacional y por la oposición política al gobierno de Cambiemos, el acuerdo de libre comercio entre la Unión Europea (UE) y el Mercosur dio un paso fundamental este viernes cuando los jefes de Estado y de Gobierno europeos llamaron a avanzar con las negociaciones comerciales. 

Reunidos en Bruselas, los mandatarios publicaron un mensaje en el que expresaron: «El Consejo Europeo anima a progresar en todas las negociaciones comerciales en marcha para (conseguir) acuerdos de libre comercio, en particular con México y el Mercosur». 

Se trata de un pronunciamiento significativo porque hasta las negociaciones de diciembre,  además de las resistencias locales de los países del Mercosur, un factor clave del estancamiento fue la oposición de peso de los agricultores franceses. 

A los avances sobre el acuerdo con la UE se le sumó la noticia de que la Argentina volvió al Sistema Generalizado de Preferencias (SGP) para exportaciones a los Estados Unidos. 

La autorización quedó expresa en el marco de una ley ómnibus que promulgó este viernes el presidente Donald Trump. La normativa «incluye la renovación del mecanismo que beneficiará con la reducción de aranceles a más de medio millar de productos argentinos, en especial de las economías regionales», señaló la agencia Télam.  

El beneficio que alcanzaba a 538 posiciones de productos agrícolas argentinos quedó sin efecto en 2012 durante la gestión de Barack Obama pero en diciembre pasado el gobierno de Trump se comprometió a revisar esa decisión. «